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¿Hasta el borde del precipicio?
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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¿Hasta el borde del precipicio?

La semana pasada estuve en dos actos relacionados con el encaje de Cataluña en España –moderé un coloquio en Madrid del Foro de Foros y asistí

La semana pasada estuve en dos actos relacionados con el encaje de Cataluña en España: moderé un coloquio en Madrid del Foro de Foros y asistí al almuerzo de La Fonteta (minúscula localidad de Girona), donde el cazatalentos Luis Conde y su mujer, Susana, invitan cada año por la fiesta de la Candelaria (este año no ha coincidido exactamente) a un amplio grupo de matrimonios amigos entre los que abundan los empresarios catalanes y también madrileños (Conde tiene oficina en la capital).

Al almuerzo asiste como invitado de honor el presidente de la Generalitat, Artur Mas, así como varios consellers y algunos políticos de Madrid. Este año estaban la ministra Ana Pastor, investida embajadora especial de Rajoy para Cataluña, el ministro Soria, Esperanza Aguirre (que preside el consejo asesor de la empresa de Luis Conde), la exvicepresidenta socialista Elena Salgado…y, detalle importante, dos destacados miembros del gabinete de Rajoy, Jorge Moragas y Cristina Ysasi-Ysasmendi.

En el Foro de Foros (participaron desde Joan Ridao, antiguo secretario general de ERC hasta Jaime Pérez Renovales, subsecretario de la Presidencia) hubo gran corrección y una sincera exposición de posiciones. Y se constató que entre Joan Ridao, representativo de la mayoría del Parlament que exige celebrar una consulta, y Jaime Pérez Renovales media un abismo. Se puede dialogar y discutir, pero llegar a un acuerdo ponderado –en la línea que preconizaron el notario Juan Jose López Burniol, partidario de una reforma constitucional de corte federal, o Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, que aboga por una interpretación flexible de la Constitución– parece objetivo imposible.

En La Fonteta el ambiente era muy distinto. Los empresarios catalanes –quizás el grupo mayoritario– asisten porque son amigos de Luis Conde y coinciden en líneas generales con su posición: superar el conflicto y llegar a un acuerdo que tenga como base tanto otro modelo de financiación (el mismo presidente del Foment Gay de Montellá ha defendido en público un pacto fiscal similar al vasco) como el blindaje de la política lingüística y cultural, que evite el choque de trenes entre Cataluña y España.

Se podría decir que la burguesía catalana explicita que comparte y apoya muchas de las reivindicaciones de Artur Mas –CiU ha sido siempre su opción preferida–, pero pone serios reparos a la alianza con ERC y a la opción independentista. Y los empresarios y políticos de Madrid quisieron testimoniar que, pese al conflicto, los puentes con Cataluña siguen abiertos y que son partidarios –algunos quizás sólo platónicamente– del diálogo.

El ciclo electoral que empieza con las europeas impide una negociación seria entre la Generalitat y Madrid, y el conflicto amenaza con enconarse y pudrirse

Pero el almuerzo de La Fonteta siguió a una convención del PP catalán que demostró que ahora está pendiente de las elecciones europeas y su gran preocupación es que la franja mas derechista de su electorado no se pase a la abstención o al nuevo partido VOX que personifican Ortega Lara y Alejo Vidal-Quadras. En este contexto y visto el abandono posterior de Jaime Mayor y el absentismo de Aznar (en la próxima convención popular) está claro que Mariano Rajoy –que hizo un discurso correcto y firme pero sin gestos de apertura– no va a mover ficha a corto plazo.

Y las intervenciones de sus teloneros –Cospedal hablando de “machetazos”, Montoro haciendo de algo tan delicado para Hacienda como la publicación de las balanzas fiscales el eje central de un mitin partidario, o sea, confundiendo el interés del Estado con el del partido, y Alicia Sánchez Camacho comparando la situación catalana con la de Euskadi en sus peores momentos– no ayudaron a que el discurso de Rajoy tuviera una buena acogida. La convención del PPC del pasado fin de semana benefició más a CDC y ERC que a los ‘populares’.

Y tras las elecciones europeas vendrán las autonómicas y municipales de mayo del 2015 y las generales del otoño-invierno. O sea que el PP no modificará su rigidez contraria a una negociación seria hasta, como mínimo, finales del 2015.

