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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Repensar la sociedad

El deterioro general está siendo rápido. Las reformas universitarias se suceden, sin atacar lo fundamental: la formación humana de los jóvenes. Es hora de ponerse a trabajar cuanto antes

Foto: Imagen de archivo de una manifestación de estudiantes universitarios en Madrid (EFE)
Imagen de archivo de una manifestación de estudiantes universitarios en Madrid (EFE)

Ellunes comí con Javier Marcet y Nacho, uno de sus hijos. Javier fue jugador del Madrid, del Español y de la selección nacional, además de abogado y economista por Deusto. O sea, lo normal. Cualquier futbolista hace eso. Ja.

Cuando yo estudiaba en Barcelona, vivíamos en el mismo barrio. Íbamos al mismo bar. Él era cinco años mayor que yo, y además internacional, lo que hacía que le mirase de lejos, con un cierto respeto. Jugabade maravilla. A mí me admiraba que, cuando corría, llevaba la bola pegada al pie. No se le separaba ni medio metro.

Coincidí con él en la editorial Salvat, donde él trabajaba, junto a un equipo fenomenal de directivos. Les ayudé en el lanzamiento de Monitor, que me parece que fue la primera enciclopedia en fascículos que salió en España, y nos hicimos amigos.Él seguía teniendo cinco años más que yo, pero, como los dos habíamos crecido y él ya no era internacional, lo veía más cercano.

Javier ha escrito un libro, Repensar el fútbol.

Cuando una persona de su nivel intelectual y deportivo te dice que hay que repensar el fútbol, te da a entender que quizá hay que darle vueltas a lo que es ese negocio/juego/deporte que nos envuelve por todas partes, jugándose hoy por la tarde el último partido de la jornada 34 mientras el primer partido de la 35 está esperando en la puerta a ver si acaban ustedes de una vez, que tenemos que jugar nosotros para que la semifinal de ida de la Champions se pueda jugar antes de la semifinal de vuelta y lo mismo le digo de la jornada 36 que viene muy interesante.

Para entrar en faena, voy al diccionario y veo que repensar es como reflexionar”: pensar atenta y detenidamente sobre algo”.

Javier ha reflexionado sobre el fútbol y, en la dedicatoria del libro, le pide perdón a su mujer “a quien tanto tiempo ha robado para dar a luz este libro. Detalle que me parece de una gran finura en un marido que lleva 61 años casado y que se sigue preocupando porque no le hace el debido caso a su mujer.

Para entrar en faena, voy al diccionario y veo que 'repensar' es como 'reflexionar': 'pensar atenta y detenidamente sobre algo'

Mi amigo ha reflexionado sobre el fútbol. Hoy dirían que ha hecho pedagogía sobre el fútbol. Y como cada semana digo que para hacer pedagogía hay que ser pedagogo y para ser pedagogo hay que saber de aquello, os puedo decir que el lunes comí con un pedagogo.

Como además, Javier y sus hijos tienen una Fundación en la que forman chavales para el deporte, y en la contraportada de su libro he visto que intentan acompañar alos chavales en “su camino hacia el éxito, escrito con tres palabras básicas: humildad, honestidad y humanidad”, pienso: “Leopoldo, lee este libro, a ver si te enteras”. No me servirá en mi camino hacia el éxito deportivo, porque llego tarde. Pero igual me sirve para mi camino. Punto.

He leído las reflexiones y, como me pasa siempre, me he quedado enganchado en unafrase. Y cuando me engancho en una frase, me engancho. Quiero decir que, seis días después de leerla, a la mínima ocasión se la suelto al primero que pasa por la calle, aunque no venga a cuento.

Esta viene a cuento: “Amedida que el tiempo pasa, las cosas que no se cuidanse deterioran”. Alguno pensará: “¡Vaya novedad!”.Aquí Javier no habla de novedades. Habla de que las cosas que no se cuidanse deterioran. Yo aprovecho el rebufo y digo que “las cosas” son todas las cosas: el matrimonio, la familia, la empresa, el partido político, el municipio, la autonomía, la nación…y el fútbol.

