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El sombrajo y la pirueta
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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El sombrajo y la pirueta

No acabo de entender por qué Pedro negocia con el profesor titular interino. Veo que él también fue a la Complutense. Quizás el profesor hizo la vista gorda cuando Pedro copió en un examen

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)

Oyendo el otro día al presidente 'in (suo) pectore' Pablo Iglesias, me vino a la cabeza una 'aragonesada' que solía contar mi abuela.

En un pueblo aislado de la montaña, hubo una manifestación de vecinos. Fueron unos 50 -no había muchos más- al ayuntamiento, gritando por la calle. Salió el alcalde a preguntarles qué querían. El más bruto de todos -hoy le llamaríamos 'portavoz'- dijo que querían tres cosas: ser puerto de mar, una fábrica de abadejos (un pez como el bacalao) y, en el colmo de la euforia, exigió: "Y que le 'cuerten' la cabeza al señor alcalde".

La autoridad municipal, dispuesta a ceder en lo que fuera posible, contestó: "Todo lo tendréis menos lo 'ultímo". Puso el acento en la 'ti' para que quedase claro.

Le oía y le veía a Pablo, asegurando muy serio, como si se lo creyera, lo que iba a hacer con España -'con', no 'en' España-, y me acordé en seguida de la fábrica de abadejos y el puerto de mar. Me quedé muy preocupado.

Muy preocupado por la Complutense, por supuesto, la universidad donde este chico ejercita la docencia. (Cuando quiero subrayar algo que no se sostiene ni con los palos de un sombrajo, suelo poner ¡?, pero en este caso, detrás de la palabra 'docencia' tendría que poner tantos '¡' y tantas '?', que se acabaría el artículo. Lo mandaría tal cual a El Confidencial y no sé si me lo admitirían).

La Complutense, en la que Pablo fue profesor titular interino de Ciencias Políticas y luego, profesor honorífico.

¡Y resulta que no sabe sumar! Realmente, sí que sabe, pero cuadra las cuentas como las cuadrábamos mi mujer y yo hace muchos años. Encomendándonos a la Virgen del Pilar para que, semana tras semana y crédito tras crédito, fueran acabando sus estudios los hijos y nos permitieran resoplar un poco.

96.000 millones, como los 20 años de Gardel, no son nada. Que se sacan con la mano izquierda. Y que una vez hechas las sumas, y algunas restas, se hace un folletico, se ponen allí los cálculos bien majos y, ¡milagro!, ¡ha salido!

Como consecuencia, que me nombren dueño de lo que antes fue España y a hacer encuestas (CIS), a espiar a la gente (CNI), a montar un referéndum en Cataluña (Xavier), a...a...a...

Además de cuadrar las cuentas, podremos hacer lo que queramos: blasfemar, corromper a los niños, amenazar a los que piensen de otra manera...

Los europeos, 'bocabadats', como dicen en la Cataluña de antes del referéndum; los ministros del Ecofin, más 'bocabadats' todavía, y nuestros acreedores, sin fuerza para abrir la boca, porque las mandíbulas se les han quedado de piedra.

Menos mal que el lema de la Complutense es 'Libertas perfundet omnia luce', que, como todos sabéis, quiere decir que la libertad lo ilumina todo. O sea, que, además de cuadrar las cuentas, podremos hacer lo que queramos: blasfemar, corromper a los niños, amenazar a los que piensen de otra manera... El Paraíso terrenal corregido y aumentado.

No acabo de entender por qué Pedro negocia (ahora sí que pongo ¡?) con el profesor titular interino. Veo que él también fue a la Complutense. Quizás el profesor hizo la vista gorda cuando Pedro copió en un examen. Quizás a Pablo le dio pena Pedro y le aprobó con 5,00001 una asignatura que se le enganchaba.

Digo esto porque, si no es por motivos de agradecimiento, no sé por qué -y de qué- tienen que hablar.

Como cualquier español que se precie, no consigo ver qué puede pasar. Veo unas pocas cosas, en pintura de brocha gorda, y no llego a los infinitos matices que ya no quiero leer, ya no quiero ver y ya no quiero escuchar, porque soy absolutamente incapaz de decir, después de todo el batiburrillo: "...de donde se deduce que...". Por lo menos, yo no deduzco 'ná'.

La brocha gorda me lleva a:

1. Pensar que el PP, el partido más votado, ha desaparecido. No existe. Al principio, llevado de mi cariño por Mariano, pensé que, como buen gallego, toda su aparente apatía era aparente. Tenía un plan B, otro C, y así. Pero visto lo visto y lo que nos falta por ver, he llegado a la conclusión de que lo que no tenía era un plan A. Ahora oigo que los de su partido le echarán y que la señora Cifuentes está bien situada. Abundando en mi ignorancia, yo no sabía quién era la señora Cifuentes hasta que casi se mata yendo en moto. La pobre lo pasó mal, pero ya está restablecida y parece que con ganas. De los demás, no hablo. Esperanza me cae muy bien porque es una castiza. Rita no me cae bien ni mal, porque no le conozco. Pero el partido está tan destrozadico que hay que esperar a que Cifuentes, o quien sea, agarre la mopa, el detergente, la lejía y un cepillo de púas duras y hala, a fregar. Y hala, a desaforar, y hala, que sea lo que Dios quiera.

(Tuvimos una cocinera baturra, muy baturra, que murió en casa a sus 86 años y que mandaba mucho más que mi mujer y yo juntos. Cuando había algún lío gordo, siempre decía: "Que sea lo que Dios quiera: a matar a la mujer vamos". Nunca supe de dónde venía la frase, pero en casa la seguimos diciendo. Por eso la pongo aquí, porque me sale de dentro).

