La Familia Real recorta el yate hasta convertirlo en lancha (pronto, patera)

La Familia Real o lo que queda de ella rompe amarras en las inmediaciones de Marivent y parte hacia el parque nacional marítimo de Cabrera, el islote deshabitado de 16 kilómetros cuadrados donde fueron confinados los soldados de Napoleón y donde Merkel desterrará a los causantes de la deshonra financiera de España. Pero no anticipemos acontecimientos. La expedición náutica está encabezada por la Reina, al frente de media docena de niños. Todos eran sus nietos, como en Arthur Miller. Froilán no disparó.

Al cotejar el rol de tripulantes y pasajeras, se observan notables bajas respecto a otro desplazamiento a Cabrera registrado nueve años atrás. Faltan Iñaki y Cristina, reducido a la condición de matrimonio en la clandestinidad. No cabe comentar la extracción de Jaime de Marichalar, porque no se puede consignar la ausencia de alguien cuya presencia siempre fue escamoteada. El drama de Urdangarín radica en que sus suegros lo querían. También se echa de menos en la excursión a otro personaje inseparable de la Familia en aquel 2003, un tal Jaume Matas.

Fue en el islote agreste donde Urdangarín le comentó al recién restaurado presidente de Balears que "se nota en el ambiente, la gente está contenta de que vuelva a haber un presidente como toca". El gobernante aludido sondeó las capacidades de intermediación del yerno del Rey, lanzando un anhelante "si consiguiéramos ser la sede de la Copa América...". Este encuentro marítimo cuajó en la partida de pádel disputada por el exministro de Aznar en Marivent, donde se puso en marcha el proyecto que hoy sustancian los tribunales.

En la expedición de esta semana no se cerraron negocios de enjundia, aparte de observarse un cambio notable en la eslora -o quizás sea la manga- de la embarcación utilizada. Tradicionalmente se fletaba el 'Fortuna' para viajar a Cabrera o para singladuras más breves. Incluso Urdangarín se había atribuido derechos de patrón de la lujosa embarcación que costó miles de millones de pesetas a los empresarios turísticos y cuatrocientos a los ciudadanos de Balears. El año pasado, los Duques se dispusieron a recoger a Rosario Nadal a bordo del yate, pero fueron obligados por el cabeza de familia a regresar de inmediato. En todo caso, nuestro pacto veraniego con los Urdangarín consiste en ignorar el número de hijos, y concentrarse en el número de pisos, superior al primero.

Del “yate para navegar como un Rey” a la lancha ‘Somni’

A tono con la austeridad reinante, los supervivientes de la Familia Real se dirigieron a Cabrera en la lancha 'Somni', habitualmente utilizada para el seguimiento de las regatas en la bahía de Palma. Si Rajoy continúa con los recortes -estamos dando por supuesto  que el presidente sigue en La Moncloa-, los familiares del Rey deberán desplazarse en una improvisada patera. O a nado. Lo que se pierde en holgura se debería ganar en aprecio ciudadano, pero el desgaste de La Zarzuela no se compensa ni cuando la Reina se sube a un coche eléctrico para difundir sus virtudes ecológicas por las calles de Palma.

Esperemos que la somnolienta 'Somni' no vuelque. La superpoblación de la lancha ofrece un símbolo inevitable con la tesitura del crecimiento incontrolado de la Familia Real. Si una Europa de 27 miembros resulta ingobernable con las consecuencias que padecemos, era demasiado esperar que cuñados, nietos y demás gradación se mantuvieran unidos al trono de la corona sin agrietarlo. La poda que no se llevó a cabo bajo la pretensión de la unidad ejemplar ha conducido a una familia ficción, cuya desestructuración erosiona la figura del jefe del Estado que debía consolidar. Y finalmente, ¿qué sentido tiene un yate permanentemente encofrado en un ataúd de hormigón que vulnera la normativa urbanística del puerto de Palma?

Tal vez el último gesto de solidaridad económica debería consistir en sacarlo a subasta, para ahorrarse su engorroso mantenimiento. Puede parecer imposible, pero el Rey ya  intentó vender el anterior 'Fortuna' a finales de los ochenta. Incluso se editó un folleto donde se seducía a los compradores mediante el eslogan "un yate para navegar como un rey".