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Sube la alarma, la CEOE se preocupa
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Sube la alarma, la CEOE se preocupa

Que la tensión sigue al alza en Cataluña y entre los gobiernos de la Generalitat y de Madrid no es nada nuevo. Uno sólo quiere negociar

Que la tensión sigue al alza en Catalunya y entre los Gobiernos de la Generalitat y de Madrid no es nada nuevo. Uno sólo quiere negociar “la consulta” (sin desvelar el contenido pero flotando la voluntad independentista) y el otro no quiere mover ficha refugiándose en la Constitución y en una supuesta “voluntad de diálogo sin fecha de caducidad”. Pero es difícil que nadie crea sincera la voluntad de diálogo cuando en un momento de grave desafección de la opinión pública catalana, al Gobierno Rajoy no se le ocurre otra mercromina para curar heridas que bajar la inversión pública el próximo año un 8% en toda España y un 25% en Catalunya. Parece diseñado por un agente infiltrado con el objetivo de soliviantar la sociedad catalana, incluido el empresariado y las capas más conservadoras.

En este contexto de desencuentros, repetido hasta la saciedad –memorial de agravios del conseller Homs que fue desautorizado por Duran i Lleida, el secretario general de la coalición CiU y el presidente de la parte catalana de la Comisión Mixta Estado-Generalitat, e incidente entre Artur Mas y la vicepresidenta sobre quién debía presidir la cena de entrega de premios de la patronal catalana– sería una gran ingenuidad creer que puede haber una aproximación en las próximas semanas. Más bien todo apunta a lo contrario. Cierto que tanto Rajoy como Mas son –pese a que demasiadas veces su comportamiento no lo parece– políticos responsables y que quizás han llegado al pacto tácito de mantener la confrontación sobre la consulta pero no hacer nada inevitable –no disparar– en el 2014. Luego, como en el 2015 hay elecciones municipales en primavera y autonómicas en otoño, podría llegarse al 2016 con mucho ruido pero sin auténtico choque de trenes.

Pero si no hay choque de trenes y tampoco ninguna voluntad de aproximación, el ambiente se va cargando y la advertencia de Duran i Lleida a Rajoy en la sesión de control de la semana pasada (si usted no se mueve, se va a encontrar con una declaración unilateral de independencia que en el Parlament “algunos” le van a votar) adquiere toda su significación. Duran no cree factible –sabe que la UE es una unión de Estados– ni deseable la independencia, pero tampoco es suicida y sabe que la defensa del actual statu quo (Estatut recortado por el Constitucional y continua voluntad de recentralización amparándose en la lucha contra el déficit) tiene muy poco recorrido en Catalunya. Abogaría por alguna especie de tercera vía (con más cafeína que la reforma constitucional de Pere Navarro y con mucho más que la de Rubalcaba) que tiene muy pocas posibilidades en el bloqueo actual, donde a Mas sólo le interesa la consulta para ir a la independencia y Rajoy cree que la independencia es imposible (Zapatero y algunos empresarios como Lara opinan lo mismo).

La patronal está cada día más preocupada tanto por la deriva independentista de Artur Mas como por el progresivo crecimiento de Oriol Junqueras (…) Rajoy quizás esté tranquilo pero Rosell está cada día más alarmado

Pero Rajoy, al contrario que los otros dos, cree, o está forzado a actuar así por la actitud ofensiva de Aznar, que le ataca casi continuamente (¡qué diferencia con la actitud de Zapatero el domingo por la noche en laSexta!), que lo más conveniente es no hacer nada y esperar a que las contradicciones dentro del nacionalismo aborten lo que en Catalunya se ha bautizado como “el proceso”, la marcha imparable hacia la independencia. Lo que pasa es que sus ministros incendian con la ley Wert o con las caídas de la inversión pública.

Pero las encuestas indican que el impasse favorece la radicalización con actores políticos menos experimentados. Así, en la última encuesta del CEO -el CIS catalán- tanto el PP como el PSOE y CiU pierden casi un cuarto de sus electores a favor de ERC (caso de CiU), de Ciutadans (PP) y de ERC, ICV y Ciutadans (el PSC). A alguien en Madrid le puede interesar esta fragmentación, pero Duran y la patronal saben que eso puede ser una bomba de relojería y están cada día más preocupados tanto por la deriva independentista de Artur Mas como por el progresivo crecimiento de Oriol Junqueras, que no esconde un ápice que su objetivo es la independencia.

Si Artur Mas convoca –tal como ha prometido y lo necesita hacer para que ERC le vote los presupuestos– la consulta para mediados del 2014, el órdago estará lanzado. Rajoy podrá no autorizarla y Mas acatar pero como la exigencia de consulta es muy mayoritaria –un 80% según las últimas encuestas– ello conllevará una frustración creciente que podría beneficiar a Mas o a Jonqueras (o a los dos) y que en todo caso debilitaría a los políticos y partidarios de la tercera vía (empresariado, Duran i Lleida, PSC e ICV). En este contexto habrá que ver lo que pasa en las próximas elecciones europeas, municipales y generales en las que ERC podría ir ganando terreno. Y se constata que la patronal –la española y la catalana– se sienten cada día más preocupados por la situación. El Foment invitó a sus premios a la vicepresidenta para facilitar algún diálogo con Artur Mas. El resultado ha sido el enroque del presidente de la Generalitat en la estrategia de confrontación. Hasta el punto de que el presidente de la CEOE, y antiguo presidente durante muchos años del Foment, ha creído necesario afirmar en público que Duran conoce bien lo que pasa en España y en Catalunya. O sea que la llamada DUI (Declaración Unilateral de Independencia) es posible.

Un escenario que la patronal teme es que el ambiente se vaya cargando entre Catalunya y España (Mas porque lo desea y Rajoy no se sabe bien por qué) y que España quede con un Gobierno débil a finales del 2015 tras las próximas elecciones generales. Y en el 2016 se celebrarán obligatoriamente las catalanas. Entonces, si las fuerzas independentistas tienen una mayoría parlamentaria sólida (cosa posible pero no segura) Mas o Junqueras (o los dos juntos porque no está claro quien ganaría) harían una declaración de independencia en el Parlament supeditada a lo que los catalanes decidieran en una consulta que exigirían –ahora con más fuerza– que el Gobierno español autorizara.

Que la tensión sigue al alza en Catalunya y entre los Gobiernos de la Generalitat y de Madrid no es nada nuevo. Uno sólo quiere negociar “la consulta” (sin desvelar el contenido pero flotando la voluntad independentista) y el otro no quiere mover ficha refugiándose en la Constitución y en una supuesta “voluntad de diálogo sin fecha de caducidad”. Pero es difícil que nadie crea sincera la voluntad de diálogo cuando en un momento de grave desafección de la opinión pública catalana, al Gobierno Rajoy no se le ocurre otra mercromina para curar heridas que bajar la inversión pública el próximo año un 8% en toda España y un 25% en Catalunya. Parece diseñado por un agente infiltrado con el objetivo de soliviantar la sociedad catalana, incluido el empresariado y las capas más conservadoras.

Artur Mas CEOE Oriol Junqueras Pere Navarro PSC