Pero es que Artur Mas, que se ha comprometido a algo tan imposible hoy por hoy como un referéndum legal –aprobado o tolerado por Madrid– en noviembre de este año, tampoco va a bajar sus exigencias: una consulta que se plantea como no vinculante pero que el núcleo duro de CDC y ERC ven como el punto culminante de la marcha hacia la independencia. Artur Mas fue a La Fonteta porque debe cuidar al empresariado –ganó las elecciones del 2010 haciendo bandera del business friendly–, pero ahora su objetivo es ganar las europeas a ERC, que no ha querido una candidatura conjunta.

Y para ello –quizás equivocadamente porque tiene electores centristas desorientados– cree que debe garantizar que su independentismo es –como mínimo– tan sincero como el de Oriol Junqueras. Y tras las europeas, algo similar le pasará en las municipales y en las generales. No digamos nada en el caso de unas elecciones catalanas anticipadas y ‘plebiscitarias’ a finales de 2014 o principios de 2015, cosa que no se puede descartar aunque los empresarios creen (en sus días optimistas) que, con los presupuestos del 2014 aprobados, podrían prorrogarse en el 2015, Artur Mas habría recuperado la libertad y podría llegar al 2016.

Conclusión: ni Mariano Rajoy ni Artur Mas van a negociar en serio hasta pasado el actual ciclo electoral (europeas de mayo del 2014, autonómicas españolas y municipales de mayo del 2015, legislativas españolas a finales del 2015 y catalanas en algún momento y con límite en el otoño del 2016). Y en este periodo de tiempo –sobre todo en los aledaños de la fecha prevista para el referéndum de noviembre de este año– las cosas se pueden no sólo enconar, sino encender. Hay riesgo serio de un incremento de la crispación que puede comportar –como advertía el reciente informe de la agencia Moody´s– consecuencias económicas negativas para Cataluña y para España.

Un hombre como Luis Conde, optimista y con gran capacidad de interlocución (como ha demostrado con el almuerzo de La Fonteta) se pregunta si llegaremos al borde del precipicio

Pero lo peor es que tampoco hay ninguna garantía de que, pasado el ciclo electoral, las cosas se vayan a encauzar. Por parte de CDC y ERC –salvo fracaso electoral que les quitara la mayoría del parlamento catalán– es difícil que se pase de la exigencia de una consulta independentista a la búsqueda de un pacto del estilo señalado por Luis Conde o por los partidos de la tercera vía como el PSC, la Unió de Duran i Lleida o incluso Iniciativa per Catalunya-IU.

Pero tampoco los partidos españoles parecen dispuestos a aceptar nada de este tipo. El PP –salvo que le abandone su corriente más ultramontana– es muy reacio a admitir ni siquiera una disposición favorable a la reforma constitucional. El PSOE –Rubalcaba es un realista que sabe que el enquistamiento de la cuestión catalana es un peligro– ha asumido la iniciativa de Pere Navarro, el líder del PSC, de reformar la Constitución en un sentido federal. Pero es difícil que haya una mayoría sólida en Cataluña dispuesta a darse por satisfecha con una reforma federal que no introduzca elementos de asimetría que, en el caso de Euskadi, fueron asumidos hace muchos años y que hoy nadie cuestiona.  

Estamos pues ante un conflicto largo que puede eternizarse y pudrirse porque tampoco hay garantías de que pueda encauzarse ni en el 2016. No sería tan difícil ya que, como insinuó Miguel Herrero en el debate del Foro de Foros, un acuerdo político entre el PP, el PSOE y CiU basado en la confianza (en el 77 llegó hasta el PCE de Santiago Carrillo) bastaría para frenar la pendiente sin tener que –al menos en un primer momento– abordar algo tan complicado como la reforma de la Constitución.

Claro que también puede pasar –como admitió el propio Luis Conde ayer en una entrevista en TV3– que quizás las cosas tengan que empeorar para que al final ambas partes acepten que un pacto algo insatisfactorio es mejor que un pleito eterno. Que tanto los políticos de Madrid como los de Barcelona sólo reaccionen cuando se encuentren al borde del precipicio. Cuando hasta un hombre como Luis Conde –un optimista biológico con gran capacidad de interlocución– evoca el precipicio…       

La semana pasada estuve en dos actos relacionados con el encaje de Cataluña en España: moderé un coloquio en Madrid del Foro de Foros y asistí al almuerzo de La Fonteta (minúscula localidad de Girona), donde el cazatalentos Luis Conde y su mujer, Susana, invitan cada año por la fiesta de la Candelaria (este año no ha coincidido exactamente) a un amplio grupo de matrimonios amigos entre los que abundan los empresarios catalanes y también madrileños (Conde tiene oficina en la capital).

Artur Mas Ana Pastor Cataluña Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Mariano Rajoy