Seguramente, en cuanto desnaturalizas algo y lo conviertes en otra cosa, aunque el nombre siga siendo el mismo, empieza el deterioro.

Me voy a Irún. Vuelvo en seguida.

Mi madre era irunesa. Presumía mucho de ser “de la frontera”. Eran los tiempos en que el Real Unión de Irún era un equipazo. Ganó tres veces la Copa del Rey. Mi madre, chica joven y guapa, salía con los jugadores, chicos jóvenes y guapos. No ricos. Siempre me habló de Luisito y Pedro Regueiro, y de René Petit. (El portero era Emery, abuelo del actual entrenador del Sevilla. De ese no me habló. No debía ser de la pandilla.)

René era ingeniero de caminos. Fue el ingeniero jefe de la construcción del pantano de Yesa y vivía allí. Mi madre me contaba que los días que tenía partidoRené cogía una moto y se iba desde Yesa al lugar donde se jugaba el encuentro. Al acabar, se volvía, porque el lunes había que trabajar. Como entonces no había televisión, los partidos se jugaban los domingos a una hora que permitía que el futbolista pudiera volver al trabajo.

Seguramente, en cuanto desnaturalizas algo y lo conviertes en otra cosa, aunque el nombre siga siendo el mismo, empieza el deterioro

Leo en Wikipedia que el Real Unión tuvo su época dorada hasta que el profesionalismo llegó.

A Luisito Regueiro le fichó el Madrid. Todo lrún se revolucionó. ¿Cómo nos va a traicionar este chico yéndose a otro equipo? (Ya se ve que todo está inventado. Que cuandolos del Barça se enfadaron con Figo, no hacían nada nuevo. Lo nuevo fue la cabeza de cerdo que le tiraron al campo.)El padre de Luis le decía a mi abuelo: “Pero ¿cómo va a decir que no al Madrid si le han puesto un caramelo en la boca?”. 25.000 pesetas de caramelo eran muchas pesetas en aquellos años, y Luis Regueiro se fue al Madrid. Y poco a poco, el Real Unión fue para abajo y ahora está en segunda división B.

Al principio del artículo he dicho que el fútbol era “ese negocio/juego/deporte” y lo he puesto por ese orden, porque creo que lo del deporte se les ha olvidado a muchos. Si a René Petit le llegan a decir que un equipo cotizaría en bolsa y que los jeques árabes se pondrían en cola para comprar equipos, o que un jugador sería propiedad de un fondo de inversión y que los jugadores llevarían en la camisetael nombre de un país que muchos de ellos no han oído nunca y que casi ninguno sabe dónde está ni le importa, vende la moto y se queda en Yesa los domingos. ¡Si él iba a jugar! ¡Y a ganar, por supuesto! Pero cuando metía un gol, no se le echaban encima los demás jugadores, los suplentes, el médico, el entrenador y seis señores que pasaban por ahí; y cuando perdía, salía a la calle sin temor a que nadie le insultase.

Aquí hay muchos millones. Normalmente, dedeuda. Pero millones.Hay que ganar como sea. Y al que ha de ganar como sea no le pidas muchas delicadezas, que él está defendiendo, quizá sin saberlo, la cuenta de resultados del club. Y, a lo largo del partido, el presidente está pensando en que, si ganan, entrará dinero por las camisetas, la tele, las giras… Luego le resta las primas que se ha comprometido a pagar a los jugadores si ganan, y da la orden: “¡Hay que ganar!”

Javier, en su libro, dice que es una “Guía práctica para devolver el espíritu amateur al fútbolmoderno”.

