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Los asturianos no se merecen a un mentiroso por presidente
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Federico Quevedo

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Los asturianos no se merecen a un mentiroso por presidente

Ante la sorpresa general, sin que nadie lo esperara, el presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, decidió el pasado lunes convocar elecciones anticipadas para

Ante la sorpresa general, sin que nadie lo esperara, el presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, decidió el pasado lunes convocar elecciones anticipadas para el próximo 25 de marzo, coincidiendo con las elecciones en la comunidad autónoma andaluza. Han pasado ocho meses desde que se celebraran las últimas elecciones dentro del calendario previsto -y seis desde que Cascos tomara posesión como presidente- y ahora condena a los asturianos a una nueva campaña electoral, a un nuevo ejercicio desproporcionado de gasto público innecesario en plena crisis, por la única y exclusiva razón de su ego personal, de su vanidad y de su incapacidad manifiesta para la gestión de lo público y para el diálogo y la negociación necesarios cuando se gobierna en minoría.

Cascos creyó que el pasado 22 de mayo los asturianos le elegirían por mayoría absoluta, pero no fue así. Y aunque él ha gobernado este tiempo como si la tuviera, lo cierto es que la actual situación le obligaba a una permanente negociación, a un necesario entendimiento sobre todo con sus ex compañeros del Partido Popular a los que en su día traicionó abandonando la formación y fundando un nuevo partido, Foro Asturias, que poco a poco se ha ido convirtiendo en una simple extensión del personalismo de Cascos mezclado con un cierto ‘toque’ de victimismo nacionalista.

¿Qué ha pasado? Básicamente que el PP no ha querido votar los Presupuestos del Ejecutivo autonómico, dejando a éste en minoría. Reacio a buscar cualquier clase de acuerdo, Cascos ha optado por la solución a las bravas, queriendo así pillar por sorpresa a sus adversarios políticos. En cualquier otra circunstancia, podría importar menos una ‘jugada táctica’ como ésta, pero en las actuales, la realidad es que los principales afectados, los verdaderamente jodidos por esta decisión unipersonal de Cascos, son los ciudadanos de Asturias.

Reacio a buscar cualquier clase de acuerdo, Cascos ha optado por la solución a las bravas, queriendo así pillar por sorpresa a sus adversarios políticos

Casos dice, en su defensa, que el PP ha pactado esta situación con el PSOE y que ambos se habían aliado contra él. Nada más lejos de la realidad. Nada más falso y ausente de toda lógica. Verán, lo cierto es que desde el minuto uno siguiente a las elecciones del 22 de mayo el PP se ofreció, tendió la mano para lograr acuerdos que permitieran la gobernabilidad de Asturias. No voy a recordar ahora los gestos que hizo el PP entonces, pero pueden ustedes buscarlos en la hemeroteca de este periódico porque yo mismo los he contado. Fue imposible el acuerdo, y aun así el PP permitió que Cascos saliera elegido presidente de Asturias, lo cual dice poco de ese pretendido ‘pacto’ con el PSOE.

En verano, el nuevo Gobierno se comprometió a presentar a la Cámara del Principado una ley de Presupuestos que incluyera un ajuste importante respecto de las cuentas de 2011, aprobadas en su día con los votos del PSOE e IU. Los Presupuestos deberían haber llegado a las cortes autonómicas en el otoño, pero en lugar de eso, amparándose en la convocatoria de elecciones generales, Cascos decidió retrasar la presentación. Mientras tanto, y desde distintos escenarios, el PP seguía ofreciéndole la mano tendida y la colaboración para diseñar las cuentas de 2012. Curiosamente, ya en agosto del año pasado la actual portavoz del PP en el Parlamento asturiano, Isabel Pérez Espinosa, se preguntaba si el resultado de las generales serviría de excusa a Cascos para un anticipo de las elecciones en Asturias y afirmaba que “me parecería una irresponsabilidad que Cascos optara por un Gobierno débil sin entender que necesita apoyos parlamentarios guiado solo por intereses partidistas y electorales”. Pero eso era lo que estaba haciendo.

