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Mi amigo de San Quirico ha encontrado un aliado para su revolución civil (II)
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Mi amigo de San Quirico ha encontrado un aliado para su revolución civil (II)

Llega y dice: “Lo tenemos que celebrar. Hoy pago yo”. El comienzo me gusta, pero no sé por dónde va mi vecino de San Quirico. “¿Lo has leído?

Llega y dice: “Lo tenemos que celebrar. Hoy pago yo”.

 

El comienzo me gusta, pero no sé por dónde va mi vecino de San Quirico.

“¿Lo has leído? Este chico me cae cada vez mejor”.

Lo dice mirando a la lejanía, lo cual  es bastante difícil cuando estás dentro de un bar. Pero yo, que le conozco, veo que su mirada está en Washington.

Se ha leído dos veces el discurso inaugural de Obama. Se lo saca del bolsillo. ¡Lo ha subrayado!

Como lo tiene delante y yo estoy al otro lado de la mesa y la letra del periódico es pequeña y no veo bien sin gafas, no puedo leer al revés el documento. (Cualidad indispensable, según dice mi amigo Alberto, para ser un buen Director Comercial.)

Y dice que no se imagina lo que le pasaría a ese señor si soltara este discurso en España. Y dice más: que está desconcertado porque nuestro Presidente ha dicho que el discurso le parece “muy positivo” y que considera que sitúa a España y Estados Unidos “en el mejor camino para una fluida y fructífera relación”.

Y entonces, va y dice que tome nota de lo que le ha gustado y que ponga entre paréntesis la comparación con España. Como podéis ver, los desayunos son cada vez  más sofisticados. Añoro aquellos tiempos en los que decíamos: “Dos bocadillos de jamón ibérico, una botella de vino, dos cafés y una copa de Cardhu”. Ahora tomamos lo mismo, pero con servilletas, manteles, rotuladores y con el miedo constante, por mi parte, de no entender y, por tanto, no reflejar exactamente lo que piensa mi amigo.

Dice que le ha gustado:

  1. Que Obama haya dicho que “nuestra economía está muy debilitada por la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también a causa  de nuestro fracaso colectivo a la hora de tomar decisiones difíciles y de preparar el país para una nueva era”. (O sea, que TODOS tenemos la culpa: unos, por caraduras y otros, por vagos-bobos, que piensan que el Gobierno ya les sacará las castañas del fuego.)
  1. Le encanta que, en su diagnóstico, Obama habla del “excesivo fracaso escolar”. (Y me dice: “Te lo he dicho mil veces, que  con nuestra blandura comodona al tratar a los hijos, estamos haciendo una nación de desgraciaos”.) (Segundo paréntesis: lo dice así, ´desgraciaos´, que suena más duro que ´desgraciados´.)
  1. Obama dice que “en este día, hay que proclamar un punto final a nuestros intrascendentes motivos de queja y nuestras falsas promesas, a  las recriminaciones y falsos dogmas que han asfixiado nuestras políticas”. (Aquí le tengo que parar a mi amigo, porque le veo dispuesto a lanzarse por la senda de lo políticamente correcto, haciendo una lista de todos los “dogmillas” -dogmas pequeñitos-, que hay que creer y que, si no te los crees, no eres digno de andar por la calle en este mundo tan moderno.)

 

  1. Además, al bueno de Obama se le ocurre decir que “en palabras de las Sagradas Escrituras, ha llegado la hora de dejar de lado las actitudes y comportamientos pueriles”

Mi amigo remata y dice: “Y, para colmo, dice que hay que rehacer América. ¡Y nuestro Presidente dice que le gusta! Pero este chico (siempre llama “este chico” a los que son más jóvenes que él, incluido el Presidente español), ¿de qué va?”

Vuelve a rematar. Es como Messi. Aunque falle el primer tiro, chuta el segundo. Dice:

“Ahora viene lo más gordo: en el discurso, Obama ha nombrado a Dios cinco veces. ¡¡En un discurso, más veces que todos los políticos españoles juntos en cuatro años!!”

 

Entusiasmado, tri-remata, o sea, tira a puerta por tercera vez: “¡Porque yo creo en Dios!” ¡Yo SÉ que Dios existe!”

