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Rajoy tuerce el brazo de Merkel cuando más lo necesitaba (no me gusta, ¡Help!)
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Rajoy tuerce el brazo de Merkel cuando más lo necesitaba (no me gusta, ¡Help!)

El sábado de la semana pasada dábamos cuenta en El Confidencial de cómo los últimos acontecimientos, y los no tan últimos –realmente el desgaste comienza a

El sábado de la semana pasada dábamos cuenta en El Confidencial de cómo los últimos acontecimientos, y los no tan últimos –realmente el desgaste comienza a sufrirse a partir de las elecciones andaluzas-, estaban provocando un hundimiento del PP en las encuestas, deriva que sin embargo no era capitalizada por el PSOE y sí, sin embargo, por partidos minoritarios en los extremos del arco parlamentario como IU y UPyD (ver noticia). Daba la impresión de que el Gobierno no encontraba la manera de parar la hemorragia y que cada día que pasaba se veía superado por los acontecimientos. Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que la gran equivocación de este Gobierno es no dar explicaciones, que el gran error de Mariano Rajoy está siendo no comparecer ante el Parlamento, ante la soberanía nacional, para dar cuenta de donde estamos, que es lo que ha pasado para que hayamos llegado a un punto del que hace meses no queríamos oír ni hablar, y que es lo que va a pasar en el futuro. el Gobierno no va a tener más remedio que asentir con la cabeza y en beneficio de ese proyecto de más Europa que los cuatro líderes suscribieron ayer, hacer caso de las recomendaciones que sistemáticamente nos hacen a cuenta del IVA, salarios de funcionarios, etcétera

Lejos de eso, incumpliendo además su propia palabra dada ante el Congreso de los Diputados en su discurso de investidura en el que se comprometió a “decir siempre la verdad, aunque duela, decir la verdad sin adornos ni excusas, llamar al pan, pan y al vino, vino”, el Gobierno nos priva del Debate del Estado de la Nación cuando más falta hacía ese debate para que los ciudadanos supieran de verdad en qué situación nos encontramos. Hace seis meses Mariano Rajoy afirmaba que “hemos de hacer reformas, sí, grandes reformas, pero debemos hacerlas pensando en algo más que reducir el déficit, crear empleo, corregir nuestro modelo educativo o asegurar nuestra atención sanitaria. Tenemos que mirar más lejos y más alto, pensar en lo que España necesitará, no el año que viene ni el siguiente, sino en los próximos veinte años. Quiero decir que no se trata ya de recuperar lo que se fue, ni de regresar al lugar que ocupábamos, porque ese lugar ya no existe, Señorías. La España que hemos dejado atrás no va a volver, y esta vieja Nación tendrá que rejuvenecer su actitud, recuperar flexibilidad y fortalecer sus estructuras para competir por un puesto de primera fila en un mundo nuevo”. 

La realidad, sin embargo, es que el Gobierno se ha dejado llevar por la inmediatez, por la solución coyuntural de los problemas, y más allá de la reforma laboral seguimos sin ver esos grandes proyectos de futuro que se nos anunciaban. Ni tampoco puede hacer el Gobierno gala de haber cumplido otra de las grandes promesas de Rajoy en su investidura, la del diálogo: “La tarea del Gobierno no consiste en suplantar a la Nación, sino en coordinar sus esfuerzos y facilitar sus tareas. Pues bien, Señorías, no existe mejor instrumento para encauzar y coordinar la energía de la Nación que el diálogo. Un diálogo abierto a todos, dentro y fuera de esta Cámara. Un diálogo basado en la transparencia, que estimule la unidad, fortalezca los objetivos compartidos y facilite el apoyo y la participación de todos los ciudadanos y de sus organizaciones”. Ese sentir, expresado así, con esas palabras, hace seis meses, engarzaba directamente con el sentir de la inmensa mayoría de los españoles que en una situación de crisis como esta lo que buscan de sus políticos es, precisamente, que remen juntos para ayudarnos a salir de la misma, y quien tiene la principal responsabilidad para buscar los consensos básicos no es otro que el Gobierno de la Nación, y no puede decirse que haya puesto mucho empeño en esa tarea. La gran equivocación de este Gobierno es no dar explicaciones, que el gran error de Mariano Rajoy está siendo no comparecer ante el Parlamento

Una de cal, otra de arena

Pero hasta aquí, si me permiten, la de cal, porque también hay la de arena. Y es que, después de todo este calvario que ha tenido también mucho que ver con las propias discrepancias que en el seno del Consejo de Ministros se han dado y se dan sobre el fondo y la forma de enfrentarse a los problemas, parece que en estos últimos días, y especialmente desde ayer, Mariano Rajoy ha encontrado el camino que le puede devolver buena parte de la credibilidad y de la confianza perdidas. España, como país, necesitaba encontrar un discurso que le permitiera tener una presencia activa en Europa para dejar de ser solo esos tipos del sur que se dedican a divertirse y echar la siesta, y devolvernos la imagen de un país trabajador y competente… Ese discurso latía en el que Rajoy ofreció en el debate de investidura, aunque luego lo olvidara, pero ahora parece haberlo recuperado aunque sea de la mano de Monti y de Hollande: hacen falta reformas, si, y ajustes, también, pero por si solos no son suficientes a la hora de salir de la crisis y volver a la senda del crecimiento.

