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Milagros y pecados de Nadal en Londres
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Matías Vallés

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Milagros y pecados de Nadal en Londres

En la ceremonia inaugural de Madrid 2020, 'Torrente' disfrazado de Santiago Segura recogerá al Rey -Juan Carlos, no tenemos otro– en el Palacio de Marivent para

La delegación española saltó al estadio londinense después de horas de una ceremonia estalinista. Al contemplar al abanderado, era obligado asombrarse de cuánto ha crecido Rafael Nadal. La distorsión óptica de la alta definición estilizaba su estatura por encima de los dos metros, y la iluminación nocturna le perfilaba una barba en el rostro. El relato cronológico de la implicación del deportista mallorquín en los Juegos sería estrambótica, si él no definiera la competición desde el Olimpo que comparte con las celebridades. No olvidemos que se halla más cerca de Madonna o Bruce Springsteen que de un tenista del 'top ten'.

El Comité Olímpico español tuvo que torcer primero la normativa para encomendarle la bandera en la ceremonia inaugural. Culminada la irregularidad, el deportista de Nike difundió su papel de portaestandarte por todos los canales, incluida la portada de 'ABC'. A una semana de la inauguración, un comunicado de media docena de líneas informaba de que el mallorquín se apartaba de los Juegos por lesión. El anuncio coincidía con la publicación de un reportaje en que se le muestra sonriente, pilotando una moto acuática por aguas de Cerdeña. No hay hiel sin miel, por invertir la frase de Quevedo.

Sin embargo, la ausencia de Nadal es virtual, porque se halla 'realmente' en Londres. Ocupó la portada de todos los suplementos dedicados a los Juegos, y en las promociones olímpicas de Televisión Española seguía apareciendo el tenista. No queremos mellar la imagen empírea del español más simpático, según El Mundo, ni especular si quiso evitarse el embarazoso aterrizaje de Michael Phelps en su primera final. Sin más, se lesionó en su patriotismo, lo cual no debilita esta virtud congénita que el tenista atesora en grado sumo.

Ahora bien, la participación telepática del tenista mallorquín en Londres recuerda las elucubraciones sobre la presencia fantasmagórica de Urdangarin en Marivent. Los desvanecimientos de ambos deportistas olímpicos son más deslumbrantes que sus apariciones. Y como en el verano mallorquín todo coincide, Nadal intervino en un coloquio del famoso y estéril foro montado por el Duque de Palma, que costó millones de euros a los ciudadanos de Baleares.

La bandera de Nadal preocupa menos que la diversificación a otras islas de su fidelidad mallorquina. Ya se ha comentado que este verano ha coqueteado con la Cerdeña del Aga Khan –otro visitante mallorquín– y del Qatar Holding, en compañía de Cesc Fábregas. El año pasado descubrió la ajetreada noche ibicenca junto al también mallorquín Rudy Fernández, que sí ha llegado a Londres.

Los Juegos han retrasado la arribada a Mallorca de los megayates cuya estampa compite con las prominencias del litoral. Paul Allen, el hombre que creó Microsoft junto a Bill Gates en un sótano, ha atracado su imponente 'Octopus' en los West India Docks habilitados para famosos con vocación olímpica. El anterior barco de Allen se llamaba 'Medusa', un homenaje a Annie Lennox, cuya casa mallorquina visitaba, porque Eurythmics aportó la banda sonora en la gestación subterránea del gigante informático.

Noor de Jordania, Nicole Kidman, John Malkovich y Lakshmi Mittal, de la acerería del mismo nombre, son otros visitantes náuticos de lujo que han demorado en Londres su desembarco habitual en Mallorca.

La delegación española saltó al estadio londinense después de horas de una ceremonia estalinista. Al contemplar al abanderado, era obligado asombrarse de cuánto ha crecido Rafael Nadal. La distorsión óptica de la alta definición estilizaba su estatura por encima de los dos metros, y la iluminación nocturna le perfilaba una barba en el rostro. El relato cronológico de la implicación del deportista mallorquín en los Juegos sería estrambótica, si él no definiera la competición desde el Olimpo que comparte con las celebridades. No olvidemos que se halla más cerca de Madonna o Bruce Springsteen que de un tenista del 'top ten'.

Rafa Nadal