Es noticia
Primera cura de humildad para el PP solo cien días después de llegar al poder
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Primera cura de humildad para el PP solo cien días después de llegar al poder

Alguien, no recuerdo quién, escribió en cierta ocasión que la crisis económica era como un “asesino en serie implacable” y que todos los gobiernos que le

Alguien, no recuerdo quién, escribió en cierta ocasión que la crisis económica era como un “asesino en serie implacable” y que todos los gobiernos que le hacen frente más pronto o más tarde sufren las consecuencias. El Gobierno de Mariano Rajoy llegó al poder de manera progresiva, recogiendo los frutos del impacto de la crisis sobre el Partido Socialista, y obtuvo su primera victoria rotunda el pasado 22 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas, y después en las generales con una victoria aplastante sobre un PSOE que se hundió en lo más profundo del pozo. Más a más, muchos vaticinamos que ese hundimiento no había acabado y que el PP seguiría cosechando victorias, pero es evidente que nos hemos equivocado y es necesario reconocerlo. De hecho, a tan solo cien días de haber iniciado su camino este Gobierno, la crisis le ha pasado la primera factura al Partido Popular, le ha propinado una auténtica cura de humildad que le debe hacer reflexionar.

Cuando todo parecía hecho, cuando nadie dudaba de que el PP gobernaría también en Andalucía, cuando todas las encuestas decían que también en aquella Comunidad el PSOE se venía abajo, los ciudadanos andaluces han dicho que sí, que castigan al PSOE, pero que no confían en el PP lo suficiente como para auparles al Gobierno y que prefieren que sea una mayoría de izquierdas la que siga gestionando lo suyo. Nos puede gustar o no –a mí no me gusta, es obvio-, pero es lo que han dicho los andaluces y hay que respetarlo. La primera conclusión, por tanto, es que no se trata de una victoria “histórica”, como la calificaba ayer la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, sino de una victoria insuficiente, como es obvio a los ojos de todos. Un fracaso para las aspiraciones del Partido Popular.

Y si en Asturias se hubiera producido una mejora suficiente del resultado que hubiera puesto al PP por delante del Foro de Cascos, se habría atenuado algo el castigo, pero también allí el PP tiene que hablar de fracaso al no haber conseguido mejorar lo que ganó en mayo pasado. Aunque también es cierto que la ‘cura de humildad’ afecta igualmente al Foro, que ha perdido tres escaños, y que ello debería obligar a ambos partidos a sentarse de una vez, poner en claro sus diferencias, superarlas y alcanzar un pacto estable de gobierno para el Principado. Ese es el mensaje que, en mi opinión, le han ‘encajado’ los votantes asturianos al centro derecha. De hecho, se da la paradoja de que en Asturias ha ganado el PSOE pero puede gobernar una mayoría de derechas, mientras que en Andalucía ha ganado el PP pero va a gobernar una mayoría de izquierdas.

Los ciudadanos andaluces han dicho que sí, que castigan al PSOE, pero que no confían en el PP lo suficiente como para auparles al Gobierno y que prefieren que sea una mayoría de izquierdas la que siga gestionando lo suyo

Y esto último, dado que la meta que se había puesto el PP era la de gobernar, debería llevar a que este partido inicie un proceso de reflexión y de renovación, y eso afectará sin duda al futuro de su líder, Javier Arenas, que por cuarta vez se queda fuera del Gobierno de la Junta, y deberá ir pensando en su retiro político. Pero debe de llevar también a una reflexión, como decía al principio de este artículo, al Gobierno de la Nación, al Gobierno de Mariano Rajoy, porque es evidente que la crisis, y más que la crisis, las medidas que ha tomado en estos meses, le han pasado una dolorosa factura.

Es más, yo me detendría en una sola de esas medidas: la reforma laboral. Con esto, cuidado, no quiero decir que no hubiera que hacerla, porque de hecho es muy necesaria para que este país salga de ese drama maldito del paro que nos asola en cada momento de caída económica, pero sin duda a la izquierda le ha salido muy bien la campaña que ha montado en torno a la misma, con convocatoria de huelga general incluida, que puede haber sido el factor determinante para que el PP no haya conseguido la victoria decisiva en Andalucía.

Yo he sido de los que pensaba que, de haberse producido esa victoria, la huelga general quedaba absolutamente deslegitimada. No es que ahora este legitimada, que no lo está en mi opinión, pero es evidente que el resultado de estas elecciones les va a dar fuerzas a los sindicatos para buscar la máxima movilización este jueves. Y la otra pregunta que debería hacerse el Gobierno es si realmente le ha merecido la pena esperar hasta mañana para presentar los Presupuestos, si eso no habrá provocado cierto ‘resquemor’ en el votante, y si no le hubiera valido más presentarlos al margen de la campaña electoral.

Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que el Gobierno de Mariano Rajoy tiene que aprender de esta lección, y eso no significa dejar al margen las reformas, al contrario, significa llevarlas a cabo, pero significa también hacer un esfuerzo mucho más decidido a la hora de comunicar y explicar sus acciones, algo que hasta ahora da la sensación de que está fallando. Eso ha tenido mucho que ver también con el mensaje que han lanzado los ciudadanos. El pasado 20 de noviembre el PP le sacaba al PSOE en Andalucía 12 puntos de ventaja. Ayer esa ventaja se redujo a un punto. Los políticos deberían aprender a escuchar la voz de los ciudadanos, que casi siempre hablan con mucha inteligencia y sentido común.

Alguien, no recuerdo quién, escribió en cierta ocasión que la crisis económica era como un “asesino en serie implacable” y que todos los gobiernos que le hacen frente más pronto o más tarde sufren las consecuencias. El Gobierno de Mariano Rajoy llegó al poder de manera progresiva, recogiendo los frutos del impacto de la crisis sobre el Partido Socialista, y obtuvo su primera victoria rotunda el pasado 22 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas, y después en las generales con una victoria aplastante sobre un PSOE que se hundió en lo más profundo del pozo. Más a más, muchos vaticinamos que ese hundimiento no había acabado y que el PP seguiría cosechando victorias, pero es evidente que nos hemos equivocado y es necesario reconocerlo. De hecho, a tan solo cien días de haber iniciado su camino este Gobierno, la crisis le ha pasado la primera factura al Partido Popular, le ha propinado una auténtica cura de humildad que le debe hacer reflexionar.