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Joan Tapia

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Cataluña: cuando crece la alarma

Medios económicos piden al PSC la abstención en la investidura de Mas

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

El pasado jueves -el día después de mi último Confidencias- la CUP tomó la palabra. Toda Cataluña estaba pendiente -radios y televisiones en directo incluidas- de lo que iban a decir seis dirigentes de la fuerza anticapitalista.

Resultado: la CUP (10 escaños) solo está dispuesta a entenderse con Junts Pel Sí (62 diputados, seis menos de la mayoría absoluta) si se pacta un programa de ruptura con España que abra una vía revolucionaria. ¿Artur Mas? Eso se verá después de la prueba irrefutable de la ruptura con la legalidad. Tras la proclamación de que el nuevo Parlament ya no es una cámara autonómica sino una asamblea constituyente.

Total, que lo más probable es que nos enfrentemos a una larga y ruidosa negociación -con estética cubana y final incierto incluidos- que puede hacer que el 20-D, la fecha de las elecciones españolas, Cataluña siga con un presidente en funciones. E incluso que en marzo se tengan que repetir las elecciones (por tercera vez en cuatro años).

Los medios económicos -desde las pymes a las grandes empresas- están desolados y contienen la respiración. ¡Que Mas estuviera obligado a pedir el indulto de la CUP para ser investido no lo podían ni imaginar! Y que dirigentes de JpS como Raül Romeva o el convergente Josep Rull dijeran que lo defendido por los anticapitalistas les parecía razonable y que había muchos puntos de coincidencia, les provoca estupefacción y les ha sentado como un puñetazo con guante de hierro en el estómago.

La proclama de la CUP sobre la ruptura con la legalidad española y la disposición de Junts pel Sí a negociar preocupan al empresariado catalán

Además, la hipótesis de un no acuerdo con la CUP y nuevas elecciones en marzo tampoco les tranquiliza nada porque implica alargar la etapa de provisionalidad e incrementar el desconcierto. En este sentido, la degradación del 'rating' de la deuda catalana por parte de Standard & Poor's ha sido un mazazo. Cierto que pasar de bono basura a bono basura todavía menos fiable no parece grave a corto plazo. Cataluña ya no puede pedir hoy dinero a los mercados y su déficit mensual solo lo financia el Estado, que así pregona que ayuda y tapa el no a la reforma de la financiación autonómica a la que estaba legalmente obligado. La rebaja del 'rating' quiere decir fundamentalmente dos cosas. Una, que volver a salir a los mercados será todavía más largo y más complicado. Dos, que los medios bancarios internacionales creen que el 'procés' y la hoja de ruta de Artur Mas están llevando a Cataluña a una situación negativa para la economía.

Es algo que por fuerza tiene que preocupar a los empresarios catalanes y a los poderes económicos. ¿Cómo salir de este maldito embrollo? No me extrañaría nada que le pidieran a Miquel Iceta que el PSC -absteniéndose- permitiera la investidura de Mas y evitara así el sometimiento a la CUP. Según dice algún empresario, se evitaría así lo peor y luego, tras las elecciones generales y con un nuevo Gobierno en Madrid sin mayoría absoluta, se podría reintentar el diálogo de la Generalitat con Madrid.

Parece un escenario imposible. Un primer obstáculo es que el PSC ya permitió -absteniéndose en la segunda votación- la investidura de Artur Mas en diciembre de 2010 y que luego el 'president' pactó primero con el PP (la abolición del impuesto sobre la herencia) y luego con ERC (la ruta hacia la independencia). Pero el núcleo del problema es que Miquel Iceta ni puede ni quiere permitir la investidura de un 'president' que aboga por que Cataluña salga de España en 18 meses, si es necesario haciendo caso omiso del Tribunal Constitucional y con una declaración unilateral de independencia (la famosa DUI). Así, ni el PSC puede abstenerse ni -todavía peor- Artur Mas puede pedírselo, porque eso implicará la explosión de JpS, donde CDC solo tiene 30 diputados sobre 62, y que ha ido a las elecciones (con el apoyo de la ANC y Òmnium, las llamadas organizaciones de masas) con la promesa de la independencia exprés.

Este es el clima en Cataluña después de que una amplia coalición independentista ganara las elecciones sumando el 39,5% de los votos y sin mayoría absoluta. Rafael Jorba, un periodista con gran experiencia en la información política -tanto en Francia, donde fue corresponsal, como en 'El Periódico', 'El País' y 'La Vanguardia'-, escribía ayer con agudeza: “El problema no es la CUP, sexto grupo del nuevo Parlament, con cerca de 338.000 votos y 10 escaños. La CUP es previsible: hace lo que dice. El problema es CDC, el partido del presidente Mas, que parece dispuesto a sacrificar en el altar del proceso -y del poder- su ideología liberal y su perfil reformista. Lo dijo hace una semana Neus Munté (vicepresidenta actual con Mas): “Hemos pasado muchas pantallas”. Sí, el problema es CDC, que en su huida hacia delante ha saltado tantas pantallas que no se sabe si ha entrado en el espacio sideral o en un agujero negro.

La rebaja del 'rating' de la deuda catalana indica que los medios bancarios internacionales creen que la hoja de ruta de Artur Mas es negativa para la economía

Ante esta situación -Mas dependiente de la CUP y dispuesto a todo para ser investido-, los medios económicos catalanes están desconcertados y acongojados. Miquel Roca Junyent, que fue número dos de CDC, que hoy preside uno de los primeros despachos de abogados de España y que escribe un corto artículo semanal en 'La Vanguardia' en el que -con prudencia, 'seny' y máxima cautela- siempre intenta lanzar el mensaje optimista de un final negociado del 'procés', ayer optó por hablar del Premio Nobel de la Paz a “la revolución democrática anónima de los millares de ciudadanos tunecinos”.

Roca -como los empresarios catalanes- no ha tirado la toalla pero está intelectualmente sublevado al encontrarse entre un Gobierno de Madrid que no ha hecho nada en toda una legislatura para cambiar el clima de desafección -y que esta semana está incendiando media Cataluña con la citación de tres miembros del Gobierno catalán (Artur Mas incluido) ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya- y una coalición ganadora catalana que quiere no solo la independencia en 18 meses (piensen lo que piensen S&P y el Tribunal Constitucional) sino también el apoyo de una fuerza revolucionaria, asamblearia y anticapitalista. Y la perplejidad tiende a convertirse en alarma.

¿Y si finalmente pasara lo peor? Como repite el notario López Burniol -otro cualificado partidario de la tan denostada tercera vía-, hay que tener cuidado porque una Cataluña desestabilizada no ayudaría a que en España se abordaran los problemas con algo de serenidad.

La única esperanza es que tras las elecciones de diciembre las cosas puedan moverse algo en la buena dirección, tanto en Madrid como en Barcelona. Lo terrible para el empresariado (dicho así en general siempre es inexacto) es que ello parece que debería pasar por un serio correctivo a la baja (por ser prudentes) tanto de Artur Mas como de Mariano Rajoy, dos caballos por los que -no hace tanto- apostaban con devoción.

El pasado jueves -el día después de mi último Confidencias- la CUP tomó la palabra. Toda Cataluña estaba pendiente -radios y televisiones en directo incluidas- de lo que iban a decir seis dirigentes de la fuerza anticapitalista.

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