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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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A partir del lunes

Me da la impresión de que todo lo que pasa se debe a que muchos no acaban de tener claro lo que está bien y lo que está mal. Que hay quien piensa que no hay distinción, que la vida es así.

Estoy de ayuno, mientras espero la hora de la gastroscopia en la Clínica Universidad de Navarra. Cuando por alguna razón no puedes comer es cuando más hambre tienes. Leo mis dos periódicos, como todos los días, y, como todos los días, me admiro de la monotonía de las noticias. Seguramente es mejor esto que desayunar con atentados y asesinatos, aunque sea aburridísimo por las jautadas de algunos "servidores públicos", ay que se me escapa la risa.

Totalque, entre el hambre y el aburrimiento, me cuesta dar con el tema para el artículo de hoy, hasta que me quedo mirando a la lejanía, o sea, a la pared de enfrente en el Blanca de Navarra, mi hotel de siempre en Pamplona. La lejanía está a medio metro, pero ahí está el libro que presenté ayer, La prueba de Sara, escrito por dos amigos míos, Lala y su hermano Cote.

Lala es una chica que, por enfermedad, tiene que estar en la cama, rodeada por el cariño de su familia. Como las familias numerosas tienden a fusionarse, los hermanos de Lala y mis hijos se entienden muy bien. Hacen las mismas gracietas, se ríen con las mismas tonterías y van a los mismos bares cuando mis hijos van a Pamplona o cuando los Moncada vienen a Barcelona. La frase "ponga un Moncada en su vida" se les escapa a mis hijos con mucha frecuencia y a ellos, lo mismo, pero al revés.

Lala y Cote han estado escribiendo el libro durante un año. Un trabajo ilusionado por parte de los dos. Lala, echándole fantasía y Cote, haciendo de "escribano", como dijo en la presentación y diciendo que Lala, además, puso criterio. Cuando el bueno muy bueno levantaba la espada para matar al malo muy malo que es lo que quería Cote, Lala corrigió: "No lo mata. Lo perdona". Cote insistía: "Es que es muy malo". Y Lala: "Que lo perdone".

Una gozada de presentación. Yo dije algunas tontadicas, como siempre, pero me quedé con el ‘forcejeo’ del perdón. Y con el criterio de la que mandaba, que, desde la cama, pero con las ideas clarísimas, lo impone a su hermano. Y con la elegancia del hermano, que acepta el criterio.

Procuré no distraerme y seguí el acto, que fue una gozada. 100 personas aplaudiendo a los autores, sonriendo y agradeciéndoles el esfuerzo que han hecho para producir un libro delicioso, levantan el ánimo a cualquiera.

Me da la impresión de que todo lo que pasa se debe a que hay muchos que no acaban de tener claro lo que está bien y lo que está mal

Con esta preparación, después de la gastroscopia, y después de comer y de una siesta, sigo escribiendo en el tren de vuelta a casa.

Vuelvo a pensar en el criterio. Ahora lo simplifico y me centro en el criterio para saber lo que está bien y lo que está mal. Porque Lala lo tiene claro. Sabe que matar al malo muy malo es lo que te apetece, pero que mejor es perdonarle.

Lala lo sabe, pero mucha gente no lo sabe. Me da la impresión de que todo lo que pasa está fundamentado en que hay bastantes mozos/as que no acaban de tener claro lo que está bien y lo que está mal.

Que hay quien piensa que no hay distinción, que la vida es así, que ya se sabe, que como nadie lo distingue para qué lo voy a distinguir yo, que mi abuela siempre me repite que hay cosas buenas en sí y cosas malas en sí, pero que es muy viejecica y yo diría que chochea...

Hay quien piensa que lo que está bien y lo que está mal no pasa de ser una convención social, a la que se llega por votos, por el ambiente, por lo más modernos o menos modernos que seamos...

Otros, los que piensan que lo que está bien es lo legal, viven cómodos, porque solo con leer el BOE ya tienen criterio. Pero tienen que leerlo todos los días, por si acaso cambia la ley y se quedan atrasados.

Lala tiene criterio. Estoy seguro de que no ha leído nunca el BOE, que no sabe lo que es una convención social ni los sistemas de votación y que la ley d'Hondt le cae muy lejos, pero distingue sobre la marcha lo bueno de lo malo.

¡A ver si aprende esta cuadrilla de impresentables que nos explican a diario que no sabían nada de lo que pasaba, que sus cuentas engordaban automáticamente sin que ellos hicieran nada para el engorde, que se agarran a sus silloncitos porque les han cogido cariño por el uso, etc.!

En el coloquio, alguien preguntó si los autores habían pensado en escribir la segunda parte del libro. En ese momento, Lala tomó el mando, como responsable del criterio, puso cara de pilla y contestó: "Estoy en ello".

¡Menuda suerte!

P.S.

1. Este es un año complicado. Nos lo vamos a pasar votando.

2. Hablando de mí, que es a quien mejor conozco, os tengo que confesar que tengo una importante empanada mental. No lo digáis por ahí, para que yo pueda mantener un cierto prestigio. (Como decía Antonio, un gran torero amigo mío, cuando me contaba algo: "Leopoldo, por favor. Esto que te digo, que no salga de España".)

3. Empanada fabricada por mis propias luces, por supuesto, y por el sumatorio de todas las empanadas que tiene el 96 % de los que se van a presentar en mi casa dándome argumentos (¿?) para conseguir que les vote. (En algún caso, para poder seguir viviendo en su cortijo, al grito de "¡viva la Patria!").

4. Por eso, este fin de semana voy a dormir un poco, por lo de la gastroscopia y otras cosas que me han hecho con su mejor sonrisa los médicos y las enfermeras de la Clínica, que son unos profesionales como la copa de un pino y cariñosísimos con los que, con un cierto miedo, vamos a la revisión.

5. Además, como me han anestesiado, en las primeras 24 horasno puedo "tomar alcohol, conducir ni tomar decisiones importantes".

6. Por eso, esperaré al lunes, porque ese día tomaré una decisión muy importante: conseguir tener criterio.

7. En primer lugar, como legítima defensa ante tanto atorrante que circula por ahí.

8. Y en segundo, porque a mí, Lala no me gana.

Estoy de ayuno, mientras espero la hora de la gastroscopia en la Clínica Universidad de Navarra. Cuando por alguna razón no puedes comer es cuando más hambre tienes. Leo mis dos periódicos, como todos los días, y, como todos los días, me admiro de la monotonía de las noticias. Seguramente es mejor esto que desayunar con atentados y asesinatos, aunque sea aburridísimo por las jautadas de algunos "servidores públicos", ay que se me escapa la risa.