Y como siempre me voy de una cosa a otra, pienso en la sociedad. En la sociedad española, que es la que tengo más cerca. Y que es donde viven esos padres –yo lo he visto–que cuando van al colegio a ver jugar al fútbol a sus hijos –he dicho jugar–, le gritan al pobre chaval: “¡Estásacabao!”, frase que si se la dijera Popovic, entrenador del Zaragoza, a Borja Bastón, delantero, me parecería un insulto. Y cuando se la oigo decir a ese padre, que en la vida normal tiene fama de ser educado, fino, y hasta un poco estiradillo, me da pena/asco/repugnancia, a la vez que pienso que, desde que alguien inventó lo de la competitividad, nos lo hemos creído, y estamos trabajando para fabricar monstruitos que,en cuanto vean un billete de pocos euros, se lanzarán a la yugular de su prójimo/a, armados con una pistola o con un invento financiero que, señora, se lo aseguro, tiene liquidez inmediata (falso) y que le permitirá vivir tranquila los años que le quedan de vida (falso).

Como es natural, me gustaría que la política tuviera espíritu amateur. No consigo enterarme de lo que cada partido me ofrece. Sé que todos quieren ganar. Lo malo es que, el día después de las elecciones, todos me asegurarán muy seriamente que han ganado. Las idas y venidas son constantes. Cuando uno molesta, se le echa. Viene el otro y dice lo contrario, con grandes aplausos de la clientela, que no se ha enterado de nada, pero que piensa que, como ese señor lleva corbata/no lleva corbata/se peina con raya/lleva coleta es el summum de las bondades políticas y el que llevará a España al triunfo. (Para que el artículo no quede machista, donde pongo señor añádase señora, con falda, pantalón, pelo corto, pelo largo, etc.)

El deterioro está siendo rápido. Las reformas universitarias se suceden, sin atacar lo fundamental: la formación de los chicos como personas

Vi ayer el partido entre el Barça y el Bayern. Me pareció aburrido hasta que Messi se despertó. Este también lleva la bola pegada a la bota. Me distraje un poco durante el encuentro, porque, después de leer el libro de Javier, me fijo en muchas cosas: en los tatuajes de los jugadores, en las botas de colorines diversos según quién las pague; me fijo en el que se quita la camiseta porque ha metido un gol, en el que pega un codazo que no se ve pero que sí se ve en la repetición…

Deterioro general. No es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor. En absoluto. Todos los tiempos han sido iguales. Pero¿por qué no nos fijamos en este tiempo, que es el nuestro, y procuramos arreglar el deterioro?

El deterioro está siendo rápido. Las reformas universitarias se suceden, sin atacar lo fundamental: la formación de los chicos como personas.

Hay familias que se creen que la culpa de lo maleducados que son sus hijos es de Wert. No, hombre, no. Es vuestra. El deterioro de la sociedad empieza cuando la familia se deteriora. Cuando el marido no le pide perdón, como ha hecho Javier, a su mujer por una supuesta falta de atención y cuando la mujer hace lo mismo. Y cuando los hijos, criados en ese ambiente, son más ordinarios que la lija del 7, aunque sean másteres por la mejor Escuela de Negocios del mundo, que yo ya sé cuál es, pero que no lo digo, para que nadie se moleste.

Repaso el índice del libro de Javier y me paro en un capítulo: “No digas nunca ¡basta!”

Y pienso que quizá por comodidad, o por pereza, o porque todo cuesta esfuerzo y nos cansamos, hemos dicho ¡basta! y tenemos una sociedad blandita, que quiere el bienestar, pensando que el bienestar es gratis, una sociedad a la que le gusta tener derecho a casi todo y que, con eso de la competitividad, ha decidido que yo tengo que pensar en y , en ti y él en él.

Pues a trabajar, porque algún día habrá que parar el deterioro.

Vamos, digo yo.

Ellunes comí con Javier Marcet y Nacho, uno de sus hijos. Javier fue jugador del Madrid, del Español y de la selección nacional, además de abogado y economista por Deusto. O sea, lo normal. Cualquier futbolista hace eso. Ja.

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