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Grexit, el tigre y el gato
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Grexit, el tigre y el gato

Los gatos, si son prudentes, se hacen amigos de los tigres, los acompañan en sus correrías y un día son gatos gordos

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Los titulares van y vienen. 

25 de Enero. Grecia aspira a convulsionar Europa.

26 de Enero. Grecia desafía a Merkel.

27 de Enero. El Gobierno de Syriza no asusta a los mercados.

30 de Enero. Grecia se echa para atrás en su primer pulso político con la UE.

9 de Febrero. Pulso entre Atenas y Bruselas por la prórroga del rescate.

17 de Febrero. La Eurozona da a Grecia cuatro días para pactar.

19 de Febrero. Grecia pierde el primer asalto.

Al llegar aquí, me apetece poner otro titular, que no sé si quedaría bien: "¡Y los que perderás, morena!".

Hoy, en una conferencia, una señora me ha preguntado cuáles serían las consecuencias para Europa en el caso de que Grecia se fuera o la echaran, que todo es posible.

Grecia tiene hoy una deuda de 317.000 millones de euros, de los que un 60%, o sea, 190.000, se los debe a Europa y que Europa se quedaría sin cobrar.

Grecia tiene todas las de perder si se pone brava. La famosa Grexit no es más que un nombre. Porque Europa aguantaría la espantada

De esos, 26.000 nos los debe a nosotros, que también nos quedaríamos sin cobrar. Esos 26.000 están incluidos en nuestra deuda pública, o sea, en el billón que debemos. Aquí quiero dejar claro que cuando digo que nuestros gobernantes son unos gastadores compulsivos, tengo 26.000 millones de euros menos de razón, porque no se los han gastado en polideportivos y auditorios, sino en prestar dinero a los dueños del Partenón y de la Acrópolis, que, con todo respeto para Calatrava y demás arquitectos de renombre, son monumentos de más nivel. No hay más que ver los años que llevan puestos donde los pusieron.

Como ya me estoy acostumbrando a los miles de millones de euros, tengo que decir que 190.000 me parece una cantidad perfectamente digerible para Europa. Y, concretando más, España aguantaría sin demasiados problemas la pérdida de los 26.000 millones que nos debe Grecia. Como, además, los vencimientos son a bastantes años, no nos harían un roto en la tesorería, que es lo que siempre me ha preocupado desde que José Antonio, un profesor del IESE, me dijo hace años: "Cuando te digan que un negocio va bien, pregunta cuánto dinero tienen en caja. Si no tienen, va mal". Ya sé que muchos me dirán que eso es una simplonería, pero a mí me ha ido bien en la vida intentar ser un simplón.

Sigo contestando a la señora de la pregunta en la conferencia. Y pienso que, "a una mala", como dicen en mi tierra, Grecia tiene todas las de perder si se pone brava. La famosa Grexit no es más que un nombre. Porque Europa aguantaría la espantada de Grecia, que se quedaría muy tranquila, habiendo vencido a la vieja y avariciosa Europa, y sin nadie que le prestara un chavo. No perdería la soberanía, cosa que le preocupaba el otro día a Tsipras y se quedaría con soberanía y, hala, a vivir.

Ya hubo un aviso hace unos días, cuando Alexis se opuso a las sanciones contra Rusia y a la mañana siguiente alguien le dijo: "¿Por qué no te lo piensas un poco?". Y se lo pensó un poco. Por lo menos, se lo pensó rápido y dijo que bueno, sí, que sanciones las que usted mande, doña Ángela.

Los titulares de los periódicos empeoran.

19 de Febrero, hace 9 horas. Grecia cede y pide a Europa una prórroga del rescate.

19 de Febrero, hace 3 horas. Grecia se compromete a pagar sus deudas y acepta la supervisión de la troika. (Aclaración. La troika seguía supervisando. Lo que pasa es que el nombre, que no sé a quién se le ocurrió, le molestaba a Alexis, que prefería llamarle "las instituciones".)

Los gatos, si son prudentes, se hacen amigos de los tigres, les acompañan en sus correrías y un día son gatos gordos

Dada mi incapacidad económica, pido perdón por las inexactitudes en que haya incurrido en este artículo. Y por los errores de concepto. Había pensado leer a Stiglitz para poder hablar con Pablo de igual a igual. Pero me considero incapaz. O sea, que si hablo con Pablo, me ganará.

De todos modos, he visto el título de uno de los libros de Stiglitz, El precio de la desigualdad. Me parece que Alexis no se lo ha leído tampoco y pensó que, gritando y viajando y mandando a Varufakis por ahí, se iba a poner a la altura de los que mandan. Y no se dio cuenta de que todos somos iguales, pero unos, más iguales que otros.

Hace muchos años, en la revista Time, a la que sigo siendo fiel, apareció un anuncio de una compañía grande a la que una más pequeña le empezaba a molestar. En el anuncio, un tigre miraba con sonrisa displicente a un gato que decía: "Comeré y comeré, creceré y creceré, me saldrán rayas y seré un tigre".

Como es natural, el gato siguió siendo gato. Y los gatos, si son prudentes, se hacen amigos de los tigres, les acompañan en sus correrías y un día son gatos gordos.

Los titulares van y vienen. 

Grecia Alexis Tsipras