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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Hoy no toca hablar de Bankia

Ya lo sé. Hoy toca hablar de Bankia. Pero se han dicho tantas cosas que, o las copio, o digo cosas nuevas. Y como no se

Ya lo sé. Hoy toca hablar de Bankia. Pero se han dicho tantas cosas que, o las copio, o digo cosas nuevas. Y como no se me ocurre nada y no quiero copiar, que ya lo hice a su debido tiempo cuando iba al colegio, he decidido no hablar de Bankia.

No hablo de Bankia, aunque me dan mucha pena los 116 consejeros que tenían los consejos de las entidades que formaban esta institución, porque venga a aconsejar, pero no les han salido las cosas bien. En fin, que habrá que buscarse otro empleo. Lo siento por ellos, especialmente por dos que conozco, porque los amigos son los amigos. Aunque me ha desmoralizado ver lo poco "puesto" que estoy en el mercado: conocer a dos de 116 indica que mi fuerte no son las relaciones financieras.

Estuve el otro día en Palma de Mallorca, en la Primera Comunión de una de mis nietas. Allí me encontré con una persona. Le conocía de antes, pero nunca había hablado a fondo con él. Me sorprendió encontrarme con un hombre joven, educado, culto, con ideas propias.

Animados por un ‘gin tonic’, que, por cierto, estaba riquísimo, hicimos eso que se llama "arreglar el mundo".

Creo que no lo arreglamos. Por lo menos, no he visto en los periódicos noticias sobre nuestra conversación. Pero hablamos tranquilamente, desde puntos de vista políticos muy distintos.

Empezó diciéndome: "yo soy independentista". Como es catalán (como el 83,33% de mis hijos y el 91% de mis nietos), supuse que se refería a la independencia de Cataluña respecto a España. Yo le dije que yo también soy independentista. De España respecto al mundo.

Lo que pasa es que, hoy por hoy, los independentistas nos tenemos que aguantar un poco. Él, con la independencia de Cataluña. Yo, con la de España. Me da la impresión de que las cosas van en otra dirección. Cada vez que España saca pecho, lo hace mirando a Bruselas. Cada vez que Cataluña saca pecho, lo hace mirando a Madrid.

Como, con tanto viaje, hoy tengo la cabeza un poco desordenada, de mi conversación con este amigo en Palma, salto al AVE de Barcelona a Madrid. Hace unos días coincidí en el tren con un director de cine muy famoso. Como no le conozco, no le saludé. Pero, mientras le veía sentado unas filas más adelante, me encontré con unas declaraciones suyas en el periódico que yo iba leyendo.

(A esas coincidencias -encontrarme por primera vez a una persona y leer por primera vez unas declaraciones suyas- un hijo mío le llama “patafisica", palabra que, por supuesto, no figura en el Diccionario de la Lengua Española.)

En sus declaraciones, el director decía: "Me gusta dirigir sin saber lo que cuesta una película".

Cuando lo leí, pensé en el pobre que ponga el dinero para que este señor haga una película, porque, después de arruinarse, dirá aquello de "una vez y no más, santo Tomás".

Y como cuando uno se pone a pensar desordenadamente, lo relaciona todo, uno empieza a pensar que la mentalidad del director de cine está bastante extendida y que aquello de que lo que hay que hacer, se hace, es verdad. Pero que cuando lo que se hace no es lo que había que hacer, pasa lo que pasa.

En Cataluña, el Parlament ha decidido que hay que tapar urgentemente el escudo de Felipe V que está en la fachada del edificio. Le van a poner las cuatro barras catalanas, manteniendo la corona de D. Felipe, unos leones, unos cañones, unas banderas y otras cosillas. O sea, lo que la gente llama un pastiche.

Respecto al dinero que nos costará esa modificación tan importante y tan urgente, no hay que preocuparse, porque saldrá del que nos íbamos a gastar en la Diada, fecha en la que celebramos que el citado Felipe V nos quitó los fueros, las constituciones e instituciones catalanas y nos impuso las leyes de Castilla. (Claro que, puestos a celebrar, se podía celebrar otra cosa, como el día en que le ganamos 2-6 al Madrid, que aquel sí que fue un día).

Llegado aquí, vuelvo a mis manías, que para eso las tengo. Y entre Bankia, el director de cine y Felipe V, acabo en el Presupuesto Base Cero, al que le tengo un cariño enorme y al que considero un instrumento que nos tiene que salvar de tanta tontería.

