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15-M: 15 motivos
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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15-M: 15 motivos

Regeneración del sistema político, auténtica separación de poderes y castigo ejemplar para los políticos corruptos. Esos fueron, básicamente, los tres elementos esenciales que dieron vida hace

Regeneración del sistema político, auténtica separación de poderes y castigo ejemplar para los políticos corruptos. Esos fueron, básicamente, los tres elementos esenciales que dieron vida hace hoy un año a un movimiento que comenzó con una multitudinaria manifestación el 15 de mayo de 2011 cuyo éxito nadie, ni siquiera los organizadores, preveía y que culminó esa misma semana, la última de una larga y tediosa campaña electoral de las elecciones autonómicas y municipales, en una espontánea acampada en la Puerta del Sol de Madrid que cambió por completo el panorama político y el discurso que hasta ese momento había protagonizado la vida social española. Lo cierto es que lo ocurrido entonces desconcertó a toda nuestra clase política: la izquierda intentó instrumentalizarlo a su favor y se llevó un revolcón en el intento; la derecha acusó a la izquierda de estar detrás –incluso se llegó a decir que era obra de Rubalcaba- y los hechos le quitaron la razón; y en el PP oficial algunos intentaron comprender lo que ocurría pero sin acercarse demasiado por si las moscas.

Los resultados de las elecciones del siguiente domingo dieron al traste con casi todos los análisis y una marea azul que se volvería a repetir unos meses después arrolló todo lo que encontró a su paso. En esos días previos al 22-M en las asambleas de la Puerta del Sol se debatió y se habló de todo, algunas propuestas muy interesantes, otras verdaderos brindis al sol y muchos empezaban a derivar hacia posiciones demasiado próximas a los planteamientos clásicos de la izquierda, incluso de la izquierda más estalinista. El campamento debió de haberse levantado el mismo día de las elecciones, pero en lugar de eso un grupo más radical consiguió convencer al resto de la continuidad, al tiempo que elementos alejados de la naturaleza transversal con la que nació el Movimiento 15-M lograban hacerse con el control del mismo, lo que influyó en que se fuera diluyendo el importantísimo caudal de apoyo ciudadano que había tenido en sus inicios.

Pero eso no hacía más que ocultar una realidad que, sin embargo, sigue estando ahí y tiene más relevancia que nunca: existe un grado de malestar, de indignación ciudadana con lo que está sufriendo el país, que lejos de decrecer amplía rápidamente sus márgenes y amenaza con extenderse por todas las capas sociales, lo que podría derivar en un verdadero cuestionamiento del sistema cuando realmente de lo que deberíamos estar hablando es de su perfeccionamiento. Hoy sigue habiendo razones, sigue habiendo motivos más que sobrados para que ese espíritu de protesta, de rebeldía, que se subió a lomos de la #primaveraespañola y la #spanishrevolution, los hastags con los que se bautizó al Movimiento 15-M en twitter, siga presente en nuestra vidas. Es verdad que la abultada victoria del PP pudo hacer presagiar en una primera reflexión que la ciudadanía daba la espalda al movimiento de la indignación, pero también lo es que de hecho ese voto fue un voto de rechazo a lo establecido hasta ese momento.Sigue habiendo motivos más que sobrados para que ese espíritu de protesta, de rebeldía, que se subió a lomos de la #primaveraespañola y la #spanishrevolution, los hastags con los que se bautizó al Movimiento 15-M en twitter, siga presente en nuestra vidas

El PP llegó al poder convencido de que su victoria, si bien no nos sacaría de la crisis –nadie era tan ingenuo como para pensar eso-, si que serviría de revulsivo para aminorar las presiones sobre nuestro país y que eso relajaría bastante la percepción tan negativa que los ciudadanos tienen de la situación político-económica. Pero los acontecimientos de las últimas semanas han dicho todo lo contrario, y ayer mismo, un día antes del aniversario del Movimiento 15-M, la prima de riesgo batía todos los récords imaginables y volvía a situar a nuestro país en el punto de mira de esa palabra maldita que nadie quiere que salga de sus labios: rescate. No estamos mejor que hace un año, eso es evidente, y por lo tanto nadie puede sorprenderse de que el espíritu del Movimiento 15-M, más allá de las manipulaciones que sobre el mismo puedan ejercerse, sigue vivo en buena parte de la sociedad española, independientemente de su ideología o adscripción política. Negar la evidencia para hacerle la pelota al Gobierno de Mariano Rajoy sería como darse un tiro en el pie, ahora que está tan de moda, y creo que le hacemos más favor a un Gobierno que tiene mucha más capacidad de reacción que la que tuvo el anterior si le situamos ante la cruda realidad, aunque sospecho que ellos mismos son conscientes o empiezan a serlo de que algo tiene que cambiar si no quiere el Ejecutivo enfrentarse a un clima de contestación social de aquí a unos meses.

