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Entre la torpeza de Camps y la deslealtad de Bárcenas…
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Entre la torpeza de Camps y la deslealtad de Bárcenas…

… Anda Rajoy sumido en un sin vivir, y le sobran motivos. Ha habido errores en ambos casos, y errores de bulto que podrían haberse evitado

… Anda Rajoy sumido en un sin vivir, y le sobran motivos. Ha habido errores en ambos casos, y errores de bulto que podrían haberse evitado si el Partido Popular no se hubiera instalado en la autosuficiencia de los resultados electorales. Que todo esto del ‘caso Gürtel’ responde a una estrategia de acoso perfectamente diseñada desde las bambalinas del poder, con la inestimable colaboración de jueces, policías y medios de comunicación, me he hartado de escribirlo casi desde el primer momento, pero lo que no podía hacer el PP era permitir que los árboles no le dejaran ver el bosque, en este caso el bosque del perjuicio que en términos de opinión pública le estaba generando la "garzonada", porque detrás de la "garzonada" había hechos evidentes, y prueba de que esto es así es que el propio Mariano Rajoy dio carpetazo a la colaboración del PP con Correa y los suyos cuando supo que se estaban aprovechando de sus inestimables relaciones con la sede de la calle Génova para hacer negocios en los ayuntamientos de la zona.

A estas alturas nadie pone en duda de que con Garzón o sin Garzón, la deriva madrileña de la ‘operación Gürtel’ tiene chicha, pero como ahí el PP ha reaccionado dándoles una patada en salva sea la parte a los implicados, de esto ya ni hablamos al menos hasta que el TSJM inicie algún tipo de procedimiento. Pero a coste cero, o casi, para el PP.

Lo que está trayendo de cabeza a la Dirección del PP son dos asuntos que parecen haberse enquistado sin que nadie sepa cómo darles solución, y probablemente no la tengan o sea de muy difícil factura porque había que haber actuado con presteza e inteligencia en el primer momento de la deriva procesal. Empecemos por el ‘caso Camps’, de menor entidad por la supuesta irregularidad pero complicado por tratarse de quien se trata. Es obvio que en este asunto la "trama de la trama" buscaba hacer un daño irreparable al PP en uno de sus feudos electorales intentando vincular a Camps con todo un escándalo de corrupción que, al final, nadie ha podido probar.

Lo que amenazaba con ser un huracán fuerza 5 ha terminado siendo un chubasco en un vaso de agua: acusar a Camps de un delito de cohecho impropio por cuatro trajes de Forever Young es casi de sainete. Y un par de zapatos. Y esa es, precisamente, la fuente de la torpeza. Escribo esto a toro pasado, pero hay que tener en cuenta que la información de la que los demás disponemos ahora –que Camps no tiene manera de probar que pagó esos trajes-, la tenían Camps y sus abogados desde el primer momento, y sobre esa base debería haber diseñado su estrategia de defensa y, también, de comunicación.

Aquello que no se puede probar, en política no existe, y esto debería saberlo ya el presidente valenciano. Más le habría valido, desde el primer momento, reconocer la imposibilidad de demostrar lo indemostrable y pagar de nuevo los trajes para evitarse el calvario posterior, que en términos de imagen le ha salido bastante más caro. Y lo mínimo que debería hacer cuando escampe la tormenta es hacer rodar –metafóricamente- algunas de las cabezas que le rodean y que lejos de ayudarle han contribuido al tormento.

Todavía recuerdo una visita que hizo a Madrid Juan Cotino, en la que cenó con unos cuantos periodistas –entre ellos este que suscribe- para explicar algunos extremos de lo que le estaba pasando a Camps. El comentario general al término de la cita fue: “Esto nos lo podían haber contado hace un par de meses”. Y es que en esto de la transparencia ante los medios de comunicación el PP sigue dejando mucho que desear, y aunque es verdad que buena parte de la profesión suspira por los huesitos de Rodríguez y se pliega a las directrices de Ferraz con una envidiable disciplina, también lo es que hay periodistas, aunque sean pocos, dispuestos a contar la verdad de las cosas si alguien la pone sobre la mesa.

