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Los cuernos del toro
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Los cuernos del toro

No me extraña que la gente se desconcierte. No me extraña que piensen que estamos en manos de unos mozos que, o no saben, cosa probable,

No me extraña que la gente se desconcierte. No me extraña que piensen que estamos en manos de unos mozos que, o no saben, cosa probable, o no quieren, cosa probable, o son impresentables, cosa más que probable en algunos casos.

Resulta que el famoso rescate de la banca de España, que juraría que es la principal causante de muchos, o todos, los males que nos afligen, se retrasa, porque no se sabe muy bien si el dinero va a llegar al Estado desde el FEEF o desde el MEDE, Mecanismo de Estabilidad, que, para complicar más las cosas, los que saben inglés le llaman ESB.

A los ignorantes como yo nos importa poco de dónde llegue, con tal de que llegue, y que llegue pronto (por ejemplo, hoy) pero resulta que no puede llegar pronto por varias razones:

Una, porque lo del FEEF o lo del MEDE no da igual. No da igual a los demás acreedores del Reino de España, porque si es el MEDE y España hace ‘default’, o sea, para entendernos, suspensión de pagos, los acreedores privados, es decir, tú y yo, que hemos comprado deuda pública española, o sea, que le hemos prestado dinero a España, nos pondríamos a la cola detrás del MEDE. Por eso, no sé por qué me gusta más el FEEF.

Hay otro problema: que el MEDE no existe, lo cual es muy preocupante, porque si el que va a rescatar no existe, o alguien hace algo para  que exista pronto (por ejemplo, hoy) o para cuando exista, se han hundido varias entidades financieras y solo queda la Caja de Ahorros de San Quirico, que también hizo tonterías, pero como tenía poco dinero para hacerlas, ha salido bien parada y ahora el presidente presume de que tuvo buen ojo. Ja.

Luego, nos dijeron que lo de las auditorías de los bancos era importante. Por supuesto. Y, además, era urgente, sin que la urgencia hiciera que los auditores firmaran chapucerías, que, en algún caso, no sería la primera vez.

Pero el Banco de España dice que quiere más profundidad y que el plazo de entrega de las auditorías se prolonga hasta después del verano. Esto es peligroso, porque ya se sabe lo que pasa en agosto, que todos han comprometido ya un apartamento, un crucero o una visita al pueblo donde los padres les reservan una habitación mientras los demás hermanos hacen cola.

Digo esto porque me da miedo que los auditores se me vayan de vacaciones en agosto y las auditorías se entreguen para el Pilar,  o sea, el 12 de Octubre. Porque habrá que estudiarlas y habrá que discutirlas y llegará el  puente de la Inmaculada y las Navidades y, al final, tendremos las auditorías para Carnaval.

Y los malvados mercados, venga a fastidiarnos. Y la prima, por las nubes. Y el FMI, que hay que subir el IVA. Y el BCE, que no quiere fabricar dinero. Y Rubalcaba, ofreciendo su colaboración. Y, con el historial de Rubalcaba, no sé si es el mejor colaborador, porque cuidado que lo hizo mal  cuando mandaba.

Y la gente  normal diciendo: ¡¡qué cuadrilla!!

Mi amigo de San Quirico me llama. Dice que está haciendo cuentas  para saber cuál es el problema. Dice -ingenuo de él- que si consiguiera saber cuánto hay que poner encima de la mesa para arreglar todo, saldría de viaje por España, para hacer una colecta.  Para que no se moleste, le digo que esto no lo sabe nadie, ni los que se han reunido en Los Cabos, que van y vienen diciendo cosas.

Con esto creo que me lo he quitado de encima, pero mi amigo, que siempre me coge desprevenido, me dice que Rajoy tiene que mandar un correo a Europa y al mundo (algo así como urbi et orbi) diciendo que mientras discuten lo del FEEF o lo del MEDE, mientras fijan la cantidad de cuatrillones que hay que poner encima de una mesa (de piedra, para que aguante), mientras los griegos dicen que ya han salido del atasco, mientras, mientras, mientras, él (Rajoy)  va a meterse a fondo con España y va a empezar a revisar el modelo autonómico, porque le han llegado noticias  de que un chalao llamado Leopoldo Abadía va diciendo por ahí que en España, que tiene 200.000 kilómetros cuadrados menos que el estado americano de Texas, hay 17 nacioncitas llenas de gente que manda, que hace como que manda, que hace como que trabaja y que no se sabe muy bien qué hace. Bueno, sí que se sabe: nada. Nada útil, se entiende, porque por la noche llegan muy cansados a casa.

Y ese día, dice mi amigo, los del G-7, el G-20 y todos los Gs que quieras, empezarán a mirar con respeto a nuestro presidente, porque, por fin, se habrá decidido a coger el toro por los cuernos.

No me extraña que la gente se desconcierte. No me extraña que piensen que estamos en manos de unos mozos que, o no saben, cosa probable, o no quieren, cosa probable, o son impresentables, cosa más que probable en algunos casos.