El Gobierno, de hecho, dio algunos pasos en la buena dirección, pero es como si la precipitación de los acontecimientos le desbordara y fuera incapaz de reaccionar con ese manejo de los tiempos y esa templanza en la acción tan característicos de quien maneja el timón de la nave. Pero si el Gobierno no es consciente de que siguen existiendo motivos más que sobrados para que la indignación ciudadana se exprese en la calle, en las plazas, se estará jugando a sí mismo una mala pasada que puede costarnos muy cara a todos porque, cuidado, ninguno de los elementos que conforman el stablishment de nuestro Estado de Derecho puede verse libre de esa amenaza, desde la Monarquía hasta el ayuntamiento más pequeño de la nación, pasando por la oposición, los sindicatos, la patronal, los jueces…

Nada se libra de la crítica colectiva, y la prueba de ello es que unos cuantos perroflautas desarrapados consiguen movilizar a más ciudadanos indignados bajo el lema de No nos representan, que toda la infraestructura al servicio de las centrales mayoritarias de UGT y CCOO, con sus decenas de miles de liberados dedicados a la fiesta de la reivindicación. Existen motivos para que el Movimiento 15-M siga vivo, y mirar hacia otro lado sería un enorme error por parte de todos. Nuestra democracia requiere de una reflexión profunda sobre sus errores y sus grietas, si no queremos que el edificio se resquebraje del todo, y para ello se pueden hacer cosas que inviten a la ciudadanía a sumarse a un proyecto colectivo común similar al que con tanto entusiasmo apoyamos en la Transición de la dictadura a la democracia. Pero hace falta audacia, y convencimiento, para afrontar estos quince pasos que nos volverían a presentar como un ejemplo de convivencia para el mundo:

Regeneración política:

1.- Modificación de la ley electoral que establezca las listas electorales abiertas y combine la elección de parlamentarios mediante un sistema mixto de circunscripción única y proporcional por circunscripciones.

2.- Establecimiento por ley de elección de candidatos por un sistema de primarias.

3.- Prohibición por ley de inclusión en listas electorales de cargos políticos imputados por delitos de corrupción. Eliminación del aforamiento.

4.- Limitación a ocho años de todo cargo público, sea por elección o por designación.

5.- Inhabilitación para los malos gestores que hayan despilfarrado en las cuentas públicas, e incluso pena de prisión para los casos más graves que puedan ser susceptibles de un delito de malversación.

6.- Control estricto del absentismo de los cargos electos en sus respectivos puestos. Sanciones específicas por dejación de funciones.

7.- Publicación obligatoria del patrimonio de los cargos públicos y reducción de cargos de libre designación. Adelgazamiento de las estructuras burocráticas.

8.- Separación absoluta de poderes. Elección de miembros del CGPJ por parte de los propios jueces, así como del Fiscal General del Estado.

Regeneración económica

9.- Nueva reforma fiscal que ahonde en la progresividad del impuesto de la Renta, de forma que paguen más los que más tienen. Prohibición por ley para que nunca vuelva a aprobarse ninguna amnistía fiscal.

10.- Regular por ley la dación en pago, no sólo como Código de Buenas Prácticas, y aprobar una normativa que evite los desahucios en casos de extrema necesidad.

11.- Supresión de gastos inútiles en las Administraciones Públicas, Evitar duplicidades y triplicidades.

12.- Reforma profunda del sistema de financiación de las Comunidades Autónomas para evitar la tendencia al despilfarro favoreciendo la corresponsabilidad fiscal.

13.- Reforma financiera que no se limite a la provisión de pérdidas por activos tóxicos, sino que castigue las conductas que han conducido a esta situación y prohíba de manera efectiva la presencia en los consejos de entidades financieras de políticos, sindicalistas, empresarios, etcétera que lo sean por designación ajena a los accionistas de la entidad.

Democracia ciudadana

14.- Fomentar el uso de referéndum para aquellas decisiones de marcado carácter polémico y que puedan derivar en un importante rechazo social.

15.- Impulsar la libertad de opinión y de expresión. Derogación de la Ley Sinde.

Hay, sin duda, muchas más razones para seguir apostando por un movimiento ciudadano que impulse la regeneración del sistema. El Gobierno ha tomado algunas medidas que se acercan a estos objetivos, como la rebaja del sueldo a los banqueros ‘intervenidos’, la dación en pago, la última reforma financiera o el anuncio de la Ley de Transparencia. Pero es insuficiente. Hacen falta, además, gestos que convenzan a la ciudadanía de algo que ahora mismo está instalado en la conciencia colectiva grabado casi a sangre y fuego: las crisis siempre las pagan los mismos. Pues bien, es posible –y yo lo creo así- que muchas de las medidas adoptadas por el Gobierno sean necesarias o inevitables, pero el Gobierno tiene también en su mano los mecanismos para intentar convencer a los ciudadanos de que también se preocupa por ellos y no sólo les hace pagar a ellos las consecuencias de esta situación. Solo hace falta un mínimo de sensibilidad, y estoy seguro de que mucha de esta indignación entonces sí que se vería aminorada por la percepción de que, ciertamente, nos toca sufrir las consecuencias de esta crisis, pero quienes nos han conducido a ella lo van a pagar todavía más caro. Mientras tanto, el Movimiento 15-M seguirá vivo pese al empeño de muchos por asfixiarlo.

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Regeneración del sistema político, auténtica separación de poderes y castigo ejemplar para los políticos corruptos. Esos fueron, básicamente, los tres elementos esenciales que dieron vida hace hoy un año a un movimiento que comenzó con una multitudinaria manifestación el 15 de mayo de 2011 cuyo éxito nadie, ni siquiera los organizadores, preveía y que culminó esa misma semana, la última de una larga y tediosa campaña electoral de las elecciones autonómicas y municipales, en una espontánea acampada en la Puerta del Sol de Madrid que cambió por completo el panorama político y el discurso que hasta ese momento había protagonizado la vida social española. Lo cierto es que lo ocurrido entonces desconcertó a toda nuestra clase política: la izquierda intentó instrumentalizarlo a su favor y se llevó un revolcón en el intento; la derecha acusó a la izquierda de estar detrás –incluso se llegó a decir que era obra de Rubalcaba- y los hechos le quitaron la razón; y en el PP oficial algunos intentaron comprender lo que ocurría pero sin acercarse demasiado por si las moscas.