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Lo dijo Machado: "Hay que quemarse la mano"
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Lo dijo Machado: "Hay que quemarse la mano"

Me suele ocurrir bastante: cuando veo datos sueltos y no consigo ligarlos entre sí, me desconcierto, me siento perdido. Cuando me preguntan qué opino de tal

Me suele ocurrir bastante: cuando veo datos sueltos y no consigo ligarlos entre sí, me desconcierto, me siento perdido. Cuando me preguntan qué opino de tal recorte, digo que mal. Qué me parece la subida de tal impuesto, mal. Qué me parecen las protestas de los médicos, bien. Y así.

Pero contesto estas cosas sin estar muy seguro, y se me nota, porque tengo la sensación de que hablo sobre árboles diversos y no consigo ver el bosque. En mi casa de San Quirico, veo árbol por árbol, y me encantan. Viene mi amigo Esteban y dice: Aquí hay que cortar árboles”. Él ve el bosque. Yo, los árboles, a los que, a fuerza de años de crecer juntos, ellos y yo, les he cogido cariño.

Hoy estoy contento. He visto las reducciones de déficit que tenemos por delante y he leído las recomendaciones que nos hace la Comisión Europea, aunque el fantasma del comisario Almunia se me aparece repetidamente, recordándome que las  recomendaciones de los comisarios no son recomendaciones: son obligaciones, con la palabra obligaciones subrayada.

Estoy empezando a ver el bosque.

Resumiendo, el bosque consiste en:

Ejercicio 2011.- Déficit (gastos menos ingresos): 91.000 millones de euros.

Ejercicio 2012.- 70.000. (21.000 millones menos. Eso se consigue con más impuestos y menos gastos, y explica lo mal que lo hemos pasado.)

Ejercicio 2013.- 65.000. Sólo 5.000 menos, lo que quiere decir que este año será menos malo que el anterior.

Ejercicio 2014.- 55.000. Hay que reducir el déficit 10.000 millones. La cosa será dura.

Ejercicio 2015.- 41.000, o sea, 14.000 millones menos. Sigue la dureza.

Ejercicio 2016.- 27.000. Otros 14.000 millones menos. Malo, pero hemos llegado a la meta.

A mí me va bien este resumen, porque así entiendo lo que ha pasado y, a la vez, no me hago ilusiones y no digo que “ya está”.

La Comisión añade: “Lo estáis haciendo bien, pero si le echaseis un poco más de garbo y un poco más de  rapidez, no iría mal”.

Igual que, en una empresa (sigo con mis obsesiones), el que manda dice a la gente eso que repiten tanto mis nietos: “¡A ver si os ponéis las pilas!”.

Además, la Comisión Europea nos dice qué pilas nos hemos de poner. Y lo mejor es que nos dicen en qué fechas tienen que estar puestas. Porque si no, ya se sabe. Cuando en una empresa se marcan objetivos y no se marcan fechas, en vez de conseguir los objetivos se consiguen contestaciones que también he aprendido de mis nietos. Contestaciones tales como “estamos en ello”, “no te preocupes, que no nos olvidamos”, etc., que, traducidas al castellano, quieren decir que, por favor, no nos molestes, que no sabes lo bien que vivíamos antes y ahora se te ocurre venir a molestar.

Las fechas son:

La reforma laboral, en septiembre de 2013, o sea, lo que se dice “a la vuelta del verano”. Esto significa que unos cuantos tendrán que trabajar en agosto, porque los de Bruselas, como allí hace frío, no acaban de comprender esto de “a la vuelta de”. Yo pensaba que ya estaba hecha la reforma laboral. Pero los de Bruselas recomiendan (o sea, mandan) que se trabaje más en ella, aunque nos exhortan a que esperemos a ver qué dice la OCDE, a la que ha recurrido el Gobierno para evaluar lo hecho hasta ahora.

En diciembre de 2013, la reforma de las pensiones, que no se aguantan, porque ahora hay 1,9 personas trabajando para cada pensionista, con tendencia a empeorar.

En diciembre de 2013, un conjunto de 'Varios', muy serios:

La Ley de Garantía de la Unidad de Mercado, para eliminar trabas burocráticas entre comunidades autónomas. (Aquí habrá gritos de “¡recentralización!”, pero la vida es así, majos).

La Ley de Apoyo al Emprendedor. Por cierto, a ver si le perdemos el miedo a llamarle empresario, y nos ocupamos del emprendedor actual y del que emprendió hace años, dio trabajo, y sigue dándolo, a los padres de los emprendedores actuales, que se han jugado todo su patrimonio, y que tienen 55 años y que si se queda en la calle, se queda en la calle. No como el emprendedor joven, que si se queda en la calle, se va a casa de sus padres.

Déficit de tarifa de las compañías eléctricas. Otro huerto. Cuando voy al hotel Los Galgos, en Madrid, suelo cenar con un amigo, directivo de una eléctrica, que me lo está explicando. En cuanto lo entienda, escribiré un artículo.

En marzo de 2014:

Reforma fiscal. Bruselas dice que hay que darle un repaso porque la relación ingresos tributarios/PIB es “una de las más bajas de la Unión Europea”. Yo siempre había pensado que nos freían a impuestos, pero estos dicen que no.

- Examen sistemático de las mayores partidas de gasto de la Administración.

- Evaluación de proyectos de infraestructura.

Desindexación del gasto público. O sea, que si yo soy un empleado público y tengo un sueldo y, hasta ahora, todos los años se actualizaba con la subida del IPC, se acabó la actualización y a rezar para que el BCE siga controlando la inflación, porque, de lo contrario, voy a pasar hambre.

Distintas medidas en la sanidad, muy importantes, como el copago, centralizar la adquisición de productos farmacéuticos (más gritos de ”recentralización!”) y otras (digo “otras” no porque las desprecie; es que no sé cuáles son).

Supongo que me dejo cosas, pero como muestrario de lo que tenemos que trabajar no está mal. Tengo que aclarar que todo esto no lo impone Bruselas, o mi querida Angela Merkel. Lo exigimos los europeos, porque queremos que Europa sea así: un conjunto de países, desiguales, formando un todo. Y estamos yendo al “todo”.

¡Vaya revolución! ¡Qué bonita! ¡Y con fechas! ¡Y Rubalcaba y Rajoy se han puesto de acuerdo! ¡Y Felipe González también!

Sigo copiando de mis libros. En el último puse un epílogo, del que reproduzco unos párrafos:

“A España, le vamos a dar la vuelta como un calcetín. Parafraseando unas declaraciones que hizo un político hace unos años, a España 'volverá a reconocerle la madre que le dio a luz'". (Ya sé que no lo dijo exactamente así, pero, dicho de esta manera, me parece más educado).

Y parafraseando algo más bonito, acabo repitiendo a Antonio Machado: "Creí mi hogar apagado y revolví la ceniza… Me quemé la mano".

Nuestro hogar no estaba apagado. Nos habíamos distraído un poco y se había cubierto de ceniza. Pero tenemos que quemarnos la mano.

Esto tiene buena pinta.

Me suele ocurrir bastante: cuando veo datos sueltos y no consigo ligarlos entre sí, me desconcierto, me siento perdido. Cuando me preguntan qué opino de tal recorte, digo que mal. Qué me parece la subida de tal impuesto, mal. Qué me parecen las protestas de los médicos, bien. Y así.