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Vivir y morir con estilo
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Vivir y morir con estilo

Hoy, que es el presente -un regalo- lo estropeamos recordando lo que pasó en el 36 y adivinando lo que pasará en 2047, resultado de sumar 24+2+4 a la decisión de tener o no tener un hijo

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Estoy un poco pocho. En dos días se han muerto dos amigos míos. Carmen, de repente. Fernando, después de una enfermedad larga.

Fui al funeral de Carmen. Mucha gente en la iglesia. La urna con sus cenizas, en una mesita delante del altar, con una foto suya, riéndose. Porque Carmen se reía mucho. Su marido y sus cuatro hijos y sus nietos, en la primera fila.

La misa, solemne, con mezcla de cantos clásicos y rocieros, porque Carmen era andaluza y nunca perdió su acento, incluso cuando hablaba en catalán. Al final, la Salve Rociera, que a mí, que no he estado nunca en el Rocío, me emociona mucho.

Ramón, el marido de Carmen, sube al altar, sin papeles, y habla desde el corazón. Y acaba, diciendo a su mujer: "¡Misión cumplida!". Y se me vuelve a hacer un nudo en la garganta.

Llego a casa y me entero de que Fernando, al que le he ido siguiendo en su enfermedad, también ha fallecido. Y me cuentan que, desde que supo lo que tenía y que le quedaba poco tiempo, fue hablando con sus hijos, con sus nueras y yernos, para explicarles que la muerte es lo más natural. Eso hace que yo recuerde lo que me dijo un día: "En mi casa no hay tabúes. Se habla de lo que se tiene que hablar, y este es un tema del que hay que hablar".

Tenía a medio escribir el artículo de El Confidencial de esta semana. Se titulaba "¿Quién de estos ha leído a Rana?". Hacía referencia a un artículo buenísimo que ha aparecido en la revista 'Time' del 23 de mayo, escrito por Rana Foroohar, que vale un valer. En el artículo habla de los bancos de antes y de los de ahora. Cuando lo leí, me acordé de una de mis manías: conseguir que los bancos hagan de bancos. Rana lo dice en inglés, pero un poco más largo. Y les pega un poco fuerte, cosa que me hace una cierta ilusión, como ya sabéis.

La muerte es lo más natural. "En mi casa no hay tabúes. Se habla de lo que se tiene que hablar, y este es un tema del que hay que hablar"

Pero cuando ya tenía enfocado el tema y solo faltaba echarle alguna hora que otra, se me mueren Carmen y Fernando. Aparco el artículo y empiezo otro. Y hablo de la muerte. Y como en un libro he dicho que yo me quiero morir con estilo y en dos días he visto dos ejemplos que ni pintados, vuelvo a decirlo.

En primer lugar, no sé si os habéis dado cuenta de que ahora la gente no se muere. "Desde que nos dejó don Fulano...". "Desde que falta don Mengano...".

¡No! ¡QUE SE MUEREN! Por eso nos dejan y faltan.

Tengo un amigo majísimo que, de vez en cuando, dice cosas un poco pintorescas. Una de las últimas ha sido decir que él no tiene evidencia científica de que se va a morir. Pues mira, majo, yo tampoco tengo evidencia científica. Tengo certeza absoluta, porque, por ahora, aquí no queda nadie.

Esto de saber que nos morimos, pase lo que pase, diga lo que diga Angela Merkel, vayan o no vayan nuestros políticos a Venezuela con cara muy preocupada para conseguir votos aquí (¡lo que cuesta ganarse un voto, Dios mío!), haya 'sorpasso' o no lo haya, tiene un problema: que digamos "¿para qué me voy a preocupar por estas cosas, si en cuatro días estaré criando malvas?".

'Nihil novum sub sole'. Esto ya se les ocurrió a los tesalonicenses, que debían de ser un poco vagos y que decidieron no trabajar porque pensaron que el fin del mundo estaba próximo. Y la vagancia debió de ser tan espectacular que San Pablo les escribió, diciéndoles: "El que no trabaje, que no coma". O sea, en el año 51, más o menos, ya había gente que decía: "Total, ¿para qué?". Y mientras tanto, el que tenía una tienda en frente, pensaba: "Por si acaso el fin del mundo se retrasa un poco, voy a trabajar". Y para cuando el otro se despertó, este le había quitado la clientela.

Desmond Tutu, el arzobispo sudafricano, dijo en Barcelona hace años: "El ayer es historia, el mañana es misterio. Solo el hoy es regalo, y por eso, al hoy le llamamos presente". Me pareció una frase preciosa. Y profundísima, que va en contra de varias cosas que oigo con cierta frecuencia:

1. En mis tiempos...

2. Cuando seamos mayores, ¿nos quedará algo de pensión?

3. Esto me recuerda al año 36...

4. ¿Cómo van a dejar España 'estos'?

5. ¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?

