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“¡Bruselas! ¡Bruselas! ¡Tenemos un problema!”
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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“¡Bruselas! ¡Bruselas! ¡Tenemos un problema!”

Me dice un buen amigo que la única solución que tiene ya el Gobierno de España es hacerle, y perdonen la incorrección diplomática del término, “un

Me dice un buen amigo que la única solución que tiene ya el Gobierno de España es hacerle, y perdonen la incorrección diplomática del término, “un chantaje a la Unión Europea”, y más específicamente a Alemania. Yo lo escribí hace unas semanas cuando dije que Rajoy tenía una carta en la manga: la salida de España del euro. No es, sin duda, la mejor de las opciones, ni es lo que en el fondo nos gustaría a la mayoría que pasara. Es mejor que el euro continúe, y que lo haga con España formando parte de la moneda única, pero hemos llegado a un punto en el que nos estamos jugando demasiadas cosas y en el que empieza a depender muy poco de nosotros el que la situación en la que nos encontramos entre en una vía de arreglo.

Lo he dicho más de una vez: el Gobierno puede privatizar la sanidad, decretar el despido libre y gratuito, subir el IVA al 25%, alargar a los 80 años la edad de jubilación, cargarse la educación pública y eliminar la cobertura del desempleo, y aun así la prima de riesgo seguiría estando en los mismos niveles que está ahora.

No se trata de ajustar más, de recortar más, sino de conseguir liquidez para reducir la presión sobre nuestra deuda y poder llevar adelante la reforma financiera y que en los próximos meses empiece a circular el crédito entre las pymes y las familias

Lo que quiero decir es que el Gobierno ha hecho los ajustes que tenía que hacer, ha llevado a cabo un importante programa de reformas, probablemente todavía tendrá que subir el IVA y los impuestos especiales y retocar los plazos de la reforma para elevar la edad de jubilación a los 67 años, pero en definitiva lo más urgente e importante ya está hecho y, sin embargo, las presiones siguen estando ahí. Luego, a pesar de que el ajuste era en parte necesario porque había que acomodar el gasto a la realidad de los ingresos, sin embargo parece cada vez más evidente que por mucho que el Gobierno se esfuerce en esa dirección, poco o nada más va a aportar para que las presiones sobre nuestra deuda se relajen. Entonces, si el Gobierno me permite el consejo, quizás ha llegado el momento de hacerle a Bruselas una propuesta un tanto envenenada: “Nosotros ya hemos hecho lo que teníamos que hacer, si no nos ayudáis, nos vamos”.

Es verdad que las tensiones de estos últimos días se deben casi en exclusiva al problema de Bankia, pero eso abunda aún más en este mismo argumento: no se trata de ajustar más, de recortar más, sino de conseguir liquidez para reducir la presión sobre nuestra deuda y poder llevar adelante la reforma financiera y que en los próximos meses empiece a circular el crédito entre las pymes y las familias. No debe aceptar el Gobierno nuevas vueltas de tuerca como con la que ayer nos volvió a obsequiar la Comisión Europea. Es el momento de actuar con más firmeza de lo que se ha hecho hasta ahora. El Ejecutivo de Rajoy había confiado en exceso en la buena voluntad alemana con respecto a nuestro país ahora que habían cambiado las cosas, pero la realidad es bien distinta y el IV Reich sigue actuando como tal e imponiendo unas durísimas condiciones que no hacen más que hundirnos en el pozo, sin ofrecernos a cambio alternativa alguna. Luego es probable que haya llegado el momento de hacer, en efecto, un chantaje a Bruselas: tenemos un problema porque necesitamos liquidez y si de aquí al verano no la tenemos y eso nos conduce a la intervención, entonces solo nos queda la salida de abandonar el euro con todo lo que eso supone.

No quiero decir que haya que hacerlo, salvo que en efecto Alemania no ceda a esa presión, pero no podemos aceptar una intervención que supondría dejar los destinos del país en manos de una troika, o sea, dicho de otro modo, admitir un golpe de Estado económico. ¿Es posible que se llegue a dar esa circunstancia? Es muy improbable, porque la salida de España del euro significaría el fin del mismo y el riesgo para nuestros principales acreedores, los bancos franceses y alemanes, de quedarse sin cobrar porque llegados a ese punto, lo primero que debería hacer el Gobierno español es una reestructuración de la deuda o, dicho de otro modo, una quita. Un escenario que nadie quiere, pero al que nos están empujando como quien empuja a su enemigo hacia el abismo. Tenemos un problema, pero la solución ya no está en nuestras manos, sino en las de Bruselas. Ellos sabrán si quieren ayudarnos y salvar el euro, o por el contrario prefieren que nos hundamos y que el euro desaparezca. 

Me dice un buen amigo que la única solución que tiene ya el Gobierno de España es hacerle, y perdonen la incorrección diplomática del término, “un chantaje a la Unión Europea”, y más específicamente a Alemania. Yo lo escribí hace unas semanas cuando dije que Rajoy tenía una carta en la manga: la salida de España del euro. No es, sin duda, la mejor de las opciones, ni es lo que en el fondo nos gustaría a la mayoría que pasara. Es mejor que el euro continúe, y que lo haga con España formando parte de la moneda única, pero hemos llegado a un punto en el que nos estamos jugando demasiadas cosas y en el que empieza a depender muy poco de nosotros el que la situación en la que nos encontramos entre en una vía de arreglo.