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Tertulia de intelectuales
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Tertulia de intelectuales

Intelectuales, todos. Para poner las cosas en orden no hay que ir a tomar café con unos señores oficialmente muy listos ni a esperar a que esos señores nos salven

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Cuando se acaba el verano, las tertulias de sobremesa se alargan. Alguno se duerme, por el calor y porque enlos pinoscorre un airecillo muy agradable. Otros se van despertando y se añaden nuevos temas a medida que se producen las reincorporaciones.

(Los pinoses el único rincón del jardín donde no hay pinos. Nadie sabe por qué le pusimos ese nombre a ese rincón, pero se llama así desde que hicimos la casa, hace 40 años).

Estoy con mi amigo de San Quirico y otros que conocemos de por aquí, fundamentalmente amigos suyos. Profesiones, varias. Estudios universitarios, ninguno. Majos, todos. De fiar, todos.

En estas tertulias no solemos hablar del Barça y el Madrid, ni de Simeone, ni, a pesar de mis intentos, del Zaragoza.De la corrupción, tampoco. Creo que les he contagiado y los corruptos les dan pena.

De política, sí hablamos. De politiquilla, no. Fue un principio que establecimos el primer día y que nos sirve para seleccionar temas

De política, sí hablamos. Depolitiquilla,no. Fue un principio que establecimos el primer día y que nos sirve para seleccionar temas. Porque todos, humanos al fin y al cabo, somos dados al cotilleo, aunquecuando alguien habla de un programa de televisión que se dedica a eso, ponemos cara de asco, de estar por encima del bien y del mal:“No veo ese tipo de programas”.

(¡¿Para qué los vas a ver, si te los montas en tu casa cuando hablas con tu familia o con tus amigos y despellejas a todo el que tenga la desgracia de cruzarse en tu camino?!)

El cotilleo no es vicio de mujeres. He dicho antes que a todos nos gusta. Y, como decía mi amigo Antonio –lo he contado muchas veces, porque me hace mucha gracia–,“cuando digo todos, quiero decir TODOS. Porque si quisiera decir casi todos, lo diría, que soy muy preciso en mis afirmaciones”.Y no pongo lo detod@s,porque me parece una tontería.

He conseguido, más o menos, que, con la excusa de la prohibición de lapolitiquilla, mis amigos vayan levantando el vuelo y no hablen casi nunca del pueblo de al lado ni de lo mal que lo hace el alcalde de otro pueblo vecino. Hablan de Merkel, del Eurogrupo, de Martin Schultz...

Alguno, al principio, escribía Junker cuando se refería al presidente de la Comisión Europea, pero ahora ya pone Juncker, con lacdelante de lak.

Me parece estoy educando bien a mis amigos. Ya piensan en el mundo. Los pueblerinos están dejando el puesto de pueblerinos a otros, que, por lo que leo, están ansiosos por ocuparlo

A mis amigos les repugnan las guerras y todo lo que se haga para dividir a la gente. Manolo, uno de ellos, pintor de brocha gorda, habla poco. El otro día, muy serio, dijo:“Rencor,con rencor se paga; odio, con odio se paga”.Y se calló, y lleva dos tertulias sin abrir la boca.

Estando así las cosas, alguien habla de los intelectuales y de“la responsabilidad que tienendeponer mentalmentelas cosas en orden en nuestro país” (frase recogida textualmente). El que ha soltado esa frase me mira y se corrige:“No sólo en nuestro país, sino tambiénen Europa”.Me sigue mirando:“Yen el mundo”. Ahora mira a Manolo, como si ya hubiera cumplido conmigo.

(Me parece que les estoy educando bien. Ya piensan enel mundo.Los pueblerinos están dejando el puesto depueblerinosa otros, que, por lo que leo, están ansiosos por ocuparlo).

Como siempre, lo estropeo un poco y pregunto:“¿Qué entendéis porintelectual?”. Luego, para rematar, añado:“Para vosotros, ¿Rajoy es un intelectual?”. Y después pregunto:“¿YCayo Lara?;¿y Pedro Sánchez?;¿y Artur Mas?”.

