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La reunión constituyente del Club LS
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La reunión constituyente del Club LS

Tanto hablar de sensatez. Tanto decir que el sentido común es fundamental. Tanto decir que hay dos Españas: la de los sensatos y la otra. Tanto

Tanto hablar de sensatez. Tanto decir que el sentido común es fundamental. Tanto decir que hay dos Españas: la de los sensatos y la otra. Tanto quejarme de que los de la otra están copando los puestos de gobierno de mi querida España... Y nunca se me había ocurrido hacer una lista de los sensatos que he ido conociendo en esta última temporada. De los sensatos que, como su mismo nombre indica, practican la sensatez, o sea, aquello que los hace ser "prudentes, cuerdos, de buen juicio".

Cuando hablo de mis amigos faranduleros con amigos míos 'convencionales', unos me miran con cara de sorpresa ("¿qué le habrá pasado a este?"), otros con absoluto desconocimiento de quién estoy hablando y otros con cara de desprecio ("¿cómo se mezclará este con semejante patulea?").

Yo me divierto, porque a veces me gusta escandalizar un poco. Pero, fundamentalmente, porque yo tengo mi lista de sensatos y puedo firmar debajo diciendo que "certifico que don/doña... cumple con todos los requisitos necesarios para ser calificado como sensato/a".

Así hicimos la lista mi hijo Gonzalo y yo, echando algunas risas al pensar qué cara pondría alguna de las amigas de mi mujer para la que Intereconomía es una panda de comunistas y Federico Jiménez Losantos, un bizcocho reblandecido.

Una vez hecha la lista -de una tacada nos salieron 36-, nos dimos cuenta de que estaba incompleta, pero pensamos que ya seguiríamos otro día, porque nuestra idea era reunirnos con un número 'manejable' de personas, entendiendo por 'manejable' que se les pudiera atender uno por uno y que se viera que les estábamos agradecidos, uno por uno, por cómo son y por cómo se han portado con nosotros desde que los conocimos.

Luego preparamos el plan del día, con unas ideas básicas: que todos se sintieran cómodos, que oyeran sin agobios unas cuantas cosas que les queríamos decir y, por último, lo más importante: que después de una comida buena, sin estridencias, hubiera café, copas y guitarreo.

Cuando cogí el AVE para ir a Madrid ese día y mi hijo Alfonso me hizo una foto con una guitarra en la mano, el whatsapp familiar echaba humo.

El programa era muy simple: bienvenida de mi hijo Gonzalo, charleta mía sobre "Lo que pasó, lo que pasa y lo que yo digo que pasará" y luego, la comida y el guitarreo.

El festejo, en la Ciudad de la Raqueta, en Madrid. Un día espléndido, con una brisa muy agradable. Las mesas, como en las bodas, bien pensadas, para que nuestros invitados estuvieran cómodos. Las guitarras, preparadas.

¡Qué gozada! Todos sonrientes, todos felices. Ni una crítica a nadie. Alguno hizo 750 kilómetros desde Tarifa, donde había dado un concierto el día anterior. Otro renunció a dar una conferencia ese día porque prefirió estar con nosotros.

Al acabar mi intervención antes de la comida, uno de los asistentes, un músico muy prestigioso, dijo que así como unos señores se reúnen una vez cada cierto tiempo en eso que llaman el Club Bildelberg, donde no se sabe de qué hablan, pero que debe ser muy importante porque paran la circulación para que los del Club no se cansen ni se pongan nerviosos en los atascos y así sus neuronas estén a todo rendimiento en la reunión... Pongo puntos suspensivos aquí porque si no, la frase me sale muy larga.

Decía que este señor propuso la constitución del Club de los Locos Sensatos y que aquella era la reunión constituyente. No dijo para qué serviría ese club, pero a todos nos gustó mucho la idea, que fue aprobada por aclamación.

Nuestro tren salía para Barcelona a las 9 de la noche. Casi no llegamos.

Yo iba cansado, claro. Empecé a pensar en lo del Club LS, el de los locos sensatos. Empecé a pensar en sus objetivos, que mi amigo el músico había dejado en el aire.

No habíamos llegado a Guadalajara cuando lo vi claro.

La reunión constituyente era un fin en sí misma. Es verdad que les queríamos dar las gracias a todos, y dárselas de todo corazón. Es verdad que a mí me hacía ilusión soltarles la conferencia. Es verdad que me hizo mucha ilusión que la siguieran con atención y que alguno de ellos la tuiteara. Es verdad que me reí mucho en el aperitivo, en la comida y en lo de después. Es verdad que, cuando empezó el guitarreo pedí que tocaran una de Luis Eduardo Aute, para poder intervenir yo y, después de que los que cantaban dijeran que "una de dos, o me llevo a esa mujer o entre los tres nos organizamos", tomar el protagonismo y rematar diciendo "si puede ser".

Todo eso es verdad, pero fue más importante para mí, y estoy seguro de que lo fue para todos, ver cómo se pueden divertir 40 personas tan distintas, tan especiales, tan raras, dirían las amigas de mi mujer, con unas ideas tan diferentes...Y cómo se puede reír el de izquierdas cuando el de derechas le dice: "¡Pero si tu tío abuelo fue el fundador de las JONS, o sea, la última pata de la Falange española tradicionalista y de las JONS!"

Nos hemos dejado mucha gente fuera del Club. Hay que incorporarlos. Ya tenemos muy avanzada la lista.

Repito que, al final del día, estaba muy cansado. Llegué a casa, desperté a mi mujer y se lo conté, de arriba abajo, con pelos y señales. No sé si mi mujer estaba en las mejores condiciones físicas como para entusiasmarse. Pero como me veía tan exultante, hasta puso cara de interés. Es una santa.

P.S.

Mi primera idea fue poner en este artículo la lista de los asistentes. No la pongo, porque lo del otro día era un acto de agradecimiento. Y cuando agradeces algo a alguien, no lo vas contando por ahí.

Si los agradecidos lo quieren contar, que lo cuenten. Allá ellos. Pero si luego hay una cola enorme de presuntos sensatos que quieren unirse al club, dado el nivel de los socios fundadores, que no se quejen de las aglomeraciones.

Tanto hablar de sensatez. Tanto decir que el sentido común es fundamental. Tanto decir que hay dos Españas: la de los sensatos y la otra. Tanto quejarme de que los de la otra están copando los puestos de gobierno de mi querida España... Y nunca se me había ocurrido hacer una lista de los sensatos que he ido conociendo en esta última temporada. De los sensatos que, como su mismo nombre indica, practican la sensatez, o sea, aquello que los hace ser "prudentes, cuerdos, de buen juicio".