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Leopoldo Abadía

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No sé qué partidos se pondrán de acuerdo, ni quién será el próximo presidente de gobierno, pero sé lo que hará: obedecer religiosamente a Angela Merkel

Foto: (De dcha. a izqda.) Combo de fotografías de Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (EFE)
(De dcha. a izqda.) Combo de fotografías de Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (EFE)

Me preguntan con mucha frecuencia qué opino de la actual situación política en España. Me escapo diciendo eso que he dicho tantas veces: que no sé qué partidos se pondrán de acuerdo, ni quién será el próximo presidente de Gobierno, pero sé lo que hará: obedecer religiosamente a Angela Merkel.

(Entre paréntesis y para que os riais un poco: un amigo me dice que me debía presentar yo, "solo para ver la cara que pondrían algunos". No os preocupéis, que no hay ningún peligro, aunque lo de la cara de algunos sería un buen argumento para convencerme).

No sé nada de política. Suelo leer los análisis de unos pocos de cuyo criterio me fío: Enric Juliana, Fernando Ónega y alguno más. Pero no me aclaro. Y, además, creo que ellos tampoco. Estos mozos -Mariano, Pedro, etc.- han conseguido armar un cisco gordo.

Y, desde mi más profunda ignorancia, me pongo a discurrir. También he dicho muchas veces que tengo un gran respeto por el método de discurrir que consiste en coger un folio en blanco y un bolígrafo, sentarme y empezar a ver qué se me ocurre. Suelo añadir un café, porque me ayuda a no distraerme.

También he dicho -hoy estoy repetitivo- que, normalmente, noto que se me empieza a ocurrir algo cuando me duele la cabeza. Debe ser que las neuronas se han puesto a trabajar.

Os digo lo que he pensado, aunque tengo que avisar que no me ha dolido la cabeza. O sea, que es posible que no os parezca ninguna maravilla.

Hay tres partidos que se tienen que poner de acuerdo. He dicho 'partidos' y no personas, excepto en el caso de C's, porque o te gusta Albert o no hay nadie más

Se me ha ocurrido que hay tres partidos que se tienen que poner de acuerdo: PP, PSOE y Ciudadanos.

He dicho 'partidos' y no personas, excepto en el caso de Ciudadanos, porque me parece que en ese partido, o te gusta Albert o no hay nadie más. En los otros dos, hay otros para elegir.

Al llegar aquí, tomo un trago de café y me pregunto por qué no incluyo a Podemos, que ha sacado un montón de votos. Pues mira, no lo incluyo porque veo que Pablo siembra odio cuando está serio, y, peor aún, cuando está divertido y quiere hacer gracia. Y como eso es lo que me parece, pues no lo pongo. Y si me equivoco, me equivoco.

Sigo adelante. Ahora voy a hablar de personas. Ya que he empezado con Pablo, sigo con Podemos, que me coge de carrerilla. Íñigo con cara de niño y los demás -no me sé los nombres- también me parecen sembradores. Pues hala, los tacho.

El PP, "el gran despilfarrador". Millones de votos tirados a la basura. De la mayoría absoluta a la genuflexión delante de los otros partidos para que le permitan mandar, que ahora se portará bien. Pues mira, Mariano, se te pasó la oportunidad. Ya sé que no te enteraste de nada. Pues por eso, a casa. Porque en una empresa -no me repitáis, por Dios, que la política es otra cosa, porque no me lo creo-, en una empresa, insisto, cuando el de abajo roba, el de arriba echa inmediatamente al de abajo y si varios han robado, los echa y presenta su dimisión.

Mariano, se te pasó la oportunidad. En una empresa, cuando el de abajo roba, el de arriba echa al de abajo, y si varios han robado, los echa y presenta su dimisión

O sea, en el PP necesito urgentemente -la semana que viene, por ejemplo- una cara nueva, que, por ejemplo, no tenga que explicar que las iniciales que aparecían en los papeles de Bárcenas no eran las suyas, aunque ¡oh sorpresa! coincidían.