Cuando haces una preguntaqueen realidadson cinco, dominas a la audiencia, porque tú te callas y dejas que se enzarcen en la discusión, cada uno contestando a una pregunta distinta de la que contesta el otro.

En el barullo, me parece percibir un cierto complejo de inferioridad, como si los intelectuales fueran gente de otro nivel, más alto.

Cuando haces una pregunta que en realidad son cinco, dominas a la audiencia, porque tú te callas y dejas que se enzarcen en la discusión, cada uno contestando a una pregunta distinta de la que contesta el otro

Como estos son de pueblo, pero no incultos, les oigo hablar de la Generación del 98, de la del 27, de la Residencia de Estudiantes y de las tertulias del Café Gijón. Y delQuatre Gats y del Grupo de Artistas Catalanes Independientes en Cataluña. No sé si es que son mucho más cultos de lo que yo pensaba o es que dominan la Wikipedia.

Pero, venga de donde venga la cultura de mis amigos, me parece que su enfoque está equivocado. Que si el intelectual tiene“la responsabilidad deponermentalmentelas cosas en orden en nuestro país”,no podemos esperar a ver lo que dicen unos señores que se llaman a sí mismosintelectualesy que, por sus palabras y, peor aún, por sus hechos, sean lo que, técnicamente, se llamaceporros ilustrados.

A estas personas, incapaces de poner mentalmente en orden su vida, les cae muy lejos poner realmente en orden la sociedad.

O sea, digo, haciéndome hábilmente con el mando de la tertulia, que o me esfuerzo yo por ser un intelectual, aunque sea carpintero, o ingeniero de industrias textiles que es lo que soy, o nunca ayudaré a poner las cosas en su sitio, y me pasaré la vida quejándome de que Ángela, con la simpatía que la caracteriza, me está obligando a ser austero.

Volviendo a lo concreto, no quiero dar mi opinión sobre si son intelectuales los señores que he citado antes (hoy tengo el día fino; normalmente, les habría llamadomocicos; sin que sirva de precedente, lo dejamos enseñores).

Intelectuales, todos. Para poner las cosas en orden no hay que ir a tomar café con unos señores oficialmente muy listos ni a esperar a que esos señores nos salven

Y no lo quiero contestar, porque esa es una pregunta que nos tenemos que hacer todos. O sea,¿soy un intelectual?Y para no liarnos con el significado de la palabra, utilizo, una vez más, la triquiñuela de cambiar la definición. Ahora, he decidido queintelectuales definido como persona que utiliza la cabeza.Y como la utiliza, puede ayudar a poner mentalmente en orden, etc.

Porque, utilizando la cabeza, puedo llegar a conclusiones, por supuesto opinables, pero no absurdas.

Necesitamos ser intelectuales y que nuestros políticos lo sean. Todos, unos y otros, intelectuales decentes, claro.

Intelectuales,todos.¡Menuda revolución! Digo la palabrarevolucióny mis amigos se animan. Como se anima cualquiera que se da cuenta de que, para poner las cosas en orden, no hay que ir a tomar café con unos señores oficialmente muy listos ni a esperar a que esos señores nos salven.

La tertulia se ha alargado mucho y anochece. Alguna vez la hemos prolongado cenando. Es que enlos pinosse está muy bien.

Hoy, mis amigos no se quedan. Cuando se van despidiendopienso que hay poca gente que pueda decir que en su casa ha habido una reunión de intelectuales.

San Quirico, haciéndole la competencia al Café Gijón en sus buenos tiempos.

Me cuesta cada vez más ir por las calles de este pueblo sin contárselo a la gente. Se me nota lasoberbia.

En Barcelona, disimulo más.

Cuando se acaba el verano, las tertulias de sobremesa se alargan. Alguno se duerme, por el calor y porque enlos pinoscorre un airecillo muy agradable. Otros se van despertando y se añaden nuevos temas a medida que se producen las reincorporaciones.