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¡Angela, España no es una!
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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¡Angela, España no es una!

Angela, estás en las nubes. Te caíste y fuiste con muletas una temporada. A mí me pasó lo mismo. Ahora voy con bastón, que me da

Angela, estás en las nubes. Te caíste y fuiste con muletas una temporada. A mí me pasó lo mismo. Ahora voy con bastón, que me da una cierta prestancia. Pero tú y yo estamos sufriendo el síndrome postcaída, que consiste en no enterarnos durante una temporada de lo que pasa, creyendo que todo sigue igual.

España no es una. Son 17. Existen 17 nacioncitas que lo tienen todo. Y como las 17 nacioncitas lo tienen todo, pues lo quieren todo

España ha cambiado. Tanto, que un señor que se llama Urkullu, que tú pronunciarás peor que si se llamara Mas, ha dicho algo de lo que te tienes que enterar: que España ya no es una, grande y libre, aunque Madrid se empeñe. Como es posible que te hayas perdido, te diré que "una, grande y libre" era un lema que se sacó Franco de la manga, que desapareció hace muchos años y que ahora este chico vasco ha descubierto en alguna librería de viejo y le ha gustado. Para que no le desprecies, este chico vasco no es un chico vasco cualquiera. Es el lehendakari, o sea, el que más manda en Euskadi. Angela, el día que te venga bien, me llamas, me invitas a un café en Berlín y te explico todo lo que pueda explicarte: qué es Euskadi, hasta dónde quieren que llegue, qué es Cataluña, hasta dónde quieren que llegue, y así hasta las 17 cosas que se llaman autonomías y que ellos llaman Catalunya, Euskadi, Aragón y así. El viaje y estancia van a mí cargo y tú pones el café. Y Cardhu, si es posible.

España no es una. Son 17. Por ello, cuando tú, Angela, llamas a Rajoy, estás perdiendo el tiempo, porque según Urkullu, Mas y otros mozos, España no existe. Existen 17 nacioncitas que lo tienen todo, frase que solía decir mí mujer cuando daba a luz y comprobaba que el niño estaba completo: dos orejas, una nariz, diez dedos en las manos, diez dedos en los pies, etc. Y como las 17 nacioncitas lo tienen todo, pues lo quieren todo.

O sea, Angela, vete pidiendo al cuerpo diplomático alemán que prepare rápidamente 16 embajadores porque, hasta ahora, no nos has mandado más que uno. Menos mal que el llamado lehendakari te (nos) ha abierto los ojos.

España en estos momentos tiene una deuda pública de 986.000 millones, prácticamente igual a todo lo que producimos durante el año, que no se sabe por qué, se llama producto interior bruto (PIB).

Deuda que debe España y que Angela tiene apuntada en una agenda, en la letra E. Al leer lo de Urkullu, pensé: "¡Vaya lío!". Esta chica tendrá que abrir en su agenda apartados en la letra A(ragón), G(alicia), M(urcia), otra M(elilla), otra M(adrid), cambiar la E(spaña) por otra, E(uskadi) y así, hasta 19, contando con las dos ciudades autónomas, que no tienen lehendakari, pero algo tendrán.

Repartir la deuda será difícil. En primer lugar, habrá que determinar los criterios por los cuales a mí, Aragón me toca más que a Ceuta, aunque, a primera vista, parecería fácil. Digo "parecería" porque otras cosas también parecen fáciles y las enredamos hasta extremos insospechados. Y si eso pasa entre Ceuta y Aragón, esperad a que nos metamos con Madrid y Cataluña, otras dos comunidades autónomas.

Hablo con dos catalanes. Uno lo tiene claro: "Que me den dinero y que se olviden de independencias y tontadas similares".

Otro, también lo tiene claro: "Nos vamos de España y ya no somos España. Como la deuda es de España, allá se las arreglen los españoles. Yo, ya me he ido".

Repartir la deuda será difícil. En primer lugar, habrá que determinar los criterios por los cuales a mí, Aragón me toca más que a Ceuta, aunque, a primera vista, parecería fácil

Y mientras tanto, Angela, sin querer enterarse de la situación. Y exigiendo a España que en 2013 el déficit no sea superior al 6,5 % del PIB, o sea, unos 65.000 millones aproximadamente. Y cuando alguien (Mariano, Luis, Cristóbal...) le ha dicho que la culpa es de Castilla-León o de Asturias o de Galicia, Angela pone sin ningún esfuerzo cara de póquer y les dice que se organicen como quieran, que lo mismo le dan las autonomías que las no autonomías, pero que España, el 6,5%.

Lo de la grandeza de España debió ser hace tiempo. Cuando reinaba Felipe II, en sus dominios no se ponía el sol. Ahora, se pone. Con la hora de retraso de Canarias, se pone un poco más tarde, pero se pone. La realidad es que tenemos una superficie de 500.000 kilómetros cuadrados, que es poca cosa.

Y lo de libre, en un momento en que quien manda en Europa, y por tanto, en España, y por tanto en Aragón y por tanto en Melilla y Cataluña, es Angela Merkel y no estos chiquitos que juegan a ser mucho y, de verdad, son muy poquico.

Vuelvo al "una". A mi empleado en la Moncloa, Mariano, que cobra puntualmente su sueldo, le entregué esos 500.000 kilómetros cuadrados que yo llamo mi Patria y le exijo, sí, le exijo, que me los devuelva enteros por fuera y mejorados por dentro.

Lo de enteros por fuera se entiende perfectamente. No me gusta en absoluto que unos y otros empiecen a hablar de lo maravillosos que podrían ser si se librasen de las garras malévolas de esa España que nos agobia y –ahora viene la última aportación– que nos odia.

O sea, Mariano, haz lo que quieras, pero la quiero entera.

Otro día te diré que también la quiero grande y libre. Eso será otro día, porque no quiero atabalarte con demasiados encargos.

P.S.

1. Lo de atabalarte es una catalanada que me hace gracia. Podría haber puesto agobiarte, liarte, etc., pero así me gusta más.

2. En la revista Capital, Antonio Catalán, presidente de los hoteles AC, dice que en Madrid sobra el Ayuntamiento o la Comunidad. Hay que recordar que allí también está el Gobierno de lo que actualmente –repito, actualmente– se llama España.

3. Así pasa lo que pasa cuando una expresidenta de la Comunidad, chula castiza, por cierto, aparca donde no tiene que aparcar y riñe con el Ayuntamiento. Menos mal que a Rajoy no se le ocurrió aquel día salir en bici y chocar con doña Esperanza.

Angela, estás en las nubes. Te caíste y fuiste con muletas una temporada. A mí me pasó lo mismo. Ahora voy con bastón, que me da una cierta prestancia. Pero tú y yo estamos sufriendo el síndrome postcaída, que consiste en no enterarnos durante una temporada de lo que pasa, creyendo que todo sigue igual.

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