El 29 de ese mes Pérez Espinosa reiteraba la voluntad de su partido de llegar a un acuerdo, oferta que repetiría de nuevo en noviembre varias veces y una más el 4 de diciembre: “La obligación del Ejecutivo y de Foro, partido que lo sustenta, es presentar una propuesta de presupuestos en la Junta y buscar los apoyos necesarios para su aprobación y desde el Partido Popular ya hemos dicho que estamos dispuestos”, pero ya añadía también que “si el Gobierno Regional persiste en esta actitud de enfrentamiento con todos y contra todo, el resultado será el retraso en la puesta en marcha de las medidas imprescindibles y urgentes que Asturias necesita y los perjudicados serán todos los asturianos”, porque lo cierto es que esa nula voluntad de acuerdo por parte del Ejecutivo se venía adivinando desde tiempo atrás.

Prueba de ello fue que a partir de ese momento el PP comenzó a denunciar el “desprecio” de que estaba siendo objeto por parte del Foro, a pesar de lo cual siguió tendiendo la mano para negociar unos Presupuestos que nunca llegaban a la cámara territorial. Es más, el 24 de noviembre de 2011, Pérez Espinosa se dirigió por carta al consejero de Presidencia, Florentino Piñónver documento adjunto- reclamándole el documento base de los Presupuestos de 2012 con el fin de poder abrir la negociación sobre los mismos.

No hubo respuesta. Nunca obtuvo el PP ni un solo adelanto de lo que el Ejecutivo de Cascos pensaba presentar ante el Parlamento, y solo conoció el contenido cuando, en efecto, el proyecto fue presentado a las Cortes. Un proyecto que, lejos de responder al objetivo de ajuste y reducción del gasto al que aparentemente se habían comprometido ambos partidos, aumentaba en más de 200 millones de euros el presupuesto de 2011. Y tampoco hubo oferta alguna por parte del Gobierno autonómico para negociarlos, sino que lo que pretendía Cascos, fiel a si mismo y a la prepotencia que le caracteriza, es que el PP los aprobara sin más.

Ya en el debate de enmiendas a la totalidad, la portavoz del PP se lo reprochó al Ejecutivo de Cascos: “Son ustedes los que presentan aquí un Proyecto buscando el apoyo de la Cámara para sacarlo adelante, porque entiendo que cuando presentaban el Proyecto era porque tenían expectativas o querían encontrar el apoyo de la Cámara porque ya sabían que con sus 16 Diputados es insuficiente. No creo que se haya dado cuenta hoy aquí. Digo yo que creo que lo sabe desde hace tiempo ¿no? El número de Diputados con el que cuenta su Grupo. Con lo cual entiendo que ese Proyecto de Presupuestos buscaba encontrar el apoyo de alguien más y de verdad, ¿qué quiere que le diga? Interés han puesto poco, poco, más bien, más bien ninguno”. En efecto, nunca hubo ningún interés, sino siempre una sola condición: esto son lentejas, si quieres las tomas, y sino las dejas. Estilo Cascos, pero esta vez a quien se la ha jugado no ha sido a su antiguo partido, sino a los asturianos.

Ante la sorpresa general, sin que nadie lo esperara, el presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, decidió el pasado lunes convocar elecciones anticipadas para el próximo 25 de marzo, coincidiendo con las elecciones en la comunidad autónoma andaluza. Han pasado ocho meses desde que se celebraran las últimas elecciones dentro del calendario previsto -y seis desde que Cascos tomara posesión como presidente- y ahora condena a los asturianos a una nueva campaña electoral, a un nuevo ejercicio desproporcionado de gasto público innecesario en plena crisis, por la única y exclusiva razón de su ego personal, de su vanidad y de su incapacidad manifiesta para la gestión de lo público y para el diálogo y la negociación necesarios cuando se gobierna en minoría.