Y como  está mosca, porque ha “bajado” a Barcelona y me dice que ha visto la propaganda llena de estulticia que han puesto en algunos autobuses, en la que dicen que “probablemente, Dios no existe”, repite “¡Sí que existe!”. Y, con su sonrisa picaruela, añade: “Probablemente”.

Como quiere acabar el desayuno con un apoteosis final, y ya que Obama ha citado las Sagradas Escrituras, mi vecino de San Quirico, que tiene la Biblia de su madre en casa, y que la lee a diario, me dice triunfalmente: “Como dicen las Sagradas Escrituras, ´stultorum infinitus est numerus´”. O sea, que el número de tontos es infinito. Fíjate, yo pensaba que se podían contar y resulta que no: que son incontables”.

Paga, se va y me quedo pensando en que cada vez  tiene más razón. Hoy no me ha hablado directamente de la revolución civil,   pero menuda revolución civil sería que nuestros gobernantes

  1. Dijeran claramente lo que hay que decir.
  1. No tuvieran la necesidad apremiante de agarrar a un periodista y soltarle la primera memez que se les ocurra.
  1. Pensasen en la Patria y no en su corral de gallinas.
  1. Hablando de gallinas, intentaran volar como águilas, en lugar de dar saltos ridículos por el gallinero.
  1. Creyeran en Dios.
  1. Lo dijeran, que no pasa nada si lo dicen.
  1. Dijeran que tenemos que trabajar. Siempre, y ahora, más.
  1. Dijeran que hemos de ser austeros, en el sentido de “sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes”.
  1. Dijeran que no esperemos que el Gobierno nos resuelva todo, porque ni sabe ni puede. (Y la oposición, tampoco.)
  1. Dijeran cuánto dinero hay en la Caja del Estado (en nuestra Caja, quiero decir), hoy.
  1. Dijeran cuánto dinero va a entrar, DE VERDAD, en los próximos 11 meses. (Enero ya se ha acabado.)
  1. Dijeran cuánto vamos a gastar en los próximos 11  meses.
  1. Dijeran cuánto dinero faltará, una vez que se haga la sofisticada operación de:
  1. Dinero que hay
  2. Más: dinero que va a entrar
  3. Menos: dinero que va a salir
  4. Igual a: dinero que falta

O sea, lo que en Lanaja, provincia de Huesca, llaman “la cuenta de la vieja” y en Harvard, “old woman´s account”. (Supongo.)

  1. Dijeran de dónde vamos a sacar el dinero que falta y cuántos intereses tenemos que pagar, porque quizá no nos lo presten gratis.
  1. Dijeran en cuánto tiempo tenemos que devolverlo.

Seguiría, pero, en vez de un artículo, me saldría un segundo libro, que no puedo escribir ahora, porque antes tengo que vender el primero.

Y menuda revolución sería que alguien nos dijera a ti y a mí, que se acabó (gracias a Dios) la época de la tontería y que

  1. Como siempre, hay que trabajar.
  1. Como siempre, hay que ser honrado.
  1. Como siempre, hay que ser leal.
  1. Como siempre, no se debe meter la mano en la caja ajena y llevarse los euros que encontremos a casa, sin permiso del dueño.
  1. Como siempre, es bueno construir.
  1. Como siempre, es malo destruir.
  1. Como siempre, es malo criticar  porque sí.

Ahora me tocaría hablar del tema de la esquizofrenia, pero lo guardo para el tercer capítulo de la revolución civil.  Y, como no le he dicho nada a mi vecino de San Quirico, él no sabe lo que quiero decirle, y así, en el próximo desayuno, voy a hablar YO, que ya va siendo hora.

Lo que pasa es que tendré que pagar yo.

Pero vale la pena.

P.S.

 

  1. “Morigerado” quiere decir “bien criado, de buenas costumbres”. Ya  sé que lo sabíais, pero por si acaso.

 

  1. No he podido encontrar en la Sagrada Escritura lo de los stultorum. Alguien me dice que lo que ha dicho mi amigo de San Quirico es una traducción incorrecta de un versículo del Eclesiastés, y que le parece que así sale en el Quijote. Lo diga quien lo diga, estoy seguro de que es verdad.

 http://www.leopoldoabadia.com

Llega y dice: “Lo tenemos que celebrar. Hoy pago yo”.