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Cataluña tras el 12 de octubre
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Cataluña tras el 12 de octubre

La manifestación para celebrar el día de la Hispanidad, convocada por una plataforma no partidaria y apoyada por el PPC y Ciutadans, ha sido un éxito.

La manifestación para celebrar el Día de la Hispanidad, convocada por una plataforma no partidaria y apoyada por el PPC y Ciutadans, ha sido un éxito. Ha participado mucha más gente que el año pasado, había más jóvenes y ambiente más cosmopolita (tuvo gran éxito el corazón repartido por Ciutadans con tres áreas: Cataluña, España y Europa) y el ambiente festivo-cívico (nada crispado) era también más evidente. La Guardia Urbana municipal de Barcelona, donde manda CiU, contabiliza 30.000 manifestantes. Son muchos. La Delegación del Gobierno de España (PP), 105.000, y los organizadores 160.000. Es el tradicional baile de cifras. Haciendo una media entre Ayuntamiento y Gobierno saldrían unos 50.000-60.000 manifestantes. Es una cifra muy alta que me huele ajustada y que revela que hay muchos ciudadanos catalanes (ahora más que antes) que se movilizan para decir que también se sienten españoles. Es lógico. Las dos grandes manifestaciones independentistas del 11 de septiembre de los dos últimos años tienen que provocar una reacción y una movilización inversa de los que no son independentistas.

Repito, 50.000 manifestantes son muchos. Más 105.000 si prefieren el criterio de Llanos de Luna, la delegada del Gobierno, pero son muchos menos, a todo estirar el 10%, de los que se manifestaron el pasado 11 de septiembre. Por eso es un poco absurdo que los que hace un mes priorizaban los derechos de la mayoría silenciosa sobrevaloren ahora y saquen más pecho de la cuenta por haber sacado a la calle a muchos ciudadanos que han puesto de relieve que quieren que Cataluña siga en España.

La manifestación del 12-O fue un éxito (relativo) y Lara dice que la independencia es imposible, pero ERC ganaría hoy las elecciones y Junqueras es el político más valorado

Como diría Andreotti, manca finezza en este análisis. Y el acierto es todavía menor cuando en vez de limitarse a levantar acta de la gran pluralidad de la sociedad catalana se aprovecha el éxito (relativo) de la cívica manifestación (que es cierto que TV3 no promocionó y que incluso tendió a infundir recelo al relacionarla con la ‘ultra’ del mismo día) para atacar a los socialistas del PSC y a los democristianos de Unió que no secundaron la convocatoria. Este análisis ‘españolista’ comete todavía más errores que el ‘independentista’, que concluye que dos grandes manifestaciones son muestra inequívoca de la voluntad de un pueblo.

¿Qué está pasando en Catalunya? Pues que está muy activado el sector de la población que se considera “sólo catalana” -28,4% según la encuesta de la semana pasada del Centre d´Estudis d´Opinió de la Generalitat (el CIS catalán)- y que arrastra a una parte sustancial de los que se afirman “más catalanes que españoles” (20,6%) e incluso algunos de los que se consideran “tan españoles como catalanes” (35,6%). Pero esta movilización también origina otra de sentido contrario que surge de los que se creen “sólo españoles” (8,6%) o “más españoles que catalanes” (4,1%) y llega a la franja mayoritaria ya citada de los que se consideran “tan españoles como catalanes”.

Conviene tener en cuenta que estos porcentajes no son muy distintos de los que revelan otros estudios del CIS e indican que sí es verdad que el independentismo está activado y es bastante hegemónico en medios político-mediáticos-intelectuales, tampoco representa –contra lo que sus propagandistas quieren hacer creer– la nueva centralidad catalana. Y la razón está en este reparto de identidades confirmado por el sondeo del CEO. Sólo el 28,4% de los encuestados se definen como “sólo catalanes”. Y el 20,6% como “más catalanes”. Sumándolos dan un 49%. Es difícil creer que una sociedad en la que los que se sienten como mínimo igualmente españoles suman el 51% se vuelque por la independencia. Y más todavía cuando más del 70% dicen compartir algo de ambas identidades.