6. ¿Para qué vamos a tener un hijo (dentro de nueve meses) si cuando acabe la carrera (dentro de 24 años) y un máster en el IESE (dos años más) y un doctorado en Harvard (cuatro años más), tendrá que irse al paro?

Es decir, hoy, que es el presente -un regalo-, lo estropeamos recordando lo que pasó en el 36 y adivinando lo que pasará en 2047, resultado de sumar 24+2+4 a la decisión de tener o no tener un hijo.

Y mientras tanto, los que piensan en el presente, van haciendo cosas, y como nosotros en vez de hacer cosas hacemos cuentas, conseguimos que el chaval, que tendrá la temprana edad de 30 años en 2047, se vaya directo al paro, porque hemos hecho lo posible para que, desde ahora, sea un preparado. PRE-PARADO.

Un periodista me preguntó cómo veía mi futuro. Le contesté tal como me salió: "Corto". Porque si a mis 82 años y ocho meses empiezo a pensar en el máster del IESE y en el doctorado de Harvard, el periodista apagará disimuladamente la grabadora, recogerá con el mismo disimulo la libreta y el boli y sonreirá, esperando a que yo acabe de hablar para irse a la redacción de su periódico y decir: "Se le fue la olla".

Sin perder el tiempo recordando el ayer (historia) y preocupándome por el futuro (misterio), ¡cuánto tengo que trabajar en los presentes que me queden!

Pero si le contesto que veo mi futuro lleno de presentes -hoy, hoy, hoy-, cambiará las pilas de la grabadora y seguirá tomando notas y me preguntará:

1. ¿A quién va usted a votar el 26-J? (No lo sé).

2. ¿A quién no va usted a votar? (Sí lo sé).

3. ¿Qué hará el que gane? (Pregúntaselo a Alexis Tsipras, que hoy está contento porque ya le han mandado dinero, una vez que ha obedecido a mi amiga Ángela).

4. ¿Seguiremos en Europa? (¡Claro!).

5. ¿Se producirá el Brexit? (¡No!).

6. ¿Cambiará el sistema de pensiones? (Sí).

7. Hablando de pensiones, ¿pasaremos del actual sistema de reparto a un mix de ese sistema + capitalización propia + capitalización hecha por la empresa en favor del futuro pensionista? (Sí).

8. ¿Nos multarán por no haber cumplido con nuestro compromiso de déficit ? (No) (Una multa simbólica de un euro no es multa).

9. ¿Seguirá baja la prima de riesgo, lo que nos permitirá financiarnos a unos intereses 'manejables'? (Sí).

10. ¿Bajará la deuda? (Por ahora, no).

11. ¿Harán de bancos los bancos? O, como dice Rana, en inglés, pero lo traduzco, ¿volverán a hacer aquello que consistía en recibir los ahorros de los individuos y las empresas y canalizarlos a negocios productivos, creando nuevos empleos, riqueza y crecimiento económico? (Dios lo quiera, pero les veo preocupados por sí mismos).

12. (Digresión, copiada de Rana: se ha producido un 'shift in bank function from lending to trading'. Añade que eso se llama 'financialización'. Parece que en Estados Unidos también se puede decir: "¡Será por nombres!").

13. ¿Bajará el paro? (Sí, pero hace falta que los bancos hagan de bancos, como decimos Rana y yo).

14. ¿Invertiremos mucho en formación de las personas, defendiéndolas en lugar de defender unos puestos de trabajo inexistentes por los cambios tecnológicos? (Dios lo quiera).

15. ¿Cambiará el actual modelo de Estado, con una revisión seria, estudiada, hecha sin precipitación, en la que participen personas con 'seny', que piensen en la Patria (o sea, en España) y no en el asfaltado de las calles de su pueblo? (Dios lo quiera).

16. Etc.

17. Etc.

18. Etc.

19. Como etc. es la abreviatura de 'et cetera', que quiere decir "y lo demás", los puntos 16, 17 y 18 quieren decir eso: que no me quiero dejar nada.

Mi mujer, censora de mis artículos, dice que la frase "Dios lo quiera", que repito varias veces, debería completarse poniendo que "Dios ayuda a los que se ayudan". Y, por si acaso no lo entiendo a la primera, añade: "Recuerda: a Dios rogando y con el mazo dando".

Vuelvo al origen del artículo. Carmen y Fernando han muerto con estilo porque vivieron con estilo, y porque se creyeron lo de rogar a Dios y darle al mazo.

Vuelvo a mí, y pienso: sin perder el tiempo recordando constantemente el ayer (historia) y preocupándome a todas horas por el futuro (misterio), ¡cuánto tengo que trabajar en los presentes (regalos) que me queden!

Estoy un poco pocho. En dos días se han muerto dos amigos míos. Carmen, de repente. Fernando, después de una enfermedad larga.

Angela Merkel Paro Brexit