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La tumba que Trump se está cavando, en cinco gráficos
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La tumba que Trump se está cavando, en cinco gráficos

Toda su estrategia ha estado enfocada al electorado blanco. Y si la campaña no le ha terminado de funcionar es porque en esa capa social viene obteniendo menos apoyo que Romney, su antecesor

Foto: El candidato presidencial republicano, Donald Trump, observa a su rival demócrata durante el segundo debate televisado, en Washington University, San Luis, Misuri. (Reuters)
El candidato presidencial republicano, Donald Trump, observa a su rival demócrata durante el segundo debate televisado, en Washington University, San Luis, Misuri. (Reuters)

Es agradable pensar que el adversario puede ser derrotado con una bala de plata, pero casi nunca es posible y el equipo de Clinton lo sabe. Quizá por eso, los demócratas parecen haber optado por una serie de bombardeos selectivos, quirúrgicos. La última de esas operaciones se activó 'casualmente' 48 horas antes del segundo debate, con el lanzamiento del vídeo que recoge la conocida sarta de expresiones sexistas de Trump.

Foto: El candidato republicano habla con el público tras el segundo debate presidencial, en San Luis, Misuri (Reuters).

Sin duda, ha sido la ofensiva electoralmente más dañina hasta el momento. Los efectos están siendo tan devastadores para el Partido Republicano como para la imagen pública de su candidato, que ha demostrado en el segundo debate lo que suelen mostrar los agresores cuando son atacados: piel fina y respuesta torpe. Es un perfil psicológico que no reacciona bien cuando es arrinconado: o cae en el victimismo, o se arroja a la agresividad y cava su propia tumba. Eso fue lo que vieron en vivo y en directo decenas de millones de votantes.

Habrá quien diga que no le ha ido tan mal porque las expectativas ya estaban muy bajas. Creo que el argumento es de corto alcance. Las dos primeras encuestas serias le señalan como derrotado en el debate (CNN: Clinton 57% - Trump 34% / Yougov: Clinton 47% - Trump 42%). No parecen los mejores indicadores cuando la curva ya venía descendiendo y las oportunidades se siguen agotando.

Habrá quien considere que tras este segundo debate resulta más difícil que Trump renuncie a su candidatura y se baje de la carrera. Pero la verdad es que ya era poco probable. Tres motivos:

Primero, porque Trump tiene orgullo y el apoyo de las bases.

Segundo, por los obstáculos orgánicos: el proceso tendría que seguir los tortuosos 'estatutos' del Partido Republicano, y sus líderes no están tan convencidos como parece, temen desatar el apocalipsis interno.

Y, tercero, por las cuestiones operativas: las papeletas ya están impresas en muchos estados (Florida, Carolina del Norte, Virgina, Texas…) y allí existe el 'early vote'. En 2012, un tercio de los votantes ejerció su derecho antes de la jornada electoral. En 2016 ya ha votado este ciudadano.

Por lo tanto, quizá convenga apartar la idea de 'la bala de plata' (sin desterrarla totalmente, porque las aguas pueden agitarse todavía más), y centrarse en el análisis, en la trayectoria de la herida abierta.

Al fin y al cabo, el segundo debate venía ya condicionado por la publicación del vídeo con los detestables comentarios de Donald, y Trump, con su actitud, ahondó el agujero.

La diferencia entre este caso y los anteriores radica en que afecta directamente a la mitad del corazón de su electorado: al votante blanco. Los episodios de racismo le dañaban ante los votantes afroamericanos o latinos, pero fortalecían su zona prioritaria.

Toda la estrategia de Trump ha estado enfocada al electorado blanco. Y si la campaña no le ha terminado de funcionar es porque en esa capa social viene obteniendo menos apoyo del que obtuvo Mitt Romney, su antecesor en 2012.

Dos motivos:

El mensaje central de Clinton, la idea de que Trump no tiene las cualidades necesarias para ser presidente de los Estados Unidos, ha calado entre los norteamericanos blancos con formación universitaria.

Trump siempre ha tenido menor respaldo entre las mujeres blancas que entre los hombres blancos.

Durante los últimos y agitados días, el equipo de Trump se ha esforzado por fijar un marco menos perjudicial para las expresiones de su candidato: “charla de vestuario masculino”, “expresiones de macho alfa”… ¿Funcionará? No estoy muy seguro.

Quizá merezca la pena acercar un poco más la lupa a las mujeres blancas, desglosar su respaldo electoral en función de su formación académica. Clinton obtiene 25 puntos más que Trump entre las que fueron a la universidad. Y Trump, 12 puntos más entre las que no fueron. Exactamente ahí es donde apuntaron los demócratas, ahí es donde pueden cambiar las cosas.

Para tener alguna opción de llegar a la Casa Blanca, Trump necesita imperiosamente obtener mejores cifras entre los votantes blancos de las que obtuvo Romney en 2012. Hemos visto que está nueve puntos por debajo. Y estamos viendo que se ha instalado sobre la opinión pública una nube que oscurece las perspectivas del voto femenino al Partido Republicano, una nube que el segundo debate ha encapotado más.

A partir del viernes, comenzarán a publicarse las primeras encuestas que reflejen las consecuencias del cambio de luz. Pero si tenemos en cuenta la fotografía que se tomó justo antes de todo esto, puede anticiparse que Trump es 'Un hombre en la oscuridad'.

El paisaje ya ofrecía malos datos en los 'battleground states', los estados más decisivos para el resultado final. Por ejemplo, estos cinco.

Por lo tanto, en caliente, puede apuntarse que:

A Hillary se le está despejando el camino, nunca ha tenido más opciones de las que tiene ahora. Solo una catástrofe podría torcer su nave.

No puede descartarse un futuro ataque selectivo del Partido Demócrata que tenga como objetivo dañar la imagen de Trump entre los votantes blancos no universitarios.

El Partido Republicano comienza a entrar en una zona de riesgo, podría llegar a perder la mayoría en el poder legislativo si Trump acaba generando 'efecto lastre' a los candidatos locales.

Aunque todavía está lejos de ser el escenario más verosímil, sube algunos enteros la opción de que Trump termine siendo derrotado por una distancia cercana o superior a los 10 puntos.

Veremos. Queda poco menos de un mes, una eternidad. Tiempo para que a Trump le pase lo que al personaje de aquella novela de Auster... “Cuando el hombre abra los ojos, no conseguirá salir del hoyo”.

Es agradable pensar que el adversario puede ser derrotado con una bala de plata, pero casi nunca es posible y el equipo de Clinton lo sabe. Quizá por eso, los demócratas parecen haber optado por una serie de bombardeos selectivos, quirúrgicos. La última de esas operaciones se activó 'casualmente' 48 horas antes del segundo debate, con el lanzamiento del vídeo que recoge la conocida sarta de expresiones sexistas de Trump.

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