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El PP, también contra las cuerdas en Cataluña
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Joan Tapia

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El PP, también contra las cuerdas en Cataluña

El sábado, Rubalcaba dijo que Rajoy estaba sentado sobre tres volcanes en erupción: el paro, el caso Bárcenas y Cataluña. El paro ya se llevó por

El sábado, Rubalcaba dijo que Rajoy estaba sentado sobre tres volcanes en erupción: el paro, el caso Bárcenas y Cataluña. El paro ya se llevó por delante a Zapatero y amenaza la salida de la crisis. Pero el Gobierno está aplicando una medicina -la devaluación interna a través de la reforma laboral- que es la recomendada por los organismos internacionales. Habrá que esperar a juzgar, pero lo que está claro es que Zapatero y el PSOE no lo arreglaron. El caso Bárcenas avanza a paso firme y, si se confirma lo declarado por el extesorero popular a Pedro J. Ramírez (que el PP se ha financiado ilegalmente a cambio de favores a constructores durante más de 20 años), será una enmienda a la totalidad del PP de Aznar que se puede llevar por delante a su heredero, Mariano Rajoy. Hoy es el asunto más candente.

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Pero el tercer volcán está agrietando seriamente la relación entre Cataluña y España, ha llevado a la desafección señalada por Montilla y puede acabar -lo reconozca o no la Constitución- en divorcio total, lo que tendría graves y negativas consecuencias tanto para Cataluña como para España, que sería un país más pequeño y perdería -a favor de Polonia- su papel de quinta potencia de la UE. Rajoy, más templado, no tiene ante Cataluña la actitud cerrada que preconiza la derecha del PP, pero sus descuidos -las invectivas de Wert sobre la lengua o de Montoro sobre la financiación autonómica- no han hecho sino agravar la incomprensión catalana ante el partido del Gobierno de España. Y la encuesta postelectoral del CIS, conocida la pasada semana, lo confirma con fuerza.

Cataluña no es el territorio unánimemente independentista que pinta Oriol Junqueras. Por ejemplo, sólo el 49% (contra el 48,8%) se define nacionalista catalán. Sólo el 51% se declara más catalán que español (25,8%) o sólo catalán (25,1%). Y, quizás lo más decisivo, los que creen que las comunidades autónomas deberían tener la posibilidad de convertirse en estados independientes (no partidarios automáticamente de ello) alcanza un significativo 40,6%. Importante, pero lejos de la mayoría absoluta.

La encuesta postelectoral del CIS revela que el 82,7% de los catalanes creen que la política del Gobierno de Madrid perjudica a Cataluña, que el PP es visto como el partido menos centrado -tanto en el eje nacional como en el ideológico- y que la ERC de Junqueras es la formación que los encuestados sienten hoy como más cercanaPero lo que sí se ve es que en Cataluña hay un hondo malestar y que la irritación se dirige especialmente al Gobierno de España y al PP, que son percibidos como lejanos y contrarios a sus intereses. Así, el saldo de opiniones positivas y negativas sobre el Gobierno de Artur Mas es negativo en nada menos que 35 puntos, pero el saldo del Ejecutivo de Rajoy es mucho peor (negativo en 81 puntos). Y el 82,7% de los catalanes cree que la política del PP está siendo desfavorable para Cataluña. Los encuestados tienen una opinión mala o muy mala (66,7%) respecto al paro de la política del Gobierno de CiU, que sólo aprueba en política lingüística y, menos, en protección del medio ambiente. Pero el porcentaje de los que tienen un juicio malo o muy malo de la política del Gobierno de Madrid respecto al paro, la economía o el autogobierno catalán se dispara al 87,2%, 87,5% y 84,2%.

Por otra parte, tras las elecciones de noviembre la opción de gobierno preferida por los catalanes (23,5%) es la de un ejecutivo de CiU con el apoyo externo de ERC, seguida muy de cerca (19,4%) por la de un gobierno de coalición CiU-ERC, las dos fórmulas que erizan más a Madrid. Por el contrario, un gobierno de Mas con el apoyo del PP o una coalición de estos dos partidos sólo son apoyados, respectivamente, por el 2,8 y el 5,9%. Los tres líderes que aprueban son Oriol Junqueras (ERC) con un 5,86, David Fernández (CUP) con un 5,58% y Joan Herrera (ICV) con un 5,28, seguidos de Artur Mas con un 4,86. La líder del PPC (2,27) es la última, por debajo de Pere Navarro (3,77) y de Albert Rivera (Ciutadans) con un 3,30.

Y el porcentaje de catalanes que se declara distante o muy distante del PP alcanza el 79,9%, muy por encima del 53,9% del PSC, del 41,4% de CiU o del 39,1 de ERC. Algo para reflexionar es que ERC es el partido (38%) al que los catalanes se declaran más cercanos (frente al  7,4% del PP). Es este un dato sobre el que estaría bien que Aznar organizara un seminario de la FAES. En grado de nacionalismo, los catalanes (en una escala del 1 mínimo al 10 máximo) se sitúan en un moderado 5,9, pero el PPC (1,63) es el partido más alejado de la media. Y en el eje izquierda-derecha, los catalanes se ponen en el 4,11 (centro-izquierda) y el PP, con un 9,04 vuelve a ser, de largo, el partido menos centrado.

El PP nunca lo tuvo fácil en Cataluña. El líder de su antecesora AP, Manuel Fraga, fue ministro de Franco, el dictador que entre otras cosas prohibió los diarios en lengua catalana. La actitud de Aznar en su segunda legislatura (ERC contra Aznar pasó de 1 a 7 diputados en las elecciones de 2004) tampoco contribuyó positivamente a su imagen. Pero es evidente que la actitud de Rajoy en la oposición, radicalmente contra el Estatut, y las recientes andanadas del ministro Wert no han contribuido a mejorar la imagen del PP. Y hoy está claro que la nueva líder del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, logra resultados cuando al PP le va bien en España como alternativa al PSOE (elecciones de 2011), pero es incapaz de aguantar cuando la política del PP genera incomprensión. Estamos pues ante unos datos -que vienen además del CIS, no de ningún antro nacionalista- que indican que el PP debe hacer un giro profundo en su política catalana. Si no lo hace, estará contribuyendo a que se ensanche la brecha que progresivamente se ha abierto entre las dos sociedades.

El caso Bárcenas es más aparatoso y puede ser más definitivo a corto, pero lo de Cataluña indica que el PP -el de Aznar y también el de Rajoy- topa con dificultades para ser percibido como un partido de gobierno serio y responsable en el conjunto de España. Suponiendo, claro, que Cataluña forme parte de ese conjunto. 

El sábado, Rubalcaba dijo que Rajoy estaba sentado sobre tres volcanes en erupción: el paro, el caso Bárcenas y Cataluña. El paro ya se llevó por delante a Zapatero y amenaza la salida de la crisis. Pero el Gobierno está aplicando una medicina -la devaluación interna a través de la reforma laboral- que es la recomendada por los organismos internacionales. Habrá que esperar a juzgar, pero lo que está claro es que Zapatero y el PSOE no lo arreglaron. El caso Bárcenas avanza a paso firme y, si se confirma lo declarado por el extesorero popular a Pedro J. Ramírez (que el PP se ha financiado ilegalmente a cambio de favores a constructores durante más de 20 años), será una enmienda a la totalidad del PP de Aznar que se puede llevar por delante a su heredero, Mariano Rajoy. Hoy es el asunto más candente.

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