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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Empezar por casa

en la sociedad, hay distintos tipos de células a las que la sociedad les ha asignado responsabilidades: una familia, un ejército, una parroquia, una asociación de vecinos,...Cada célula, una responsabilidad

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Como tengo tantos nietos y algunos se van volviendo mayores y sus amigos vienen a casa y hablan y hablan y hablan, me voy enterando de cosas que estos chicos descubren y de algunas que, una vez descubiertas, les entusiasman. Algunas de esas cosas no son nuevas, porque hace años ya nos preocupaban a nosotros. Otras sí lo son. Totalmente. Por ejemplo, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, que estos chavales ven como algo natural, que a mí me interesa mucho, pero que, en confianza, me cuesta bastante seguir.

Ayer noche hablaban de la RSC, la Responsabilidad Social Corporativa. Se acababan de enterar y estaban interesadísimos en el tema. En algún caso, el interés parecía muy real y en algún otro, como suele pasar, un poco egoistón y pueblerino. Sobre todo, cuando se referían a un consultor que se dedica a esto y "que ya viaja en avión privado".

Cuando los chavales hablan de estas cosas, siempre me callo, porque muchas veces me apetece decirles que eso de que hablan es muy viejo, en el mejor de los casos, y un cuento, en el peor. Pero como acabo de sacar el libro Cómo hacerse mayor sin volverse un gruñóny me paso el día hablando de él, no es cosa de que estropee mi publicidad por darme el gustazo de decir a estos chavales que sé más que ellos. (Por varias razones. La primera, porque no es verdad.)

Cuando, en octubre de 1963, en Cambridge, Massachusetts, el primer director del IESE nos dio el encargo de preparar un programa que se iba a llamar Master (nombre extraño que no habíamos oído nunca) y que tenía que empezar en septiembre de 1964, repartió los cursos (las asignaturas) a los que estábamos allí para que los preparásemos. Entre otros cursos, a mí me tocó el de "Responsabilidades sociales de la empresa". Hice lo que pude y salió una propuesta bastante apañadita, que sirvió para empezar con una cierta dignidad.

Un par de años más tarde, se incorporó al IESE como profesor Miguel Ángel Gallo, a quien le pasé el curso, diciéndole, más o menos, "hasta aquí he llegado. No se me ocurre más". Como siempre, Miguel Ángel se metió a fondo y llegó a ser una autoridad internacional en este tema (y en otros).

Para mí, una empresa empieza a cumplir con la RSC si, normalmente, gana dinero per se, no porque la subvencione la Administración pública más cercana

Sin embargo, yo me quedé con el runrún, aunque, como os digo, no me seguí dedicando al tema. Pero oyendo a mis nietos y a sus amigos, me acordé de una cosa que decía en aquella época. Decía que, en la sociedad, hay distintos tipos de células a las que la sociedad les ha asignado responsabilidades: una familia, un ejército, una parroquia, una asociación de vecinos...Cada célula, una responsabilidad. Una familia no es responsable de la defensa de la Patria. Una asociación de vecinos no tiene por qué educar a los hijos de los que viven en esa casa. El párroco tiene que atender las necesidades espirituales de sus feligreses y no servirles gasolina sin plomo 95 en la gasolinera del pueblo, porque para eso está el gasolinero.

Una de estas células es la empresa, a la que la sociedad le exige que añada valor. Mis hijos aún se ríen cuando se acuerdan de que, al llegar este punto, yo, siempre, ponía el ejemplo del panadero. Por un lado entraba harina, levadura, sal, agua, electricidad, etc., por A pesetas (así era el ejemplo y si lo traduzco a euros lo estropeo); el panadero mezclaba todas aquellas cosas (yo hacía el gesto de mezclar; ahí venían las risas) y sacaba pan, que vendía a B pesetas. B tenía que ser mayor que A, porque el panadero le había añadido valor a A.

Queda claro que en ningún momento aspiré al Premio Nobel de Economía con este tipo de ejemplos, pero así lo entendía yo, se lo contaba a los demás y también lo entendían.

Volviendo a las células, lo que pretendía decir es que el ejército cumple mejor con su responsabilidad hacia la sociedad cuanto mejor le defienda; la familia, cuanto mejor eduque a esos críos que mañana serán "la sociedad"; el párroco, cuanto mejor atienda a las personas de su parroquia y la empresa, cuanto más valor añada. Aquí me detenía y decía "dentro de un orden".(Siempre me han gustado estos añadidos. Un ejemplo actual es cuando, en las conferencias, digo que en España manda Ángela Merkel. Me paro, miro al público y remato: "Gracias a Dios". Consternación general y algún abucheo.)

Dentro de un orden, porque si solo nos fijamos en la eficacia, pondríamos como ejemplo a la mafia, que, en cuanto a eficacia, no hay quien le tosa.

