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Caso Bankia: escasa autocrítica, sobredosis de soflamas
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Caso Bankia: escasa autocrítica, sobredosis de soflamas

Primera semana de comparecencias en el Congreso de los Diputados de los ex responsables de cajas de ahorros intervenidas por el Estado y de ex miembros

Primera semana de comparecencias en el Congreso de los Diputados de los ex responsables de cajas de ahorros intervenidas por el Estado y de ex miembros del anterior Gobierno y del Banco de España. Yo no sé ustedes, pero este que suscribe tampoco se esperaba nada distinto a lo ocurrido, entre otras cosas porque aún siendo positivo que estas comparecencias se produzcan en aras de una mayor transparencia sobre lo ocurrido, también es cierto que el formato no es el más adecuado y que hubiese sido mucho más productiva desde ese punto de vista una Comisión de Investigación.

Habrá quien piense que tampoco de esa manera nos íbamos a enterar de mucho más, y puede que sea así pero entonces el problema lo tenemos en el propio sistema ya que, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos donde este tipo de comisiones tienen trascendencia jurídica con todo lo que eso conlleva –el compareciente está obligado a decir “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”-, en España las comisiones de investigación no gozan de esa característica y el compareciente no está obligado ni siquiera a acudir en la mayoría de los casos. La realidad, sin embargo, es que había un enorme interés por saber, por llegar a entender que es lo que había pasado para que la mitad de nuestro sistema financiero se haya venido abajo hasta el extremo de estarnos costando una crisis como nunca habíamos imaginado a los españoles a los que además se nos piden enormes sacrificios al tiempo que se dedican ingentes cantidades de dinero para salvar a los protagonistas del crack. Tampoco esperaba que ninguno de ellos llegara a la Comisión y se flagelara públicamente –que bien le vendría a la ciudadanía que alguien lo hiciera por una vez en la vida-, pero de ahí a reírse de la opinión pública como lo hicieron

Sin duda, aunque la quiebra del sistema financiero ha afectado a todas las cajas de ahorros, ha sido el ‘caso Bankia’, por su volumen, por la manera en que se cocinó todo lo ocurrido la pasada primavera, por la notoriedad de su primer ejecutivo y por las consecuencias en términos de agravamiento de nuestro descrédito exterior y escalada imparable del coste de nuestra deuda, el que más expectativas generaba. Y aunque por la comisión han pasado también dos ex presidentes de sendas cajas nacionalizadas, Narcís Serra y José Manuel Gayoso –ambos pasaban por allí y no tomaban decisiones aunque, eso sí, cobraban a gusto sus sueldos e indemnizaciones-, las comparecencias ‘estrella’ sin duda eran las de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Elena Salgado y Rodrigo Rato, y en menor medida José Manuel Campa.

La conclusión que podemos sacar, así, de entrada, es que todos lo hicieron lo mejor que supieron y ninguno cometió un solo error. Ni el más mínimo atisbo de autocrítica. Toda la culpa, eso sí, la tenía José María Aznar si nos atenemos a las explicaciones de MAFO –yo no se que harían algunos si no hubiese existido el ex presidente del Gobierno-, y en alguna parte Rodríguez Zapatero, pero sólo mientras el ya ex Gobernador era secretario de Estado de Hacienda. ¡Flipante! Insisto en que tampoco esperaba que ninguno de ellos llegara a la Comisión y se flagelara públicamente –que bien le vendría a la ciudadanía que alguien lo hiciera por una vez en la vida-, pero de ahí a reírse de la opinión pública como lo hicieron MAFO y la ex vicepresidenta del Gobierno, hay un abismo. Fíjense, de hecho de todas las comparecencias la única que realmente puede decirse que dio su fruto, fue precisamente la de Rodrigo Rato.

Verán, tampoco el que fuera primer ejecutivo de Bankia asumió responsabilidad alguna, pero en este caso si me apuran eso tiene menos importancia porque su gestión al frente de la entidad está en manos de la Justicia y tendrá que ser ésta la que dirima si tuvo alguna responsabilidad en la crisis que llevó a la cuarta entidad española a presentar un agujero patrimonial de 23.000 millones de euros. Lo importante, lo ‘jugoso’ de lo que podía aportar uno de los hombres que más poder ha tenido en este país, era el relato que pudiera hacer de todo lo ocurrido, y el relato tuvo mucho contenido, porque aireó las vergüenzas tanto del Banco de España como del anterior Gobierno, el primero porque fue el auténtico responsable de que se produjera una fusión absolutamente inconveniente y el segundo porque obligó a Bankia a salir a bolsa bajo la excusa de que era un asunto de Estado.

Lo cierto es que Rodrigo Rato, que llegó a Caja Madrid como la alternativa menos mala para un Mariano Rajoy todavía en la oposición y que rechazaba de plano la posibilidad de que ese cargo cayera en manos de Ignacio González, hizo lo que pudo para salvar a una entidad que heredó en agonía, y a la que encima se le obligó a comerse otra entidad, Bancaja, cuyo parte médico era aún peor. Es posible que el juez Andreu, que lleva la investigación del caso en la Audiencia Nacional, encuentre motivos para imputarle delitos societarios, pero si es así habrá que explicar también porqué sólo se acusa a Rato y no a quienes le empujaron directamente al abismo, y porque se deja fuera del alcance de la investigación judicial a otros ejecutivos de cajas que aparentemente han sido igual de culpables de esta crisis, o más, que el propio Rato.

Siempre he dicho, y lo sigo diciendo, que la opinión pública necesita, por higiene democrática y por salud ética y moral, resarcirse de esta crisis viendo como algunos de sus culpables pagan por ella. Pero lo que no se puede pretender, como pretendieron durante la comparecencia de Rato algunas de sus señorías, principalmente los diputados de UPyD que llegaron a acusarle de ser el responsable, no ya de la crisis de Bankia, sino de toda la crisis que afecta al país, es que Rodrigo Rato sea el cabeza de turco que pague por los pecados de todos los demás. A mi, desde luego, me pareció nauseabunda la manera en la que algunos quisieron aprovecharse de la presencia de Rato para tener su minuto de gloria, y me recordó a aquella famosa ocasión en la que un portavoz de economía del PSOE llamado Juan Pedro Hernández Moltó le dijo a un ex gobernador del Banco de España aquello de “señor Rubio, míreme a los ojos”… Hoy, Hernández Moltó está imputado también por graves delitos mientras fue presidente de Caja Castilla La Mancha… Lo digo por aquello de las barbas del vecino, y porque la política a base de soflamas suele acabar pasando factura.

Primera semana de comparecencias en el Congreso de los Diputados de los ex responsables de cajas de ahorros intervenidas por el Estado y de ex miembros del anterior Gobierno y del Banco de España. Yo no sé ustedes, pero este que suscribe tampoco se esperaba nada distinto a lo ocurrido, entre otras cosas porque aún siendo positivo que estas comparecencias se produzcan en aras de una mayor transparencia sobre lo ocurrido, también es cierto que el formato no es el más adecuado y que hubiese sido mucho más productiva desde ese punto de vista una Comisión de Investigación.