Era necesario, sin embargo, que la canciller alemana Ángela Merkel, diera su brazo a torcer y parece que el Rajoy solitario de hace un par de semanas, incapaz de doblegar la voluntad de la teutona, se encuentra ahora lo suficientemente respaldado como para conseguir una parte importante de sus objetivos: que Europa se comprometa con políticas de crecimiento y que no castigue en exceso a nuestro país por no haber hecho hasta ahora los ajustes y las reformas necesarios para la consolidación fiscal. Ayer, una persona del Gobierno me decía que el acuerdo alcanzado en Roma implicaba “una exigencia muy clara a España para que avance en el camino de sus reformas y para que lleve a cabo los ajustes necesarios para poder cumplir con un objetivo de déficit que a día de hoy con la caída en la recaudación de ingresos se hace imposible cumplir”. Es decir, que el Gobierno no va a tener más remedio que asentir con la cabeza y en beneficio de ese proyecto de más Europa que los cuatro líderes suscribieron ayer, hacer caso de las recomendaciones que sistemáticamente nos hacen a cuenta del IVA, salarios de funcionarios, etcétera para que, a su vez, Europa sea más benevolente con nosotros de lo que lo ha sido hasta ahora.

El error del PSOE

Y en ese camino, permítanme un inciso que creo importante: se equivocará mucho el Partido Socialista si toma una dirección distinta de la del Gobierno. Me explico: si hemos llegado a esta situación, la responsabilidad no la tiene el actual Ejecutivo, o al menos la que tiene es bastante menor en términos porcentuales que la que tiene el PSOE que ha gobernado este país durante casi ocho años y lo ha dejado al borde de un abismo. El Gobierno anterior hizo algunas cosas, cierto, pero desatendió las más importantes y tiene una enorme responsabilidad política en todo lo que ha pasado en nuestro sistema financiero, por ejemplo, y en el incumplimiento sistemático de los objetivos de déficit y de endeudamiento y, por lo tanto, es el principal responsable de la pérdida de credibilidad y confianza que viene acumulando nuestro país desde hace ya una eternidad. Por esa razón, haría bien el Partido Socialista en adoptar de una vez una actitud algo más humilde, reconocer los errores pasados, y cerrar filas con el Gobierno ahora que éste parece haber encontrado el camino correcto, porque de lo contrario corre el riesgo de quedarse fuera y muy lejos del verdadero proyecto de construcción europea que parece haberse empezado a vislumbrar desde el encuentro del viernes y que se reafirmara en la Cumbre de esta semana próxima.

Déjenme que recuerde, de nuevo, las palabras con las que terminaba Rajoy su discurso de investidura: “Nos va mucho en mantenernos unidos en un esfuerzo solidario. Y nada sostiene con más firmeza esa tarea que el diálogo, la justicia y la verdad. Y esto es lo que voy a ofrecer a los españoles: Un diálogo permanente con todos los sectores de la sociedad cuya participación reclamemos en cada momento. Una rigurosa justicia en el reparto de la austeridad, que ha de comenzar por el propio Gobierno. Un escrupuloso respeto al derecho ciudadano de conocer la verdad, porque sería temerario pretender engañarnos o engañar a los demás. Convoco a todos, y reclamo, con humildad, la ayuda de todos, al tiempo que ofrezco defender la unidad, dialogar sin cansancio, asegurar la justicia en el reparto de las cargas, y mostrar siempre la verdad traiga el color que traiga”. Cúmplalo, señor Rajoy. Dialogue, porque hasta ahora no se ha hecho. Sea justo en el reparto de la austeridad para que los ciudadanos no tengan la impresión constante de que esta crisis solo la pagan los de siempre, y luche contra el despilfarro que todavía sigue instalado en muchas de nuestras administraciones. Y sea sincero y llame a las cosas por su nombre. Para gobernar de un modo distinto a este, ya tuvimos a José Luis Rodríguez Zapatero: no sea usted, señor Rajoy, igual que él.

El sábado de la semana pasada dábamos cuenta en El Confidencial de cómo los últimos acontecimientos, y los no tan últimos –realmente el desgaste comienza a sufrirse a partir de las elecciones andaluzas-, estaban provocando un hundimiento del PP en las encuestas, deriva que sin embargo no era capitalizada por el PSOE y sí, sin embargo, por partidos minoritarios en los extremos del arco parlamentario como IU y UPyD (ver noticia). Daba la impresión de que el Gobierno no encontraba la manera de parar la hemorragia y que cada día que pasaba se veía superado por los acontecimientos. Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que la gran equivocación de este Gobierno es no dar explicaciones, que el gran error de Mariano Rajoy está siendo no comparecer ante el Parlamento, ante la soberanía nacional, para dar cuenta de donde estamos, que es lo que ha pasado para que hayamos llegado a un punto del que hace meses no queríamos oír ni hablar, y que es lo que va a pasar en el futuro. el Gobierno no va a tener más remedio que asentir con la cabeza y en beneficio de ese proyecto de más Europa que los cuatro líderes suscribieron ayer, hacer caso de las recomendaciones que sistemáticamente nos hacen a cuenta del IVA, salarios de funcionarios, etcétera

Mariano Rajoy Angela Merkel