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La izquierda vuelve a la calle contra un PP triunfal en Sevilla
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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La izquierda vuelve a la calle contra un PP triunfal en Sevilla

Este domingo es la primera prueba de fuego. La izquierda, que desde el pasado 22 de mayo viene perdiendo poder a borbotones en una sangría que

Este domingo es la primera prueba de fuego. La izquierda, que desde el pasado 22 de mayo viene perdiendo poder a borbotones en una sangría que amenaza con convertirse casi en extinción el próximo 25 de marzo si se cumplen las encuestas en Andalucía, necesita recuperarse a sí misma. Y, perdida todavía en el laberinto de su duda existencial, intenta al menos no perder el pulso de lo único que cree que le queda por hacer: tomar la calle. Pero, ¿tomar la calle contra qué?; ¿contra quién? Da la sensación de que la izquierda no se ha enterado todavía de lo que ha pasado, de lo que está pasando, en este país y de lo que a ella le afecta. Básicamente, se resume en que la gran mayoría de los ciudadanos le han dado, y le van a seguir dando, un voto enorme de confianza al Partido Popular para que lleve a cabo un profundo e intenso programa de reformas que vuelva a situar a este país en el camino de la recuperación y del bienestar.

Ha sido un Gobierno del PP el que ha metido en cintura a los bancos. Va a ser un Gobierno del PP el que reforme la ley para evitar los desahucios. Será un Ejecutivo del PP el que ahonde en los derechos civiles, incluidos los del ‘no nacido’

Y la gente, esos millones de ciudadanos que estaban y están hartos, es plenamente consciente, y lo sabía el pasado 20 de noviembre cuando votó de modo abrumador al PP, de que el actual Gobierno iba a llegar y de que, lejos de sentarse a admirar las musarañas, tendría que tomar decisiones duras y difíciles. Sangre, sudor y lágrimas. Ese fue el único mensaje que había calado muy hondo en el ánimo de la población. Toca pasar penuria ahora para despegar después. Lo que no tocaba era el engaño y la mentira, que es la herencia fundamental del anterior equipo. Los ciudadanos le van a perdonar al PP todo lo que ahora haga: que suba impuestos, que reforme el mercado de trabajo, incluso que cambié el modelo de financiación de los servicios públicos. Lo que no le perdonarían es que no lo hiciera, porque para eso le han votado. Otra cosa es que en el futuro, a medio plazo, nada de todo esto, el conjunto de reformas que quiere llevar a cabo el Gobierno de Rajoy, tenga efecto, porque entonces a nadie se le escapa que la factura que tendrá que pagar será muy alta.

Pero eso es ponerse en lo peor; y lo cierto es que, para desesperación de la izquierda, lo que está haciendo el PP es poner las bases para dos caminos que se van a recorrer en un futuro no muy lejano: el de una prolongada recuperación económica y el de una intensa regeneración de la vida pública. Por eso es un inmenso error que la izquierda vuelva a tomar la calle. Lo es, porque éste no es el Gobierno de José María Aznar, a quien, dicho coloquialmente y sin ánimo de que nadie se lo tome a mal, se le iba bastante la fuerza por la boca… No, este es el Gobierno de Mariano Rajoy, y está dispuesto a llevar a cabo un profundísimo calendario de reformas sin grandes aspavientos; unas reformas que van a ir desde el ámbito de lo económico, principal materia de preocupación en nuestros días, al ámbito de la regeneración moral y al de la incidencia social.

Rajoy no quiere dejar ningún cabo sin atar en esta legislatura, de ahí la importancia que va a tener el domingo, al mismo tiempo que la izquierda experimenta su primer fracaso en la calle -porque lo va a ser, ya se lo digo yo-, el discurso que haga el presidente ante el pleno del XVII Congreso Nacional del Partido Popular en Sevilla, un discurso de calado político, en el que va a ahondar en el contenido de sus reformas económicas, pero también en el de las reformas que devuelvan la confianza de los ciudadanos en el sistema con un objetivo claro: que ningún español pueda decir jamás que el Gobierno, que su Gobierno, le abandona. Por eso el PP está haciendo y va a hacer cosas que no se atrevió a hacer un Partido Socialista al que también le han perdido las palabras en detrimento de los hechos.

Ha sido un Gobierno del PP el que ha metido en cintura a los bancos. Va a ser un Gobierno del PP el que reforme la ley para evitar los desahucios. Será un Gobierno del PP el que ahonde en los derechos civiles, incluidos los del ‘no nacido’ al que el anterior Ejecutivo abandonó a su suerte, y lo hará sin que nunca jamás una mujer pueda ir a la cárcel por abortar, como quiere hacer creer la izquierda. Va a ser este Gobierno el que amplíe la ley de parejas de hecho para darle más contenido y mejorar las condiciones en las que hasta ahora conviven las parejas homosexuales. Es este Gobierno el que ha aprobado una reforma laboral valiente, que acaba con la injusticia cometida por el anterior Ejecutivo, que permitió que las empresa pudieran encadenar contratos temporales hasta el infinito y que más de un millón de trabajadores fuera despedidos sin indemnización alguna -¿dónde estaban los sindicatos, y Cayo Lara, y Llamazares, y lo que queda del 15-M?-…

El PP celebra este fin de semana en Sevilla su Congreso, pero más allá de nombres y de poder -del poder de Cospedal, de si habrá o no contrapesos-, lo que importa es la letra no tan pequeña del resto de las reformas que se anuncian y de esa nueva envoltura que va convirtiendo al PP en un partido de centro-liberal absolutamente volcado en el individuo y en la mejora de su nivel de vida y de su bienestar, en todos los sentidos. Y si sigue por ese camino, la izquierda tiene perdida la calle. Y las elecciones.

Este domingo es la primera prueba de fuego. La izquierda, que desde el pasado 22 de mayo viene perdiendo poder a borbotones en una sangría que amenaza con convertirse casi en extinción el próximo 25 de marzo si se cumplen las encuestas en Andalucía, necesita recuperarse a sí misma. Y, perdida todavía en el laberinto de su duda existencial, intenta al menos no perder el pulso de lo único que cree que le queda por hacer: tomar la calle. Pero, ¿tomar la calle contra qué?; ¿contra quién? Da la sensación de que la izquierda no se ha enterado todavía de lo que ha pasado, de lo que está pasando, en este país y de lo que a ella le afecta. Básicamente, se resume en que la gran mayoría de los ciudadanos le han dado, y le van a seguir dando, un voto enorme de confianza al Partido Popular para que lleve a cabo un profundo e intenso programa de reformas que vuelva a situar a este país en el camino de la recuperación y del bienestar.