Pero lo cierto es que durante todo este tiempo el PP no ha flaqueado en su respaldo al líder de los ‘populares’ valencianos, y a la vista de lo conocido en el auto del Juez Flors no debería en ningún caso cambiar de estrategia y de actitud, porque es evidente que lo de Camps, de pura nimiedad, casi hasta provoca risa si no fuera porque el trance no es agradable para nadie, y menos para él. Rajoy está atado a Camps hasta el final, pero salvo que la vista si se produce nos depare alguna sorpresa –que no parece-, es una atadura que acabará deparándole más ventajas que problemas a medio plazo. No ocurre lo mismo con el ‘caso Bárcenas’.

El tesorero del PP ha hecho oídos sordos a todos los compañeros de partido, desde la secretaria general hasta el último mono, que le han pedido de una u otra manera que dejara su cargo. Podía haberlo hecho de manera temporal, hasta que su situación judicial se sustanciara, y luego haber vuelto a su puesto en el caso de que los tribunales dictaminen su inocencia. En lugar de eso, que habría sido un ejercicio de lealtad a las siglas en las que milita, el tesorero del PP se ha enrocado en una defensa numantina de su inocencia sobre la base de que dejar su cargo sería como reconocer su culpabilidad. Pero eso no es cierto. A Bárcenas se le acusa de delitos graves, privados, pero graves: delito fiscal, cohecho, apropiación indebida…  Es un asunto lo suficientemente importante como para que quien es acusado de esos comportamientos invierta todo su tiempo y su dinero –que no le falta- en su defensa, y procure evitar que la continua presencia mediática perjudique a la imagen de su partido.

La respuesta de Bárcenas ha sido contratar a sus propios abogados, a su propio director de prensa, todo ello al margen de Génova 13 y de la estrategia del partido, y empezar a soltar por ahí, a todo el que le quiera escuchar, toda clase de advertencias y amenazas, mientras algunos de sus ex compañeros de antaño -¿qué tiene que ver en todo esto Paco Cascos?- le anima a que aguante. Y él lo hace disparando contra todo lo que se mueve: insulta a Cospedal, amenaza a Pujalte, advierte de que tiene información que afecta a Aznar y a su yerno Alejandro Agag… No se lo dice directamente a Rajoy, pero sí a quien sabe que se lo puede hacer llegar. Y en esto el líder del PP tiene una responsabilidad importante, al haber permitido que el asunto Bárcenas se enquistara complicando cada vez más su solución, en lugar de haberle dado la oportunidad de una salida digna cuando el Supremo asumió la competencia de su caso, que era como decir que había indicios de delito. Ahora la patata le quema las manos, pero al mismo tiempo Bárcenas le está dando otra razón, al margen de la judicial, para hacer un gesto testicular y acabar con este drama que amenaza con depararle más de un susto este verano.

… Anda Rajoy sumido en un sin vivir, y le sobran motivos. Ha habido errores en ambos casos, y errores de bulto que podrían haberse evitado si el Partido Popular no se hubiera instalado en la autosuficiencia de los resultados electorales. Que todo esto del ‘caso Gürtel’ responde a una estrategia de acoso perfectamente diseñada desde las bambalinas del poder, con la inestimable colaboración de jueces, policías y medios de comunicación, me he hartado de escribirlo casi desde el primer momento, pero lo que no podía hacer el PP era permitir que los árboles no le dejaran ver el bosque, en este caso el bosque del perjuicio que en términos de opinión pública le estaba generando la "garzonada", porque detrás de la "garzonada" había hechos evidentes, y prueba de que esto es así es que el propio Mariano Rajoy dio carpetazo a la colaboración del PP con Correa y los suyos cuando supo que se estaban aprovechando de sus inestimables relaciones con la sede de la calle Génova para hacer negocios en los ayuntamientos de la zona.

Mariano Rajoy Baltasar Garzón Francisco Camps Luis Bárcenas