Es noticia
Pensando durante un concierto
  1. España
  2. Desde San Quirico
Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

Por

Pensando durante un concierto

Ya sé que no se va a un concierto de Hombres G a pensar, pero pensé varias cosas: trabajo, vida, nervios, colegio, cansancio...

Foto: David Summers, durante un concierto de Hombres G. (Gtres)
David Summers, durante un concierto de Hombres G. (Gtres)

Hace unos días, saludé en Madrid a David Summers, el líder de Hombres G. David es uno de esos amigos que he conocido en mi nueva vida, que yo califico de 'farandulera', pero que, por lo que voy viendo, de eso no tiene nada, si alguien atribuye a esta palabra un sentido peyorativo, de señor o señora que se sube a un escenario o sale en la tele a hacer o decir tontadas.

Hablamos un rato. Me dijo que llevaba una temporada dura, de mucho ensayo y un poco de gimnasio, sin duda para aclarar la mente machacándose los músculos.

Ayer noche fui al concierto que daban Hombres G en el Liceo, en Barcelona. He dicho en el Liceo, el lugar sagrado de la ópera.

Lleno hasta los topes. Gente de todas las edades, que se sabían la letra de todas las canciones de este grupo, que desapareció durante unos años y volvió, arrasando, en 2002.

Hasta ahora, para ir al Liceo, yo me había puesto elegante. Lo de ayer fue muy cómodo: una Teba azul y unos vaqueros. Y tan elegante como el que más.

El concierto, dos horas. Todo el mundo bailando y cantando. Y ellos, trabajando duro con la sonrisa en los labios, callándose para que el público cantase.

No bailé, pero seguí el concierto de pie. De pie, porque una chiquita con muy buena pinta que tenía delante estuvo bailando toda la noche y hubiera sido una estupidez por mi parte decirle que se sentara, que no me dejaba ver.

Como no me sabía la letra de las canciones y hasta el final no cantaron 'Marta tiene un marcapasos' y 'Sufre, mamón', que son las que me sonaban, me dio tiempo para pensar.

Ya sé que no se va a un concierto de Hombres G a pensar y que si mis amigos David, Dani, Rafa, Javi, Juan, Paradise y Esqui se enteran de que mientras ellos se vuelcan yo estoy pensando, se van del escenario. Pero pensé varias cosas:

1. Que en la definición de trabajo —aquello es un trabajo— está incluido trabajar bien. Esta es una de mis manías, que repito constantemente, porque creo firmemente que cuando alguien dice "yo trabajo en XXX" está diciendo "yo intento trabajar bien en XXX", porque, si no fuera así, diría: "Yo soy chapucero en XXX".

2. Que aquellos señores estaban intentando trabajar bien.

3. Que detrás de aquellas dos horas ante el público había centenares de otras horas, distintas, sin 'glamour', con sudor, con pequeñas desmoralizaciones, pequeños disgustos, pequeñas esperanzas de que por fin aquello empieza a marchar... O sea, lo que es la vida.

Creo firmemente que cuando alguien dice "yo trabajo en XXX" está diciendo "yo intento trabajar bien en XXX"

4. Comenzando y recomenzando, todos los días, aunque te lo sepas. Y como cuando uno piensa se le puede ir la olla, a mí se me fue al IESE y a los centenares de clases que di allí, a lo largo de los años.

5. Siempre entré nervioso en clase. Incluso ahora, cuando voy a dar una conferencia, tengo un runrún en el estómago. Recuerdo que la primera vez que participé en el programa de Buenafuente me quité los nervios jugando, antes de entrar, en un futbolín que Andreu tenía en el estudio.

6. Mi hijo Gonzalo está casado con Anna Coderch, nieta de José Antonio Coderch de Sentmenat, un genio de la arquitectura. Acaban de editar 'Recordando a Coderch', con artículos firmados por arquitectos que tuvieron relación con él. Uno de ellos, Antonio Armesto, titular del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, de la UPC, recuerda que Coderch decía: "A mí me cuesta mucho hacer cada proyecto; cada vez que empiezo uno nuevo tengo un gran temor por si no sabré resolverlo".

7. Al acabar el concierto, entré a saludar a los componentes de Hombres G. Contentos y cansados, como se cansa cualquiera que intenta trabajar bien. Como se queda uno que, aunque se sepa muy bien su trabajo, tiene también el runrún que solía tener yo. O como decía Coderch, evocando sus años en la Escuela de Arquitectura: "Me cansaba mucho".

Para recomenzar, hay que eliminar algo, admitir algo —el cansancio, por ejemplo—, rechazar algo, seleccionar lo que se queda y lo que se va

Veo chapuzas por la calle, en ambientes políticos, sociales, deportivos... Veo a una consejera de Trump subirse a un sofá sin quitarse los zapatos para hacer una foto a un grupo de profesionales de la enseñanza que deben preguntarse a qué colegio habrá ido esta chica y en cuántos sofás de su casa se habrá subido, dejando la huella de sus zapatos ante la benévola mirada de sus papás.

Hay que hacer una cruzada pro-trabajo bien hecho. Honrado, bien empezado, bien acabado.

He hablado antes de comenzar y recomenzar. José Antonio Coderch lo dijo de otra manera:

"Lo que hay que hacer es aprender a borrar".

Porque para recomenzar hay que eliminar algo, admitir algo —el cansancio, por ejemplo—, rechazar algo, seleccionar lo que se queda y lo que se va.

Y para esto, hay que aprender a borrar, porque hasta eso, borrar, hay que hacerlo bien.

Hace unos días, saludé en Madrid a David Summers, el líder de Hombres G. David es uno de esos amigos que he conocido en mi nueva vida, que yo califico de 'farandulera', pero que, por lo que voy viendo, de eso no tiene nada, si alguien atribuye a esta palabra un sentido peyorativo, de señor o señora que se sube a un escenario o sale en la tele a hacer o decir tontadas.