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Rubalcaba a Barcelona y Homs-Vilarrubí a Madrid
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Rubalcaba a Barcelona y Homs-Vilarrubí a Madrid

Ayer tuvieron lugar dos tomas de posición públicas que indican la creciente alarma que la actitud del gobierno catalán está provocando entre muchos empresarios y que

Ayer tuvieron lugar dos tomas de posición públicas que indican la creciente alarma que la actitud del gobierno catalán está provocando entre muchos empresarios y que ha aumentado tras el pacto de diciembre de la doble pregunta para la consulta (sin explicar cómo se contabilizarían los resultados) y tras el debate de laSexta entre Felipe González y Artur Mas. El debate fue interesante y Mas tuvo una actitud muy correcta, pero sobre el gran cuello de botella –la insistencia en la consulta en Cataluña como paso previo a cualquier negociación– no hubo cambio. Los analistas europeos aseguran que es muy difícil que cualquier Gobierno europeo admita una consulta que puede llevar al fraccionamiento del Estado y subrayan que, en el caso británico, Cameron sólo pacto el referéndum cuando el Scottish Nacional Party (SNP), con un mensaje claramente independentista, ganó las elecciones por mayoría absoluta. Algo que está muy lejos de lo sucedido en Cataluña.

Ayer las empresas alemanas instaladas en Cataluña –que son muchas, desde hace muchos años e importantes– presentaron su “Declaración de Barcelona” en la que afirman que las consecuencias económicas de la independencia serían nefastas y que una Cataluña independiente se quedaría muchos años fuera de Europa. El presidente de la agrupación es nada menos que el consejero-delegado de BASF. Como las fuertes empresas alemanas no pueden ser acusadas ni de españolistas ni de sucumbir al discurso del miedo, su declaración es relevante. Además, Juan Rosell, el empresario catalán que tras muchos años presidiendo el Foment (con serios conflictos con José María Cuevas) está hoy al frente de la CEOE y que suele ser discreto, se soltó ayer la melena en un coloquio con periodistas madrileños y dijo que “la mayoría de los catalanes ni nos queremos ir ni nos vamos a ir, porque sabemos que es mucho mejor seguir juntos”.

¿Qué está pasando para que los empresarios catalanes –siempre tan prudentes a la hora de definirse políticamente– se estén movilizando? Pues que Artur Mas les ha defraudado. En 2010, la mayoría del empresariado catalán, que fue radicalizándose (no sin razon pero sí con exceso) contra los tripartitos de Pasqual Maragall y José Montilla, creyó que el candidato que se presentaba como business friendly era la solución y que su nacionalismo sería tan pragmático como el de Jordi Pujol durante tantos años. Pero ahora están escamados, tanto porque Mas no logró la mayoría absoluta en 2012 como por su radicalización independentista y la falta de diálogo con Madrid (de la que no obstante atribuyen la mayor parte de la culpa a la rigidez de Rajoy).

En este contexto y tal como informó El Confidencial, el pasado miércoles por la noche un pequeño grupo de pesos pesados de la empresa catalana que se reunen sin periodicidad invitaron a Alfredo Pérez Rubalcaba. La cena se celebró en casa del conde de Godó, el editor de La Vanguardia, y estaban Isidre Fainé y Josep Oliu, los presidentes de los dos bancos catalanes (CaixaBank y Sabadell), que son el primero y el cuarto o quinto español, así como Leopoldo Rodés (Havas), Marc Puig (Puig), Isac Andik (Mango) y Artur Carulla (Agrolimen). A última hora no asistió José Manuel Lara, el miembro de este grupo más próximo a las tesis del PP. Y la corriente pasó.

Los empresarios encontraron a un Rubalcaba ágil y pragmático, que de entrada dijo que la vía emprendida por Artur Mas no llevaba a ninguna parte y que Rajoy se equivocaba al no abrir una puerta a una negociación que rebajara la tensión. Y que la salida era una reforma de la Constitución en un sentido federal. Es una posición que encaja bastante con la de la mayoría de la crema del empresariado catalán, que cree que salir de España –o hacer subir demasiado la tensión– es negativo, pero que cree imprescindible el pacto de España con el catalanismo (el de la CDC de Pujol, el del PSC de Maragall) para solucionar el envenenado asunto de la financiación que castiga las infraestructuras y el dinamismo económico catalán. Estos empresarios, muy diversos, van desde un catalanismo subido (Carulla) a un españolismo contenido (Lara) y creen que el choque de los nacionalismos no lleva a ninguna parte. Uno de los asistentes confiesa que a la mayoría le gustó la flexibilidad de Rubalcaba y están frustrados por la rigidez de Rajoy, que les parece contraproducente.

