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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Cataluña, España y la encuesta del CIS

La publicación el jueves de una encuesta del CIS sobre el Estado de las autonomías debería facilitar una reflexión más serena sobre las diferencias entre Cataluña

La publicación el jueves de una encuesta del CIS sobre el Estado de las autonomías debería facilitar una reflexión más serena sobre las diferencias entre Cataluña y el conjunto de España (repito, “el conjunto de España”). El CIS no es infalible, pero sus encuestas (más sobre los muchos problemas de fondo que sobre una estimación de voto concreta) tienen un merecido prestigio.

Y si comparamos lo que dicen los encuestados del conjunto de España y los catalanes, muchas cosas se ven de una forma muy diferente. ¿Tanto como para que sea necesaria o conveniente la separación en dos Estados como proclaman los nacionalistas catalanes y algunos nacionalistas españoles? No, pero todavía lo es menos ocultar las diferencias. Y sorprende mucho que una encuesta del CIS de setiembre de 2012, es decir, anterior a las elecciones catalanas, no se haya publicado hasta mayo de 2013. ¿Es otra habilidad de la política comunicativa del Gobierno Rajoy? ¿Creen en Moncloa que sepultar los problemas ayuda a resolverlos?

Entre Cataluña y el conjunto de España hay muchas diferencias, pero las principales radican en la valoración del Estado autonómico y en los sentimientos de identidad. El juicio sobre el Estado autonómico varía muchísimo. Sólo un 13,9% de los catalanes es partidario de un Estado sin autonomías o con autonomías con menos peso que el actual, mientras que en el conjunto de España el porcentaje se eleva al 37%. Y en la Comunidad de Madrid, al 56,5%.

Por el contrario, el 65% de los catalanes quiere que las autonomías tengan más poderes o, incluso, que puedan optar a la independencia mientras que este porcentaje es de sólo un 23% en el conjunto de España y de un 11% en Madrid.

En el total de España parece haber un creciente recelo hacia las autonomías ya que, como hemos visto, el 37% son partidarios de eliminarlas o reducirlas, aunque siguen siendo mayoría los partidarios de mantenerlas como en la actualidad (31%) o de aumentar sus poderes (23%). En Cataluña este fenómeno no se produce. El 68,8% quiere que Cataluña tenga más autonomía mientras que en el conjunto de España sólo un 28,9% quiere aumentar el techo competencial de dicha autonomía, por encima del 25,8% que quiere reducirlo. Aunque el mayor porcentaje (34%) desea que el grado actual simplemente se mantenga.

Un 60% de los encuestados definen a España como “mi país” y sólo un 8,4% como un Estado formado por nacionalidades y regiones (la fórmula constitucional), mientras que en Cataluña el concepto unitario se reduce a la mitad (31%) y el segundo se multiplica por tres (25,7%)Y al diverso grado de autonomía deseado corresponden distintos sentimientos de identidad. A mayor deseo de aquella, la identidad española se resiente. Y a la inversa. Así, el 60% del conjunto de españoles sienten a España como “mi país”, mientras que en Cataluña este porcentaje se reduce a la mitad (31%). Sólo un 8,4% del conjunto de españoles define a España como “un Estado formado por varias nacionalidades y regiones” (la fórmula constitucional) mientras que en Cataluña el  porcentaje se eleva al 25,7%. Y el 13,7% de los catalanes dicen que sienten España como un Estado ajeno del que Cataluña no forma parte (sólo un 3% lo afirma en el conjunto del Estado). Así, el grado de españolidad de los catalanes (en una escala de 0 a 10, donde cero es el mínimo españolismo) es de 3,88, mientras que el grado de catalanismo (en la misma escala) sube al 6,11.

La forma de organización del Estado

Pero la pregunta más relevante que hace el CIS es la que viene realizando el CEO (Centre d´Estudis d´Opinió) de la Generalitat desde hace años y que se refiere a la forma de organización del Estado. El 12,1% de los catalanes cree que Cataluña debe ser una región de España, un 29,4% se declara partidario de una comunidad autónoma como en la actualidad, mientras que un 21,4% aspira a un Estado dentro de una España federal y un 33,7% prefiere la independencia. El CIS testifica pues una pulsión independentista fuerte pero no mayoritaria, aunque el deseo de más autonomía (Estado federal más independencia) sí alcanza el 55%. Con todo, siguen siendo muy relevantes los satisfechos con el Estado autonómico actual (29,4%).

Hay dos conclusiones claras. Una, España es muy diversa respecto a la organización preferida del Estado y en los sentimientos de identidad. Dos, Cataluña es, también, muy plural. Las simplificaciones, pues, no ayudan -sino todo lo contrario- a entender la compleja realidad y son contraproducentes a la hora de buscar un punto de encuentro mínimamente satisfactorio.   

¿Es posible este punto de encuentro? Una lectura desapasionada y serena de la encuesta del CIS indica que será difícil, pero que no es imposible. Respecto al centralismo deseado (en una escala donde cero es el máximo y 10 el mínimo) los catalanes no son radicales, sino racionales. Sitúan la realidad actual en el 4,03 (excesivo centralismo) porque su grado preferido estaría en el 6,92. Son tres puntos menos de centralismo. Bastante, pero nada revolucionario. Y en esta escala sitúan al PP en el muy lejano 1,5, al PSOE en el más próximo 3,9 y a CiU en un 7,5%, algo por encima de lo deseado. A ICV la colocan en el 5,86 y a ERC en el 8,22.  

Sin embargo, los acuerdos -si los hay- serán laboriosos. Porque, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid el panorama es totalmente diferente. Se cree que el Estado está hoy demasiado descentralizado (grado 6) cuando el óptimo es el 3,7. Al PP lo sitúan muy cerca del objetivo (3,65) mientras que el PSOE, que en Cataluña parece demasiado centralista, peca (5,6) de lo contrario. Pero los legítimos sentimientos e intereses no deben excluir la racionalidad y la conveniencia de encontrar el punto mínimo de acuerdo. Porque, sin este, el sentimiento de desafección planteará problemas crecientes y, si se llega al divorcio (tampoco fácil), Cataluña se arriesgaría a quedarse fuera de Europa (al menos por un tiempo) y España perdería peso en Bruselas (y diputados en el parlamento europeo). Contaría menos.

La publicación el jueves de una encuesta del CIS sobre el Estado de las autonomías debería facilitar una reflexión más serena sobre las diferencias entre Cataluña y el conjunto de España (repito, “el conjunto de España”). El CIS no es infalible, pero sus encuestas (más sobre los muchos problemas de fondo que sobre una estimación de voto concreta) tienen un merecido prestigio.

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