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Tenga cuidado, señor Zapatero, no sea que de tanto ir a buscar lana, vuelva trasquilado
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Tenga cuidado, señor Zapatero, no sea que de tanto ir a buscar lana, vuelva trasquilado

En esta democracia nuestra lo habíamos visto casi todo, pero el presidente Rodríguez ha conseguido dar una vuelta de tuerca en la escalada de despropósitos a

Las democracias no se construyen con actitudes altaneras y chulescas. Aznar ya lo sabe porque cometió el error de tomar una decisión a espaldas de la inmensa mayoría de los ciudadanos y, sobre todo, hacerlo con una actitud orgullosa que contrastaba, por ejemplo, con el esfuerzo de pedagogía que hizo Blair en Gran Bretaña. Los ciudadanos suelen castigar las actitudes soberbias en las urnas, y esa es una lección que conviene aprender y, sobre todo, no olvidar. Pero Rodríguez, en lugar de aplicarse el cuento, ha decidido superar a su predecesor. Es más, el pasado miércoles acudió al Senado con una actitud bronca, amenazante y ofensiva, impropia de quien tiene la obligación de dirigir un país. Lo que ocurre es que al presidente del Gobierno no le gusta que la oposición le lleve la contraria y le critique sus decisiones, sobre todo cuando sabe que son decisiones equivocadas, pero que se ve obligado a tomar por los compromisos que ha asumido, no ahora, sino hace años, cuando todavía estaba en la oposición, con la banda terrorista ETA... precisamente cuando Iñaki Bilbao asesinaba al concejal socialista Juan Priede: con su sangre caliente sobre la mesa, Eguiguren ya estaba pactando el proceso de paz de Zapatero con ETA.

En la sesión del miércoles en el Senado me quedé con las ganas de haberle hecho tres preguntas a Rodríguez en los pasillos, pero como siempre ocurre cuando las cosas se le tuercen, el presidente salió corriendo por la puerta de atrás mientras Moraleda le cubría la retirada. La primera, que me dijera cuántos de los etarras a los que se les redujo el tiempo de condena en tiempos del PP debido a una legislación que el PSOE no quiso cambiar antes, salieron de la cárcel como consecuencia de una amenaza de suicidio por huelga de hambre, y a ser posible que me lo dijera con nombres y apellidos. La segunda, de cuántos de esos terroristas exigió la banda ETA en un comunicado su liberación para no seguir matando. Y la tercera, si gracias a que ahora vamos a conocer los entresijos de la lucha antiterrorista, por fin su Gobierno va a despejar la ‘X’ de los GAL. Se lo hubiera preguntado, ténganlo por seguro, y dado que no fue posible, le agradecería a alguno de los hooligans zapateriles de este foro –alguno ya sé que calienta asiento en la sede socialista de Ferraz, departamento de Prensa para más señas-, que se las transmita, a ver si consigo que me las responda.

Porque, hombre, no se puede ser cicatero y mentiroso hasta ese extremo. Si Rodríguez se empeña en llenar de mierda las sesiones parlamentarias, allá él, pero entonces tendrá que explicar por qué durante las dos últimas legislaturas del Gobierno de Felipe González, en las que él actuaba como portavoz socialista de Justicia e Interior, se negó reiteradamente a aceptar las proposiciones del PP para cambiar el Código Penal y la Ley General Penitenciaria para que los terroristas cumplieran íntegramente sus penas o, dicho de otro modo, no pudieran acogerse a beneficios penitenciarios como la reducción de pena por trabajo, que es lo que permitió en tiempos de Aznar que De Juana Chaos viera acortada su condena y sólo estuviera 18 años en la cárcel de los 3.000 a los que había sido condenado por 25 asesinatos, o que Iñaki Bilbao saliera de prisión y asesinara a Priede mientras Eguiguren tomaba chiquitos con Otegi y Ternera en nombre de Rodríguez Zapatero. Pero, sobre todo, y ya que él actuó el miércoles de lanzadera pero le va a dejar el resto del protagonismo el próximo jueves a su ministro del Interior, el malvado Rubalcaba, será interesante escuchar sus explicaciones sobre las razones que le llevaron a tapar los crímenes de Estado y los entierros en cal viva practicados por sus amigos de los GAL.

