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¿Por qué el ministro Wert solivianta a izquierda y a derecha?
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Federico Quevedo

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¿Por qué el ministro Wert solivianta a izquierda y a derecha?

Fue, sin lugar a dudas, la mayor de todas las sorpresas que deparó la composición del nuevo Gobierno del Partido Popular: José Ignacio Wert , ministro

Fue, sin lugar a dudas, la mayor de todas las sorpresas que deparó la composición del nuevo Gobierno del Partido Popular: José Ignacio Wert , ministro de Educación, Cultura y Deporte. No era, desde luego, de los nombres más conocidos por el gran público, pero no por ello dejaba de tener a sus espaldas una dilatada trayectoria profesional y política, siempre en partidos -UCD, PDP- de centro. Quienes le conocen dicen de él que es un cerebro, pero sobre todo se trata de un político moderado, de carácter templado, muy al estilo de su amigo y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Yo no le he tratado mucho, no más allá de la coincidencia física y reflexiva en tertulias de la televisión, pero debo reconocer que desde el primer momento me agradó ese espíritu tolerante y abierto que aprecio como definición de un buen liberal en el sentido de la obsesión por la libertad individual.

Por eso no me sorprendió su nombramiento: se encuadraba perfectamente en el estilo, en el modelo que Mariano Rajoy quería para su Gobierno. Pero es un hecho que José Ignacio Wert es un independiente, y un independiente que, además, por su participación en algunas tertulias de medios del Grupo PRISA y como articulista, también, de sus medios escritos, tenía muy buena entrada en la izquierda, que si no lo consideraba como uno de los suyos sí, al menos, lo aceptaba como un interlocutor muy válido, precisamente por sus posiciones moderadas.

Pero ha sido subir el peldaño de la cartera ministerial y las cosas han cambiado. ¿Por qué? Cierto que Wert es un ministro sin pelos en la lengua, al que le gusta decir lo que piensa y hacer lo que considera que debe hacer. A la izquierda no le han gustado dos decisiones suyas de importante calado: la primera, la modificación del temario de Educación para la Ciudadanía y que alguien como él afirmara que la asignatura, tal y como estaba hasta ahora, corría el riesgo de adoctrinar: y, la segunda, la modificación de los temarios de las oposiciones para docentes.

Lo que parece es que hay sectores de uno y otro lado empeñados en convertir a Wert probablemente el ministro más ‘solitario’ desde el punto de vista político del Gobierno, en el blanco de sus ataques, pero me da que van a pinchar en hueso, porque si de algo me temo que anda sobrado el titular de Educación, es de esto último y de capacidad de aguante

La queja es injusta en ambos casos. A saber: lejos de ‘cargarse’ la asignatura como había amenazado la izquierda que iba a hacer el PP, lo que hacer el ministro es darle el contenido oportuno, es decir, relacionarla con el obligado conocimiento de nuestro marco constitucional, lo que conlleva también los derechos y obligaciones de los españoles, de tal modo que ninguno de los asuntos que tanto preocupan a la izquierda (igualdad, derechos civiles, etc) se van a quedar fuera del temario, pero se van a tratar desde un punto de vista menos doctrinal y sí más normativo. Y en segundo lugar, respecto de las famosas oposiciones, es necesario recordar que fue el Gobierno socialista el que en 2006 aprobó un decreto para modificar esos temarios, que llevaban en vigor desde 1993, que los prorrogó en 2009 y que los modificó tres días antes de las elecciones del 20 de noviembre. Para colmo, pasadas las elecciones, ya metidos en diciembre y tres días antes de que el nuevo Gobierno tomara posesión, publicó una corrección de errores de nada menos que 66 páginas que suponían, de nuevo, una modificación añadida del temario. Luego a la vista está que después de dos años y medio de estudio tirados por la borda, el que el Gobierno del PP volviera a cambiar el temario unos días después de que lo hiciera el PSOE no ha sido el mayor problema de los estudiantes de esas oposiciones. Lo que realmente le molestaba a la izquierda es que ese cambio tiraba por la borda contenidos muy ‘doctrinarios’ que el Gobierno socialista se había empeñado en dejar como ‘regalo de despedida’ al Gobierno entrante.

¿Y qué pasa con la derecha? Recientemente, el ministro participó en un desayuno de trabajo de esos que se organizan a diario en Madrid, y allí dijo, frase textual :“tenemos un problema con el dopaje”. La cosa no hubiera tenido mayores consecuencias si no hubiese dado la coincidencia de la polémica por los famosos guiñoles del Canal + francés acusando de dopaje a los deportistas españoles. Esa supuesta ‘salida de tono’ fue aprovechada por algunos sectores de la derecha para atacar a Wert a quien consideran un ministro ‘no suyo’, incluso demasiado próximo a la izquierda (nada mas lejos de la realidad), y echarle en cara su apetencia por el protagonismo declarativo y sus posiciones, según dicen, condescendientes. Pero no es cierto. Partiendo de la base de que es saludable tener un Gobierno con ministros que no se esconden de las cámaras, lo cual es un ejercicio de transparencia que deberíamos aplaudir, no es comprensible que se critique a Wert por “ser simpático” (¿?)… ¿Es que hay alguna norma interna del Consejo de Ministros que impida sus miembros ser simpáticos?

Y ya que estamos, ¿alguien se preocupó de entrar de lleno en la frase famosa de Wert y analizar lo que estaba queriendo decir? Se puede comprobar aquí, en el minuto 40 del vídeo, pero se la transcribo: “Tenemos un problema con el dopaje, por eso vamos a intentar aprobar la unificación de la Ley antidopaje (española) para cumplir con las exigencias del Código Mundial Antidopaje de la AMA porque es un aspecto de capital importancia para Madrid 2020”. Es decir, que Wert no se refería a que tuviéramos un problema con el dopaje en sí, sino con la adaptación de nuestra legislación a la normativa europea. Lo que parece es que hay sectores de uno y otro lado empeñados en convertir a Wert probablemente el ministro más ‘solitario’ desde el punto de vista político del Gobierno, en el blanco de sus ataques, pero me da que van a pinchar en hueso, porque si de algo me temo que anda sobrado el titular de Educación, es de esto último y de capacidad de aguante.

Fue, sin lugar a dudas, la mayor de todas las sorpresas que deparó la composición del nuevo Gobierno del Partido Popular: José Ignacio Wert , ministro de Educación, Cultura y Deporte. No era, desde luego, de los nombres más conocidos por el gran público, pero no por ello dejaba de tener a sus espaldas una dilatada trayectoria profesional y política, siempre en partidos -UCD, PDP- de centro. Quienes le conocen dicen de él que es un cerebro, pero sobre todo se trata de un político moderado, de carácter templado, muy al estilo de su amigo y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Yo no le he tratado mucho, no más allá de la coincidencia física y reflexiva en tertulias de la televisión, pero debo reconocer que desde el primer momento me agradó ese espíritu tolerante y abierto que aprecio como definición de un buen liberal en el sentido de la obsesión por la libertad individual.