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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Crisis de identidad

No sé por qué, pero el otro día me acordé de Paco, un amigo andaluz al que no he visto hace muchos años. Paco era de izquierdas,

No sé por qué, pero el otro día me acordé de Paco, un amigo andaluz al que no he visto hace muchos años.

 

Paco era de izquierdas, y junto con Pedro, otro amigo mío, habían decidido derribar a Franco.

Me contaba Paco que un día, en pleno trabajo conspirativo, iban los dos en un Seat 600 por la carretera. No sé quién de los dos conducía. No tenían chófer por dos razones: porque no tenían ni una perra y porque en el 600 no cabían más que ellos dos y las hojas de propaganda clandestina que llevaban.

El que conducía se distrajo y el 600 se salió de la carretera y volcó. Tuvieron suerte de que la Guardia Civil andaba por allí cerca y les auxilió. Los guardias les recogieron y les llevaron a un hospital. Allí se quedó el 600 con las hojas antifranquistas.

Uno de los guardias civiles, buena persona él, se quedó en la habitación del hospital, entre las dos camas, mientras los heridos se iban recuperando. Lo malo fue que Pedro, al despertarse, le dijo a Paco: “Paco, las hojas”. Y Paco le decía al guardia: “No le haga caso, que está delirando”.

Paco se partía de risa cuando me lo contaba porque las cosas, vistas en  perspectiva, hacen que lo que entonces parecía peligroso, pasados los años resultaba cómico.

Hablaba bastante con Paco de nuestras ideas socio-políticas. Yo sabía que él era de izquierdas y yo le había dicho muchas veces que yo era de derechas.

Hasta que un día me preguntó qué opinaba yo sobre ciertos temas. No me acuerdo cuáles eran -me suele ocurrir bastante, sin duda por la edad-.

Supongo que los temas tenían que ver con la empresa, los derechos y deberes de los empresarios, de los capitalistas, de los directivos, de los empleados, de los obreros, del reparto del pastel suponiendo que haya pastel, del trato con las personas  que trabajan en la empresa, de su remuneración, de su formación, del papel de los sindicatos… En fin, de esas cosas de las que se habla y se habla y se habla.

Le dije lo que yo  opinaba y me dijo: “¡Pero eso es ser de izquierdas!”

 

Me quedé anonadado, pensando qué hubiera pasado si mi madre, mujer de orden, se hubiera enterado de que alguien sugería que su hijo único  era de izquierdas.

Han pasado los años. Hace tiempo que no hablo con Paco. Además, no tengo sus datos. El apellido es normal, de esos que acaban en “ez” y no lo encuentro ni en el listín telefónico ni en Google, que lo resuelve todo.

Pero ahora, cuando veo tanto lío por ahí, cuando los de derechas no son de derechas, sino que son de centro, pero un poco escorado hacia otro centro y los de izquierdas se encuentran con los de derechas en ese medio centro y al que piensa de una manera que no coincide con cualquiera de ellos le llaman extremista, de izquierdas o de derechas, pienso en esa frase tan vieja, que dice que contra Franco vivíamos mejor.

Esto de las etiquetas no sirve para nada. Mejor dicho, sirve para hacer daño, para que la gente hable de ideologías pasadas de moda, viejas reviejidas, como decía aquella tata bendita, la Megui, que ayudó tanto y  tantos años a nuestra familia, maneras de pensar inútiles para dirigir, ni un país ni una comunidad autónoma, ni un barrio de San Quirico.

Y entonces, como tienen pocas ideas y funcionan por etiquetas, dicen: “progresismo es lo que yo diga”. Y el otro le contesta: “pues no, que eres más conservador que yo”. Y el primero dice: “¿yo, conservador? ¡Conservador será tu padre!” Y el otro replica: “¡El tuyo, si es que lo conoces!” Y ya está liada.

Y mientras tanto, venga a aumentar el paro, venga a decir que queremos el despido libre. Y llega otro y dice que hay que subir el IVA y otro, que hay que debatir el aborto. Y el de más allá ha descubierto en un edificio de Alemania un escudo que, en parte es preconstitucional (si nos referimos a la Constitución de  de 1978) y en parte postconstitucional, si nos referimos a la Constitución de 1812, la de las Cortes de Cádiz. Y el otro dice que soplan aires de cambio. Y todos dicen que los Bancos no sueltan el dinero.

Y yo me canso. Iba a poner que la gente se cansa, pero como sólo he hecho la encuesta conmigo mismo, sólo puedo dar este resultado. Que es absolutamente fiable.

Y menso mal que no he tenido que votar ni en Galicia ni en Euskadi. Y que falta un poco para las elecciones generales. Porque si fueran mañana, me iba hoy a San Quirico y decía eso de que vote su padre. No añadiría lo de si lo conocen, porque en casa me enseñaron a ser educado y a respetar a la gente.

 

P.S.

 

1 Siempre que hablo de la Guardia Civil me acuerdo de aquellos guardias de hace años, que iban por parejas, andando por la carretera, uno por cada lado. También me acuerdo de mi amigo Juan Antonio, con el que coincidí en Estados Unidos en 1963, cuando asesinaron al Presidente Kennedy.

 

2 Entonces se habló de que el FBI se iba a hacer cargo de la investigación, y Juan Antonio, hombre práctico y de ideas claras decía: “No descubrirán nada. Si este caso se lo encargaran a un cabo de la Guardia Civil pequeñito, renegrido y con 1.500 pesetas de sueldo al mes, lo resolvía en una semana”.

 

3 Un día de estos estoy  citado con un amigo de izquierdas, parece que “de muchas izquierdas”. Lo conocí hace poco y nos caímos bien. Quedamos para tomar un café y hablar de cosas. No sé de qué hablaremos, pero sí estoy seguro de que la conversación no empezará diciendo: “Buenas tardes, yo soy de derechas. Buenas, yo soy de izquierdas.” Y no continuará diciendo: “¡A por la memoria histórica!” ¿Y sabéis por qué?  Porque, por lo poco que le conozco, me parece que este nuevo amigo de izquierdas es una persona honrada y seria. Y yo, que me conozco, intento serlo. A veces me falla, pero, en conjunto, creo que soy presentable. Y, tal como están las cosas, ser “presentable” es mucho.

http://www.leopoldoabadia.blogspot.com/

No sé por qué, pero el otro día me acordé de Paco, un amigo andaluz al que no he visto hace muchos años.