Es noticia
El PSOE apuesta por el continuismo… pero solo de momento
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

El PSOE apuesta por el continuismo… pero solo de momento

Siempre he creído que este 38 Congreso del Partido Socialista era un Congreso de transición y, después de la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo

Siempre he creído que este 38 Congreso del Partido Socialista era un Congreso de transición y, después de la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo secretario general del partido, lo tengo todavía más claro. Ninguno de los dos candidatos, Chacón y Rubalcaba, representaban en modo alguno la necesaria renovación que exige para un partido político una derrota tan abultada como la del pasado 20 de noviembre, una pérdida de poder político tan dramática como la que viene acumulando el PSOE desde el pasado 22 de mayo. Es más, y perdonen el inciso, desde las cinco y media de la tarde del sábado 4 de febrero el presidente andaluz, José Antonio Griñán, debe estar contando las horas que le quedan en política, porque Rubalcaba no va a dar un duro por él y, en cuanto pierda el día 25 de marzo, lo va echar a los leones.

Pero si algo ha resultado sorprendente en el PSOE es que sus compromisarios hayan apostado por la misma persona que provocó la mayor de todas sus derrotas electorales. No sé, francamente, si se trata de un intento de suicidio colectivo o es que en ese partido siguen estando tan ciegos que todavía no se han dado cuenta realmente de lo que les ha pasado. El resultado de la votación demuestra que los Congresos los siguen ganando los aparatos, porque seguramente el resultado hubiese sido muy distinto de haberse tratado de primarias. ¿Por qué? Pues porque siendo cierto que tampoco Chacón puede presumir de renovación viniendo de donde viene -Gobierno de Zapatero-, también lo es que por edad y por frescura en su discurso representaba algo mejor dicha exigencia de renovación, y contaba, sin duda, con más simpatías entre la militancia y los votantes del PSOE que un Rubalcaba que ofrece la imagen de la derrota.

Tengo serias dudas de que Rubalcaba vaya a ser el candidato del Partido Socialista en 2015. Más bien creo que durante este tiempo se va a dedicar a pilotar una verdadera transición en el PSOE, la modulación de un proyecto que pueda ofrecer de verdad una alternativa de gobierno

Pero los socialistas, no todos, solo aquellos que tenían el deber de votar en el Congreso, han preferido malo conocido que bueno-malo por conocer. Y permítanme, ante de continuar, un breve comentario sobre el lamentable espectáculo que supuso el recuento de votos, que dio origen a toda clase de chanzas en Twitter por su excesiva tardanza: es increíble que para contar 956 votos hicieran falta casi dos horas. Pero bien, el caso es que un viejo conocido, un hombre que lleva en la vida pública casi tanto tiempo como nuestra joven democracia y que ha acumulado toda clase de cargos a sus espaldas –y esto no es ninguna crítica a su pasado, no es este el momento-, es ahora el nuevo Secretario General del Partido Socialista, el hombre que tiene que liderar esa formación política y sacarla del lamentable estado en el que se encuentra después de la derrota del 20-N. ¿Será capaz de hacerlo? Aquí es donde creo, como decía al principio, que este Congreso tiene más que nunca un carácter transitorio.

De haber ganado Chacón, no me cabe la menor duda de que ella ambicionaba un liderazgo perdurable que se confirmase con la candidatura a las elecciones generales. Pero tengo serias dudas de que Rubalcaba vaya a ser el candidato del Partido Socialista en 2015. Más bien creo que durante este tiempo se va a dedicar a pilotar una verdadera transición en el PSOE, la modulación de un proyecto que pueda ofrecer de verdad una alternativa de gobierno y a preparar un liderazgo firme y definitivo con el que competir por un electorado que ahora mismo está disperso y desconcertado.

Este país necesita tener una oposición fuerte, que garantice el necesario equilibrio que hace posible la supervivencia del sistema democrático, y en mi opinión ese tiempo está aún por llegar, porque dudo que con la victoria de Rubalcaba se hayan cerrado las heridas en el PSOE y el tiempo de las vendettas y las guerras intestinas. Es más, faltan por llegar congresos regionales en los que el PSOE va a vivir auténticas convulsiones. No quiero decirles que líderes como Tomás Gómez o el ya mencionado Griñán deben estar ahora mismo encomendándose a Nuestra Señora de los Imposibles… En la intimidad, claro.

Pero hasta que de verdad se produzca ese proceso de renovación real en el PSOE -ahora siguen siendo los mismos de siempre los que van a mandar en el partido, como si aquí nunca hubiera pasado nada-, Rubalcaba será quien lidie con una situación muy difícil, y quien haga el papel de interlocutor con el PP. Para Rajoy no es mala solución, porque ambos políticos se conocen y no se llevan mal, y es factible que más allá de los eslóganes políticos con los que tanto el ganador como la perdedora adornaron sus discursos programáticos, el líder socialista alcance acuerdos con el nuevo Gobierno salido de las urnas. “Como Gobierno, nos interesaba más que ganara Rubalcaba. Como partido, nos convenía una victoria de Chacón”, me decía, al poco de conocerse el resultado, un destacado miembro de la Ejecutiva ‘popular’.

En los próximos días, Rajoy y Rubalcaba tienen que verse -me consta que el presidente del Gobierno le habrá llamado a los pocos minutos de conocerse la votación-, y empezar a negociar asuntos tan importante como el presidente de RTVE y la renovación del Constitucional. Pero, además, hay leyes en el Congreso que deberían contar con el apoyo de los socialistas, como la reforma financiera, mucho más ambiciosa y atrevida de lo que podía imaginar la izquierda, a la que ha dejado en algunos aspectos sin discurso. Y es en ese sentido donde el PSOE corre el riesgo de la radicalización: ante un PP que ocupa espacios del centro izquierda, el PSOE puede caer en la tentación de irse al extremo, un experimento gaseoso que ya intentó Zapatero con resultados de sobra conocidos. La otra opción es buscar una alternativa socialdemócrata y liberal a las propuestas del PP, para recuperar un electorado que ha abandonado al PSOE en masa. Y ese va a ser el gran reto de Rubalcaba. Lo difícil es saber si él lo tiene claro.

Siempre he creído que este 38 Congreso del Partido Socialista era un Congreso de transición y, después de la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo secretario general del partido, lo tengo todavía más claro. Ninguno de los dos candidatos, Chacón y Rubalcaba, representaban en modo alguno la necesaria renovación que exige para un partido político una derrota tan abultada como la del pasado 20 de noviembre, una pérdida de poder político tan dramática como la que viene acumulando el PSOE desde el pasado 22 de mayo. Es más, y perdonen el inciso, desde las cinco y media de la tarde del sábado 4 de febrero el presidente andaluz, José Antonio Griñán, debe estar contando las horas que le quedan en política, porque Rubalcaba no va a dar un duro por él y, en cuanto pierda el día 25 de marzo, lo va echar a los leones.