Porque tenemos un problema: que no hay dinero. Y cuando no hay dinero, uno dedica el poco que le queda a las cosas de comer (profesores y médicos, por ejemplo) y se deja de tontadicas.

Y vuelvo a Bankia, que, seguramente, era un bodrio que había que desbodriar urgentemente. Y desbodriar molesta. Supongo que a D. Rodrigo no le ha hecho ninguna gracia que le acompañen sonrientes a la puerta. Y que a Doña Esperanza no le ha gustado el tema. Y a los 116 consejeros, menos. Porque, seguramente, y sin necesidad de hacer el Presupuesto Base Cero, se puede asegurar que, de los 116, sobran 16. Quizá sobran 100.

¿Que nos costará dinero? Seguro. ¿Que los accionistas sufrirán mucho? Ya están sufriendo, porque el que compró acciones por 100 euros en julio de 2011, o sea, hace cuatro días, se encuentra hoy con unos papelitos que valen 56,80, y no puede presumir ante sus amigos de su olfato financiero.

¿Que se irán muchas personas a la calle? Como he dicho, por lo menos 100. Pero me temo que igual son más.

¿Que sufrirá la imagen de España? Ya ha sufrido, porque el jueves 10, cuando escribo esto, está en 445 puntos básicos, o sea, que si a Alemania le prestan el dinero al uno y pico, a eso le sumamos 4,45 y sale que a nosotros nos lo prestan al seis y pico.

Pero había que hacerlo, y creo que el Gobierno lo ha hecho bien. Porque alguien, en Bruselas, dirá: "hombre, ya era hora de que estos chicos dieran un puñetazo en la mesa".

Y yo estoy contento, porque hace falta este puñetazo y quizá algún otro. A ver si conseguimos que los bancos sean bancos y no esas cosas que hay por ahí. Y a ver si conseguimos que las empresas "emitan deuda", o sea, pidan créditos y se los den. Y a ver si conseguimos que esas empresas piensen más en mantenerse y en crecer. Y a ver si conseguimos que esas empresas se animen y contraten personas. Y a ver si conseguimos que las Administraciones Públicas no hagan el tonto y puedan destinar el dinero con cabeza a lo que hay que destinarlo, y no a elucubraciones que nos cuestan un pastón. Y a ver si desaparecen unas cuantas Administraciones Públicas, las que sobren, por supuesto. Y a ver si las que queden hacen lo que tienen que hacer, que ya es mucho.

Y a ver.

P.S.

1. Hablando del escudo de Felipe V, me ha gustado que no lo quiten, sino que lo tapen. Así, cuando los del Paralment, de aquí a un tiempo, decidan que hay que volver a ponerlo, no habrá que hacer una obra importante, sino simplemente quitar el pegote y pulir un poco el escudo, que no se habrá estropeado mucho.

2. La cabeza se me va (¡vaya día que llevo!) al antiguo párroco de San Quirico. Cuando fuimos a vivir allí, en el pueblo había una plaza, la del Generalísimo Franco, y una calle, la de José Antonio Primo de Rivera. Al llegar la Transición, como había que poner otros nombres, el párroco, hombre mayor y con mucho seny, dijo al Alcalde: "Yo pondría nombres que no hubiera que volver a cambiar de aquí a unos años". Gracias a Dios, le hicieron caso y hoy tenemos la plaza de la Iglesia y la calle Mayor. Imaginaos si les ponen plaza de Rodríguez Zapatero y calle de Bankia. Hubiera sido terrible.

3. Alguno dirá que lo del escudo es el chocolate del loro. Pero es que el loro come tanto chocolate que los médicos y los profesores se ponen nerviosos.

4. Otro favor, y ya acabo: cállense, señores gobernantes. Resuelvan los problemas y no intenten crear o imaginar nuevos. O sea, D. Artur, cuando ha dicho usted: "¿qué dirían si la entidad ayudada fuera La Caixa?" ha perdido una buena ocasión de callarse.

5. Menos mal, que luego ha dicho que en Madrid también se hacen las cosas mal. Tiene usted razón. También.

Ya lo sé. Hoy toca hablar de Bankia. Pero se han dicho tantas cosas que, o las copio, o digo cosas nuevas. Y como no se me ocurre nada y no quiero copiar, que ya lo hice a su debido tiempo cuando iba al colegio, he decidido no hablar de Bankia.