La alarma por la radicalidad independentista de Mas al hacer un alambicado pacto para una consulta el 9 de noviembre y por la nula capacidad negociadora de Madrid va en aumento. E incita a empresarios de Barcelona y Madrid a reunirse con los protagonistas políticos e intentar una difícil labor de mediación. No quieren conflictos que puedan tener un impacto económico negativo

Pero la cena Rubalcaba-burguesía catalana no es la única operación en marcha para suavizar la tensión. La Generalitat, algo asustada por la cerrazón de Rajoy, está intentando presentar una imagen moderada en Madrid. Hace unos días en el domicilio madrileño del matrimonio de Carles Vilarrubí y Sol Daurella (propietaria del 40% de las acciones de la embotelladora de Coca-Cola en España) tuvo lugar una selecta cena –de la que informó El Mundo el pasado viernes– entre el conseller de Presidencia de la Generalitat, Francesc Homs, y relevantes personalidades del mundo de los negocios madrileño como Mónica Oriol (de la familia Oriol y presidenta del Círculo de Empresarios), Pedro Ballvé, presidente de Campofrío, Aldo Olcese (Fincorp), Jorge Delclaux, de Roland Berger España, Marcos de Quinto (Coca-Cola)…

La cena tiene relevancia porque Homs, un político stajanovista, es hoy en día el hombre de CDC más próximo a Artur Mas y porque Carles Vilarrubí, vicepresidente del Fútbol Club Barcelona y vicepresidente de Rothchild España, es un empresario de éxito muy vinculado a Convergència Democràtica que ha hecho de interlocutor con los poderes de Madrid en otras ocasiones. Vilarrubí (59 años) hizo de chófer de Jordi Pujol en la primera campaña electoral de 1977 (era entonces íntimo amigo de su primogénito, Jordi Pujol Ferrusola). Cuando Pujol fue president, desarrolló con éxito la dirección de Catalunya Ràdio y luego la del organismo de loterías y apuestas de la Generalitat. En los pactos del Majestic entre Aznar y Pujol –cuando la primera investidura del líder conservador en 1996– se acordó el nombramiento de Carles Vilarrubí –esposo ya de Sol Daurella– como consejero de Telefónica (Juan Villalonga era el presidente). Es desde poco después socio de la radio de Godó y fue nombrado hace poco miembro del Consejo de Administración de la Fira de Barcelona.

La cena entre Francesc Homs y la élite madrileña en un momento de máxima tensión entre Rajoy y Mas (ahí están las repetidas declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría) tiene pues un alto interés político, aunque Homs sostiene que sólo era una cena privada. El conseller de la Presidencia se presentó como un político responsable y preocupado porque la tensión había subido demasiado. Insistió en que la consulta era obligada e inevitable debido a que Mas la había prometido, la calle la exigía y su no realización sólo fortalecería a los más radicales, pero desdramatizó sus consecuencias. Su resultado no es vinculante (y el sí tampoco tiene garantizada la victoria) y además tras la consulta habría que negociar una salida con España que podía pasar por cambios constitucionales. Causó buena impresión a casi todos los comensales.

Así, mientras Mas y Homs mantienen firmes sus posiciones públicas, saben –sobre todo después de las advertencias europeas– que cualquier solución al conflicto (incluso la muy difícil independencia) pasa por una negociación con el Gobierno español. Y que en este contexto tienen que tender puentes con la sociedad civil madrileña (como Rubalcaba hace con la catalana).

Nadie algo responsable puede descalificar en este momento cualquier aproximación entre la Generalitat y el establishment madrileño, pero es indudable que el discurso de los mítines de Barcelona y de las cenas de Madrid no es demasiado coincidente. Aunque el propio Homs ha repetido después en Madrid –en la Cadena COPE– planteamientos que sin abdicar de las tesis de CDC modulan mucho su radicalidad. Un diputado de CDC en Madrid suelta una curiosa comparación. Felipe González blindaba al liberal Miguel Boyer como superministro económico, pero Alfonso Guerra decía que la nacionalización de Rumasa había sido “todo pal pueblo”. ¿Es Homs el Miguel Boyer o el Alfonso Guerra de Artur Mas? 

Ayer tuvieron lugar dos tomas de posición públicas que indican la creciente alarma que la actitud del gobierno catalán está provocando entre muchos empresarios y que ha aumentado tras el pacto de diciembre de la doble pregunta para la consulta (sin explicar cómo se contabilizarían los resultados) y tras el debate de laSexta entre Felipe González y Artur Mas. El debate fue interesante y Mas tuvo una actitud muy correcta, pero sobre el gran cuello de botella –la insistencia en la consulta en Cataluña como paso previo a cualquier negociación– no hubo cambio. Los analistas europeos aseguran que es muy difícil que cualquier Gobierno europeo admita una consulta que puede llevar al fraccionamiento del Estado y subrayan que, en el caso británico, Cameron sólo pacto el referéndum cuando el Scottish Nacional Party (SNP), con un mensaje claramente independentista, ganó las elecciones por mayoría absoluta. Algo que está muy lejos de lo sucedido en Cataluña.

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