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¿Hasta cuándo va a durar el choque de titanes Guindos-Montoro?
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¿Hasta cuándo va a durar el choque de titanes Guindos-Montoro?

No hay respiro para España. Ni siquiera el resultado aparentemente tranquilizador de las elecciones griegas -y digo aparentemente porque me temo que Grecia va a seguir

No hay respiro para España. Ni siquiera el resultado aparentemente tranquilizador de las elecciones griegas -y digo aparentemente porque me temo que Grecia va a seguir dándole disgustos a la eurozona- relajó la presión de los mercados sobre nuestra deuda soberana. No quiero ni pensar lo que estaríamos escribiendo los periodistas que discrepábamos de José Luis Rodríguez Zapatero y de su Gobierno si nuestra prima de riesgo hubiera alcanzado los casi 600 puntos básicos bajo su mandato y estuviéramos permanentemente bajo la lupa de una posible intervención, pero básicamente podría resumirse en una crítica bastante acertada sobre la absoluta falta de credibilidad que como país tenemos a ojos de los organismos internacionales. Y el problema es que eso no ha cambiado.

El Gobierno del PP empezó haciendo reformas importantes, tanto que una de ellas condujo a una huelga general, y dio la impresión de estar en el buen camino del ajuste. Pero, como ya he escrito otras veces, esa impresión se dio de bruces con la realidad en los días previos y posteriores a las elecciones andaluzas. No voy a dar más vueltas sobre lo mismo, pero el caso es que pese a los esfuerzos del Gobierno por hacer creer que se están haciendo los ‘deberes’, la realidad demuestra justo lo contrario.

Es muy difícil trasladar a los mercados un mensaje de confianza en nuestra capacidad para reconducir las cuentas públicas, para llevar por el buen camino la consolidación fiscal, cuando resulta que todavía esta semana se siguen debatiendo en el Senado los Presupuestos Generales del Estado para 2012. ¿Qué creen ustedes que opinan ahí afuera? Se lo digo yo, en palabras de un alto ejecutivo del BCE: “Es increíble que haya pasado la mitad del año y España no tenga todavía Presupuestos, ¿no se dan cuenta los españoles de la gravedad de todo lo que les está pasando?”.

Hacienda ha negado hasta la saciedad que vaya a bajar el sueldo de los funcionarios, pero al final habrá que tomar esa medida, porque si España tiene que recortar otros 30.000 millones de euros solo pueden salir de tres partidas: sueldos de los empleados públicos, jubilaciones y prestaciones por desempleo

Y lo peor no es eso, lo peor es que con datos en la mano, España no está consiguiendo casi nada positivo en términos de reducción del déficit, entre otras cosas porque los ingresos están cayendo a un ritmo endiablado. Y fuera de nuestras fronteras lo que cuenta no es quién ocupa el poder, sino la experiencia que tienen con respecto a España, un país que dice que va a cumplir sus objetivos de déficit y que, sistemáticamente, los incumple. Y en ese escenario, los mercados, que son los que nos prestan el dinero cuando acudimos con nuestras subastas de deuda que cada vez nos salen más caras –una situación insostenible en el tiempo-, nos responden con un no nos fiamos porque realmente no estamos haciendo lo que tendríamos que hacer. Es más, ofrecemos una imagen presuntuosa, un tanto chulesca, de tipos arrogantes que nos reímos de las recomendaciones que nos hacen aquellos a los que tenemos que convencer de que somos gente de fiar.

Y, ¿por qué ocurre esto? Pues, básicamente, porque en el seno del Gobierno hay una profunda discrepancia sobre qué hay que hacer, sobre el camino que hay que tomar, entre los ministros de Hacienda, Cristóbal Montoro, y de Economía, Luis de Guindos. Mientras el primero cree que las recomendaciones de Bruselas son excesivas y que el Gobierno es capaz de reconducir el déficit sin necesidad de apretarles más las tuercas a los ciudadanos, el segundo opina que en un escenario de caída de ingresos es necesario hacer caso a esas recomendaciones para conseguir que Bruselas y, sobre todo, la implacable Ángela Merkel, ablanden sus posiciones sobre las tan necesitadas políticas de crecimiento que nos harían empezar a ver luz al final de este larguísimo túnel.

Montoro y Rajoy han dicho que no se va a tocar el IVA, por ejemplo, pero, ¿qué van a decir cuando no quede más remedio que hacerlo? Hacienda ha negado hasta la saciedad que vaya a bajar el sueldo de los funcionarios, pero al final habrá que tomar otra vez esa medida porque si España tiene que recortar otros 30.000 millones de euros solo pueden salir de tres partidas: sueldos de los empleados públicos, jubilaciones y prestaciones por desempleo. Es decir, que habrá que adelantar unos años la subida de la edad de jubilación, y habrá que recortar el tiempo que actualmente dura la prestación por desempleo. Y subir el IVA, o al menos eliminar un importante paquete de servicios premiados con el IVA reducido.

España no puede seguir ‘jugando’ con sus socios comunitarios… Si de verdad queremos más Europa, y esa parece ser la apuesta definitiva de Mariano Rajoy, hay que hacer gestos de compromiso. ¿Más? Si, más, porque entre otras cosas los hechos hasta ahora se han demostrado insuficientes, y solo de ese modo se podrá avanzar en lo que más interesa a España, que es un acuerdo global que relaje las presiones sobre el ajuste y acelere las políticas de crecimiento, pero en las actuales circunstancias va a ser difícil que España encuentre aliados a los que convencer si no da muestras de haber comprendido que aún habiendo ganado una batalla, y una batalla importante, va a ser muy difícil ganar la guerra salvo que, como nos ha ocurrido en otras ocasiones, optemos por el aislamiento. Y Rajoy debería de una vez por todas poner orden en la mesa del Consejo de Ministros.

No hay respiro para España. Ni siquiera el resultado aparentemente tranquilizador de las elecciones griegas -y digo aparentemente porque me temo que Grecia va a seguir dándole disgustos a la eurozona- relajó la presión de los mercados sobre nuestra deuda soberana. No quiero ni pensar lo que estaríamos escribiendo los periodistas que discrepábamos de José Luis Rodríguez Zapatero y de su Gobierno si nuestra prima de riesgo hubiera alcanzado los casi 600 puntos básicos bajo su mandato y estuviéramos permanentemente bajo la lupa de una posible intervención, pero básicamente podría resumirse en una crítica bastante acertada sobre la absoluta falta de credibilidad que como país tenemos a ojos de los organismos internacionales. Y el problema es que eso no ha cambiado.

Luis de Guindos Cristóbal Montoro