Me voy al PSOE, y allí encuentro a Pedro. Tiene pinta de chico majo, aunque me parece que le falta un hervor. Seguramente, su entrada insultando a Mariano en el debate que tuvieron en televisión fue decidida por el Arriola del PSOE, que no sé cómo se llama. Alguno habrá. Pero el insulto lo soltó él y estoy hasta el gorro de las groserías. O sea, Pedro, no te tacho como a Mariano y a Pablo, pero no me acabas de gustar. Alguno habrá en el PSOE con un poco más de peso que tú. Que lo miren. Tú ya has hecho el trabajo sucio: reñir con Mariano, presentarte al primer debate de la investidura, perderlo, presentarte al segundo, volverlo a perder. Te has ganado el sueldo.

Ya he dicho que en Ciudadanos solo tienen uno, Albert. También juraría que le falta un hervor. Tiene a su favor que, por lo menos, no insulta, y que habla con unos y con otros, cosa que, al nivel de los políticos españoles, es un logro. Me parece que es un mozo a tener en cuenta cuando sea mayor.

Cada vez me gusta más que el Rey decida llamar a alguien de la calle y le diga que se ocupe de la presidencia mientras los partidos arreglan sus cosas.

Me empieza a doler la cabeza, aunque, como en la canción de Serrat, "no se me ocurre nada". O sea, sigo sin tener nada claro. Y cada vez me gusta más que el Rey -que lo está haciendo de película- decida llamar a alguien de la calle y le diga que se ocupe de la Presidencia mientras los partidos arreglan sus cosas. El PP, las suyas. El PSOE, las otras suyas, porque lo de los ERE andaluces tampoco es moco de pavo.

Un presidente que sepa de números, que hable inglés y que llame a Puigdemont para decirle que ha visto el documento en el que Artur pedía a Mariano 25 cosas, de las que 23 eran económicas, o sea, fáciles de arreglar. Que Mariano se las dejó olvidadas en un cajón, que él las ha encontrado y que van a llegar a un acuerdo - mejor dicho, a 23- en cuatro días.

Ese presidente tendrá libertad para nombrar ministros del PP, PSOE y Ciudadanos y alguno de fuera, si es competente y majo. El Rey le podría sugerir que uno de los ministros fuera Pedro y otro, Albert, para que fueran cogiendo hervores y, quizás un día, aspirar a puestos para los que ahora no están preparados.

Ese primer ministro debería ser lo suficientemente decente como para acometer la regeneración moral de España, de la que todos hablamos y no se ve el avance por ningún sitio.

El martes presenté en Valencia mi último libro, 'Yo de mayor quiero ser joven'. La presentadora, Elena Tejedor, un lujo. Es la directora general de la Fundación Trinidad Alfonso. En la presentación dije que, por supuesto, había que volver inmediatamente -esta tarde, por ejemplo- a la cultura del esfuerzo, porque la cultura de la vagancia no ha sido cultura nunca. Cuando dije eso, que no estaba preparado, vi que a Elena le brillaban los ojos. Luego me confesó que ese precisamente es el lema de la fundación, la 'Cultura del esfuerzo'. Al final, en cuanto discurres un poco, se te ocurre lo mismo que se les ocurre a los que discurren bastante mejor que tú.

Pues eso, la cultura del esfuerzo debería ser uno de los puntales de esa regeneración moral que forma parte de la sana revolución civil que me obsesiona.

P.S.

1. He dicho que no me gusta lo que dicen Pablo, Íñigo y algunos otros de su cuerda.

2. Pero si un día nos encontramos en algún sitio, nos presentamos, nos tomamos un café y nos reímos, me meto con ellos, ellos conmigo y tan amigos.

3. Que lo del odio es muy peligroso y con los españoles no se debe jugar, que de vez en cuando nos tomamos las cosas en serio y nos liamos a bofetadas.

4. Y eso ya pasó una vez. Ni Pablo ni Íñigo ni los otros habían nacido, pero yo sí. Y todo lo que se aproxime a aquella burrada es terrible.

Me preguntan con mucha frecuencia qué opino de la actual situación política en España. Me escapo diciendo eso que he dicho tantas veces: que no sé qué partidos se pondrán de acuerdo, ni quién será el próximo presidente de Gobierno, pero sé lo que hará: obedecer religiosamente a Angela Merkel.

Ciudadanos Angela Merkel Mariano Rajoy Pedro Sánchez