Para mí, una empresa empieza a cumplir con la RSC si, normalmente, gana dinero per se, no porque lasubvencione la Administración pública más cercana. Veo casos en los que los empresarios de algún tipo de industria protestan porque no les dan suficiente dinero. Pero si para cumplir con tu responsabilidad en la sociedad, el pan que fabricas es malo y B no es mayor que A, y exiges ayuda a la Administración para sobrevivir, búscate otro trabajo y no molestes con pancartas por la calle a esa sociedad que te ha dado ese encargo que tú no cumples.

Sigo con la RSC, empezando por casa. Porque he añadido valor –primera responsabilidad social cumplida–, pero si todo lo que he añadido me lo gasto en orgías y borracheras, estropeo lo que he hecho bien.

Prefiero pensar que en Walmart, la RSC ha empezado por donde tiene que empezar: por casa

Os he dicho muchas veces que mi sabiduría viene de los dos periódicos que leo a diario y del semanario Time. En el ejemplar de la semana pasada, Time anunciaba que Walmart aumentaba el sueldo a sus trabajadores. Esta subida representa un billón de dólares. Supongo que un billón americano, o sea, mil millones de dólares. Habrá muchísimos comentarios. Que antes estaban mal pagados. Que Walmart lo hace para que sus empleados compren en sus tiendas. Que menuda faena para los demás. Pero prefiero pensar que en Walmart, la RSC ha empezado por donde tiene que empezar: por casa. Porque si empieza por fuera de casa, que también hace falta, no me lo acabaré de creer, aunque hablen mucho del medio ambiente, de los derechos de carbono, de la atención a las minorías étnicas y de todas aquellas cosas que son muy buenas, pero que a míme parece que vienen después.

Luego, me gustaría que Walmart viera la diferencia de ingresos de los distintos niveles de la estructura de su empresa. Porque hay cifras de remuneraciones del primer nivel, en España y fuera, que no me gustan, y que multiplican por mucho las remuneraciones de los que cobran menos. ¿Que las responsabilidades son distintas? Sí. ¿Que esas son las remuneraciones internacionales? Sí. ¿Que si no cobran eso se irán? Que sí. Que es verdad, todo es verdad. Pero no me gusta.

La tertulia de mis nietos con sus amigos se está acabando. Es tarde y mañana tienen que madrugar.

No he hablado nada, porque les he visto tan entusiasmados que no les he querido preguntar:

1. Esa empresa¿gana dinero sin basar sus beneficios en subvenciones "porque lo que hago es muy importante"?

2. Si es que sí, quiero ver cómo reparte ese dinero entre las personas que, de un modo u otro, han participado en la consecución de ese beneficio, o sea:

- los que dirigen

- los que dirigen menos

- los que dirigen menos que los anteriores

- los que no dirigen

- los que pusieron el dinero

3. ¿Tienen todos claro que la empresa es un conjunto de personas que, utilizando el dinero puesto por otras personas, contratan personas, compran productos o servicios a otras personas y venden otros productos/servicios a más personas?

Me callé, pero algún día se lo diré a mi nieto, porque me da miedo que, a base de hablar de cosas importantes (respeto al entorno, ayuda a personas o instituciones que lo necesiten, ofrecimiento de trabajo a los que se hayan quedado sin vivienda por mi culpa, etc.) se les olvide lo más cercano: las personas de la empresa.

Y con eso de la eficacia y de que la cultura anglosajona nos exige ser competitivos, movernos por objetivos económicos y cosas así, resulta que, caiga quien caiga, yo voy a lo mío, en avión privado o de línea regular, y salpico mis discursos con referencias al calentamiento global, poniendo cara de que me preocupa mucho, mientras voy pensando en el bonus de final de año, que es lo que de verdad me quita el sueño.

P. S. 1.

1. No sé por qué, con mucha frecuencia echamos la culpa a los anglosajones de las perrerías que hacemos los no anglosajones.

P. S. 2.

2. Paso el artículo a mi mujer, la censora más dura que tengo. Me dice que tiene un tinte demagógico, sin duda porque estamos en plena(s) campaña(s) electoral(es).

3. Me defiendo diciéndole que no me presento a ninguna elección. Me contesta"¡pues parece que sí!"

4. Me dispongo a releer el artículo, con la sana intención de eliminar cualquier frase que pueda sonar a "¡viva Cartagena!".

5. Pero antes, pienso que eso de empezar a arreglar el entorno por la parte del entorno que tengo en casatiene bastante sentido.

6. Y no releo el artículo y lo dejo tal cual.

Como tengo tantos nietos y algunos se van volviendo mayores y sus amigos vienen a casa y hablan y hablan y hablan, me voy enterando de cosas que estos chicos descubren y de algunas que, una vez descubiertas, les entusiasman. Algunas de esas cosas no son nuevas, porque hace años ya nos preocupaban a nosotros. Otras sí lo son. Totalmente. Por ejemplo, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, que estos chavales ven como algo natural, que a mí me interesa mucho, pero que, en confianza, me cuesta bastante seguir.