2. Como sigo con la brocha gorda, junto a Pedro y a Albert. Me parecen dos chicos majos. Uno cuarentón, el otro treintañero, o sea, nada de chicos. Lo que pasa es que, a mi edad, muchas veces pienso: "Estos jovenzuelos...".

Pero no, ya son mayores. Pedro fue al IESE, además de a la Complutense. Albert, a ESADE. Algo bueno aprenderían.

Parece que están negociando bien, sin demasiado ruido. Parece que alguno de los dos será el próximo presidente.

3. Hay otros partidos que, por lo que dice Enric Juliana, son importantes, de cara a su voto o su abstención en el debate de investidura, pero como no tengo la finura de análisis de Enric, no hablo de ellos.

4. De Pablo tampoco hablo, porque no me gusta lo que dice, ni cómo lo dice, y porque cuando le oigo hablar, me acuerdo de un amigo mío que solía decir: "Esa película ya la he visto. Bambi crece y le salen cuernos".

O sea, que Gobierno PSOE-Ciudadanos-restos del PP: a portarse bien y a no olvidar que somos europeos. Y que quien manda (Angela), manda (Angela).

El mundo, revuelto. Europa, parte del mundo, revuelta. España, parte de Europa, revuelta.

Mario, venga a fabricar dinero y exigiendo más reformas estructurales en los estados europeos.

François Hollande, a sus 61 años, frivolete como siempre. Con una novia, como siempre.

Pero no todo son frivolidades. Porque ahora se le ha ocurrido nombrar un "ministro encargado de la Reforma del Estado y la Simplificación".

De Pablo tampoco hablo, no me gusta lo que dice. Cuando le oigo me acuerdo de un amigo que decía: "Esa peli la he visto. Bambi crece y le salen cuernos"

Pedro, Albert, XX (por el PP): mandad en seguida alguien a París a hablar con François, para enteraros de qué piensa hacer y cómo. Que esa persona traiga toda la documentación que pueda conseguir, que se entreviste con gente que esté trabajando en este asunto. Convenceos de que España, nación de naciones, es pequeñica, y que aquí se ha inventado un sistema que fue bien para un momento determinado, en el que hay comunidades autónomas, diputaciones, consorcios...Con muchas personas trabajando y, de paso, ayudando a que no podamos cumplir con nuestros compromisos de déficit.

El actual modelo de Estado es inviable e insostenible. Y va a más. En cuanto nos descuidamos, se crea algo, con el juramento adicional de que no costará ni un euro más, pero con un gran interés por parte de los que lo proponen, lo que hace que algunos pensemos mal.

Otra cosa. Además de todos los empleados en este tinglado que es el Estado de las autonomías, que debe ser difícil de desmontar o de reducir -que hablen también de esto con François-, a los que queden, que alguno quedará, hay que exigirles que definan sus prioridades con la cabeza.

Me dicen que en Barcelona hay hambre. Hambre quiere decir acostarse con el estómago haciéndote run-run. Sensación que, gracias a Dios, yo nunca he tenido, pero que debe ser angustiosa.

Cerca de mi casa hay un convento donde hay colas para comer. Y no todos son inmigrantes. (Por cierto, benditos conventos, bendito banco de los alimentos, benditas parroquias, bendita Cáritas y benditos muchos otros).

El actual modelo de Estado es inviable e insostenible. En cuanto nos descuidamos, se crea algo, con el juramento adicional de que no costará ni un euro más

Pues en esa misma Barcelona, se está estudiando convertir el antiguo teatro Arnau en un museo, se está estudiando echar unos cuantos millones de euros en la Diagonal con tranvía, sin tranvía, y así. Menos mal que ahora todo se hace mediante procesos participativos, porque el elegido para gobernar no se atreve a gobernar y quiere tener las espaldas cubiertas. Y con los procesos se alargan las decisiones y, con suerte, se olvidan.

Por mi trayectoria, creo que nunca me presentaré a alcalde de Barcelona. Pero ya tengo claro cuál sería mi programa: NO HACER NADA.

Excepto:

1. Tener limpia la ciudad.

2. Mantenerla hecha un sol. O sea, si se rompe una baldosa en el barrio más alejado del centro, repararla inmediatamente, procurar que sea del mismo modelo que las anteriores para que la acera no parezca un muestrario de baldosas, etc.

3. Asegurarme de que NADIE pase hambre.

4. Asegurarme de que NADIE duerma en la calle. Ya sé lo de la libertad y que hay quien prefiere dormir en la calle, arrebujado en cartones, pero como me he comprometido a tener la ciudad limpia y mire, caballero, usted me la ensucia durmiendo sucio en un banco, me lo llevo a un albergue que tiene ducha obligatoria, calefacción y, si necesita, conexión wifi, y de allí no sale, hasta que lo diga yo, que para eso soy el alcalde.

Releo el artículo. ¡Dios mío, qué pirueta!

De la situación política española al recuerdo obligado de que somos Europa, al recuerdo, de pasada, de que Cataluña es España, al recuerdo de que el actual tinglado político es eso, un tinglado que hay que deshacer y si me dicen que soy un recentralizador, allá ellos; hasta mi programa político cuando sea alcalde de Barcelona, que la voy a dejar ni más grande ni más pequeña. No haré ni una sola obra. Me gastaré el dinero en limpiarla y darle brillo.

Cuando acabe en el ayuntamiento, quiero que me pongan allí una placa:

"Leopoldo Abadía fue alcalde de Barcelona en el período XXX-XXX.

Cumplió a rajatabla su compromiso electoral: no hacer NADA.

Dejó la ciudad como los chorros del oro.

La ciudadanía, agradecida".

Oyendo el otro día al presidente 'in (suo) pectore' Pablo Iglesias, me vino a la cabeza una 'aragonesada' que solía contar mi abuela.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy