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Acepte, Sr. Rubalcaba, una disculpa: Curbelo no viene a Madrid
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Acepte, Sr. Rubalcaba, una disculpa: Curbelo no viene a Madrid

Si en algo hemos contribuido los periodistas, entre los que me incluyo, a que en el Partido Socialista tomaran conciencia de lo que significaba volver a

Si en algo hemos contribuido los periodistas, entre los que me incluyo, a que en el Partido Socialista tomaran conciencia de lo que significaba volver a poner al senador putero de La Gomera, el tal Curbelo, en las listas para presentarlo de nuevo al Senado, bienvenido sea. Pero tanto si es así, como si no, mi obligación como periodista y como analista de la información es disculparme y hacerlo en la misma forma y fondo en la que ayer fue publicado ese artículo en las páginas de El Confidencial. No bastaba con el típico PD incorporado a media tarde para no quedar mal. A mí no me gusta hacer las cosas así. Cuando uno mete la pata, la mete y ya está, y la mejor manera de sacarla es que a nadie le quede duda alguna de que acepto mi error y me disculpo.

Y lo hago, primero, con el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien responsabilice directamente de la decisión de que Curbelo volviera a ir en las listas al Senado. Lo hago, en segundo lugar, con mi amigo Carlos Hernández, a quien me consta que mi artículo de ayer le tocó bastante las narices, por no decir otra parte de la anatomía masculina, y que es el responsable de la comunicación del PSOE por si los lectores no lo saben. Me disculpo, también, con mis compañeros del periódico porque creo que aunque se trate de un artículo de opinión, en el fondo a todos nos fastidia cuando ocurren estas cosas. Me disculpo, también, con mis compañeros de profesión porque este tipo de errores nos dejan a todos en mal lugar. Y me disculpo, finalmente, y no por ser los últimos son los menos importantes, con mis lectores y con mis seguidores en Twitter y Facebook: no tengo excusa, me equivoqué y, como diría un castizo, la cagué, y les hice a ustedes, os hice a vosotros, copartícipes de mi equivocación, y por eso me veo y me siento en la obligación de decirlo y de escribirlo.

¡Coño! Tampoco pasa nada por hacerlo, incluso, si me apuran, hasta se siente uno mejor. ¿Qué me indujo al error? Es verdad que las primeras noticias sobre el asunto hablaban de que el PSOE de La Gomera eligió a Curbelo para ir en las listas por aclamación –lo cual, como ayer le dije a Carlos Hernández, tiene delito-, pero este servidor dio por hecho que eso significaba ya que Curbelo vendría a Madrid, y oiga, cosa de las prisas que no es justificación ninguna, no se me ocurrió llamar para confirmar que eso era así. No sé si en Ferraz se habían dado cuenta o ha sido el escándalo que de inmediato se organizó en las redes sociales e Internet lo que les ha hecho considerar que la vuelta de Curbelo podía ensuciar, y hasta qué punto, la campaña de Rubalcaba, pero sea cual sea la razón, el que el PSOE haya decidido, sin ni siquiera debatirlo, apartarlo de las listas, hay que aplaudirlo porque en este país, por desgracia, son pocos los ejemplos que tenemos de comportamientos éticos y acordes con la exigencia de regeneración de la vida pública que hace la sociedad.

El cáncer de la clase política

Personajes como Curbelo son un auténtico cáncer para la clase política española y, aunque pueda parecer increíble, hay muchos más de los que nos imaginamos. Sin duda alguna, una de las cosas que más necesita este país y que debería obligar a reflexionar a los dos principales partidos políticos, pero también al resto de las fuerzas parlamentarias, es un gran pacto por la regeneración de la vida pública, por la limpieza y la transparencia… Más allá de la anécdota de las putas y la sauna, Curbelo es un personaje que brilla por lo peor de los comportamientos que los ciudadanos podemos esperar de nuestros políticos: se ha hecho rico, muy rico, a costa del erario público y hay que preguntarse cómo y por qué, gobierna La Gomera con mano de hierro y hay sospechas muy fundadas de actitudes ilícitas cuando no presuntamente delictivas, y su paso por el Senado nos deja un reguero de cero iniciativas parlamentarias y eso a costa de los impuestos de los españoles y de los canarios…

¿Cuántos Curbelos hay en la vida pública? No lo sé, pero los hay, y no son pocos, y eso debería llevarnos a la reflexión de cómo acabamos de una vez por todas con esa clase de políticos que se creen que el poder les pertenece porque sí, y no como consecuencia de una delegación de la soberanía popular. Dicho queda, y escrita queda mi petición de disculpas que espero sean aceptadas.

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#rebélate

Si en algo hemos contribuido los periodistas, entre los que me incluyo, a que en el Partido Socialista tomaran conciencia de lo que significaba volver a poner al senador putero de La Gomera, el tal Curbelo, en las listas para presentarlo de nuevo al Senado, bienvenido sea. Pero tanto si es así, como si no, mi obligación como periodista y como analista de la información es disculparme y hacerlo en la misma forma y fondo en la que ayer fue publicado ese artículo en las páginas de El Confidencial. No bastaba con el típico PD incorporado a media tarde para no quedar mal. A mí no me gusta hacer las cosas así. Cuando uno mete la pata, la mete y ya está, y la mejor manera de sacarla es que a nadie le quede duda alguna de que acepto mi error y me disculpo.

Alfredo Pérez Rubalcaba