Yo, sinceramente, creo que esto no es bueno. Fíjense, en lo único con lo que estoy de acuerdo con Rodríguez es con su afirmación de que no puede continuar esta ruptura entre el PP y el PSOE, y que en algún momento habrá que reconducir la situación, pero desde luego él no ha hecho nunca nada en esa dirección sino más bien, desde el Pacto del Tinell, en la contraria. Porque, puestos a recordar, habrá que traer a la memoria el reciente comunicado de ETA tras el atentado de Barajas en el que le pedía a Rodríguez dos cosas, una que excarcelara a De Juana, lo cual ya ha cumplido, y la segunda que le diera puerta al PP, y en eso está, desde hace tiempo, y ahora con mayor ahínco. Los españoles quieren que los dos partidos mayoritarios se pongan de acuerdo en la lucha contra ETA, pero digo yo que los españoles sensatos –no los hooligans zapateriles de este foro- estarán de acuerdo con que es evidente que ha sido Rodríguez el que ha dado carpetazo al Pacto Antiterrorista y ha convertido su política antiterrorista en una permanente cesión al chantaje de ETA. Sí el mismo lo reconoció el miércoles, por dos veces consecutivas: “Esta no es la primera vez que un Gobierno cede al chantaje de ETA... Repito, esta no es la primera vez que un Gobierno cede al chantaje de ETA...”. Más claro, agua.

Probablemente tenga razón. Pero la primera vez que un Gobierno cedió al chantaje de ETA no fue con el PP, ni con Felipe, ni con la UCD, sino que fue, precisamente, en aquella sesión parlamentaria en la que se aprobó una resolución que autorizaba a su Gobierno a negociar con ETA al margen del principal partido de la oposición, tal y como quería la pandilla de canallas, y luego ahondó en esa cesión cuando siguió hablando con los asesinos aun cuando no se daban las condiciones que recogía esa resolución, hasta el punto de que ahora somos conscientes de que, incluso después del atentado de Barajas que costó la vida a dos inmigrantes ecuatorianos, Rodríguez siguió negociando con ETA. Si Rodríguez quiere seguir por este camino, que siga, que ya vendrán los ciudadanos a pasarle factura por la fractura a la que está sometiendo a este país. Lo importante, lo que debemos exigir hoy y mañana los ciudadanos en la calle, es que no haya más cesiones a los chantajes de ETA y, sobre todo, que sean cada vez más los que defiendan los principios de la democracia y del Estado de Derecho frente a este presidente que ha perdido toda legitimidad para representarnos.

Las democracias no se construyen con actitudes altaneras y chulescas. Aznar ya lo sabe porque cometió el error de tomar una decisión a espaldas de la inmensa mayoría de los ciudadanos y, sobre todo, hacerlo con una actitud orgullosa que contrastaba, por ejemplo, con el esfuerzo de pedagogía que hizo Blair en Gran Bretaña. Los ciudadanos suelen castigar las actitudes soberbias en las urnas, y esa es una lección que conviene aprender y, sobre todo, no olvidar. Pero Rodríguez, en lugar de aplicarse el cuento, ha decidido superar a su predecesor. Es más, el pasado miércoles acudió al Senado con una actitud bronca, amenazante y ofensiva, impropia de quien tiene la obligación de dirigir un país. Lo que ocurre es que al presidente del Gobierno no le gusta que la oposición le lleve la contraria y le critique sus decisiones, sobre todo cuando sabe que son decisiones equivocadas, pero que se ve obligado a tomar por los compromisos que ha asumido, no ahora, sino hace años, cuando todavía estaba en la oposición, con la banda terrorista ETA... precisamente cuando Iñaki Bilbao asesinaba al concejal socialista Juan Priede: con su sangre caliente sobre la mesa, Eguiguren ya estaba pactando el proceso de paz de Zapatero con ETA.