Lo que sucede es que la hipermovilización independentista y su capacidad de arrastre se debe en gran parte a la amplia repulsa (incluso indignación) que en los últimos años ha provocado un sistema de financiación que penaliza a los catalanes (la tan cacareada igualdad juega por ejemplo en contra de los catalanes en inversión pública per capita), la tardía sentencia del Tribunal Constitucional contra un Estatut que ya había sido aprobado por las Cortes españolas y por el pueblo catalán, los ataques a veces groseros del PP contra el Estatut la pasada legislatura, el boicot al cava y otros productos y ciertas actitudes del Gobierno Rajoy que en Cataluña son percibidas como muestras de hostilidad. Simplificando un poco, las de los ministros Wert (inmersión lingüística) y Montoro (inversiones del Estado en Cataluña).

Ayer José Manuel Lara, un gran empresario de orden, recordó que el president Montilla ya alertó hace siete años de la desafección catalana y no se le hizo caso. Y Lara, más cercano al PP que a cualquier otro partido, añadió que el impasse actual era culpa tanto de Artur Mas como de Mariano Rajoy.

El independentismo sólo inflexionará si se cambian estas tendencias excluyentes de un sector del nacionalismo español. O sea, si se hace todo lo contrario de lo que Aznar recrimina a Rajoy

El independentismo sólo inflexionará –muchos lo son porque, al contrario de lo que pensaban hace unos años, ya no creen que un autogobierno catalán razonable sea posible dentro de España– si se cambian estas tendencias excluyentes de un sector del nacionalismo español. O sea, si se hace todo lo contrario de lo que Aznar recrimina a Rajoy. Y hoy por hoy en Cataluña las fronteras se mueven y las fuerzas políticas se alejan de España.

El catalanismo autonomista de CiU se ha convertido al independentismo y además se debilita ante ERC ya que, según la encuesta del CEO, el 21,5% de los electores convergentes de las últimas elecciones la abandonarían a favor de ERC, que sería el ganador de unos hipotéticos comicios. Y en el campo no independentista, Ciutadans –un partido antinacionalista pero que Albert Rivera ha tenido la intuición de no ligarlo a ningún partido español– también crece, básicamente a costa del PP (un 22,5% de sus electores de hace un año votarían ahora a Rivera) y en menor medida del federalismo (un 5,7% de los electores del PSC del pasado noviembre abandonarían a Pere Navarro y se pasarían a Ciutadans).

El independentista Oriol Junqueras se ha convertido en el político catalán más fiable, por delante de Artur Mas y a mayor distancia de todos los otros líderes. Según el CEO, nada menos que un 62% de los encuestados creen que sus propuestas transmiten confianza a la sociedad catalana. Madrid haría bien en reflexionar, porque Rajoy y Rubalcaba obtienen porcentajes de rechazo (no de confianza) superiores. No en Cataluña, sino en España. 

La manifestación para celebrar el Día de la Hispanidad, convocada por una plataforma no partidaria y apoyada por el PPC y Ciutadans, ha sido un éxito. Ha participado mucha más gente que el año pasado, había más jóvenes y ambiente más cosmopolita (tuvo gran éxito el corazón repartido por Ciutadans con tres áreas: Cataluña, España y Europa) y el ambiente festivo-cívico (nada crispado) era también más evidente. La Guardia Urbana municipal de Barcelona, donde manda CiU, contabiliza 30.000 manifestantes. Son muchos. La Delegación del Gobierno de España (PP), 105.000, y los organizadores 160.000. Es el tradicional baile de cifras. Haciendo una media entre Ayuntamiento y Gobierno saldrían unos 50.000-60.000 manifestantes. Es una cifra muy alta que me huele ajustada y que revela que hay muchos ciudadanos catalanes (ahora más que antes) que se movilizan para decir que también se sienten españoles. Es lógico. Las dos grandes manifestaciones independentistas del 11 de septiembre de los dos últimos años tienen que provocar una reacción y una movilización inversa de los que no son independentistas.

Artur Mas Oriol Junqueras Barómetro del CIS PSC CiU Mariano Rajoy