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Partidos y sindicatos sí merecen un desahucio
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Partidos y sindicatos sí merecen un desahucio

En un interesantísimo artículo publicado ayer en este periódico y cuya lectura recomiendo vivamente, se daba cuenta de un informe publicado por el investigador para Europa

En un interesantísimo artículo publicado ayer en este periódico y cuya lectura recomiendo vivamente, se daba cuenta de un informe publicado por el investigador para Europa del Real Instituto Elcano, Ignacio Molina, en el que se advierte de la rápida erosión de los dos principales partidos políticos españoles, PP y PSOE, en similitud a lo que ha ocurrido en Grecia con Nueva Democracia y el PASOK. Basta fijarse en el porcentaje de apoyo popular que sumaban ambos partidos en 2008 -el 83,8%-, en 2011 -el 73,3%- y en el último sondeo de estimación de voto del CIS -el 64,5%-, para concluir que existe un tendencia clara de desconfianza en el bipartidismo y un evidente decantamiento del electorado hacia otras formaciones políticas o hacia el voto en blanco, nulo o la abstención. Ni siquiera el resultado reciente de las elecciones gallegas, a pesar de que el PP haya revalidado la mayoría absoluta con más escaños que hace cuatro años, permite una lectura distinta ya que lo cierto es que ambos partidos pierden apoyo popular –es verdad que más el PSOE que el PP- y que las huestes de Feijóo se han beneficiado de la dispersión del voto de izquierdas.

La realidad es tozuda, y ese desencanto hacia la clase política que se refleja en todas las encuestas tiene su inmediata traducción en las urnas, y parece que tanto en el PP como en el PSOE se han empezado a preocupar seriamente por lo que está ocurriendo, que no es otra cosa que una enorme corriente ciudadana que, cada día que pasa con mayor contundencia, responsabiliza a todos aquellos que forman parte del establishment de los cada vez más alarmantes índices de exclusión social en nuestro país. Esto tiene mucho que ver con la ‘prisa’ que ambos partidos se han dado en buscar soluciones para el dramático asunto de los desahucios, a pesar de que décadas de mutua incomprensión pesan todavía como una losa a la hora de facilitar los necesarios acuerdos.

También los sindicatos -y la patronal- tienen una responsabilidad indudable porque han formado parte de los consejos de administración de las cajas, han consentido y han sido colaboradores necesarios de un sistema que se ha demostrado injusto. Por eso no tienen legitimidad moral alguna para convocar hoy una huelga general

Ambos partidos son responsables a partes iguales de no haber buscado y encontrado soluciones antes a un problema que se veía venir desde el inicio de la crisis; es más, si me apuran, desde que estalló la burbuja inmobiliaria. Más allá de eso, son incluso responsables de haber participado activamente de un modelo de negocio financiero que se sustentaba en el todo vale para engordar las cuentas de resultados de bancos y cajas, en la medida en que al menos la mitad del sistema financiero estaba en sus manos. Es verdad que en torno a este asunto puede haber mucha demagogia, pero basta haber conocido de cerca un solo caso de una persona a la que van a desahuciar de su casa para ser consciente de la gravedad de este drama social y de hasta qué punto nuestro establishment ha sido copartícipe a la hora de haberlo provocado.

Y no solo los partidos políticos. También los sindicatos -y la patronal- tienen una responsabilidad indudable porque han formado parte de los consejos de administración de las cajas, han consentido y han sido colaboradores necesarios de un sistema que se ha demostrado injusto. Por eso no tienen legitimidad moral alguna para convocar hoy una huelga general, como no la tienen tampoco mientras no renuncien a seguir cobrando entre 100 y 400 euros por cada ERE que se formaliza en este país y dejen de regatearles a los trabajadores que son incluidos en los mismos entre el 10% y el 15% de la indemnización pactada por los comités. Eso, en estas circunstancias, es un atraco a mano armada perpetrado por unos sindicatos de clase que utilizan la huelga general para hacer ideología y no para defender los intereses de los trabajadores de este país. Forman parte del establishment y, como tales, son tan responsables de los extremos de exclusión social a los que se está llegando en este país como lo es el Partido Socialista, que, sin pudor alguno, tiene el atrevimiento de convocar a la gente a la huelga general sin haber pedido todavía perdón por la situación en la que dejaron el país después de dos legislaturas.

La huelga de hoy no está justificada. No, al menos, convocada y secundada por quienes durante décadas han participado del expolio vía subvenciones, arreglos con los poderes públicos, consejos multimillonarios y complacencia con unos y con otros, y sólo ahora cuando el Gobierno les reduce en casi 40 millones de euros las subvenciones es cuando les entra la sensibilidad social. ¡A la mierda con ellos! Sindicatos y partidos sí que merecerían un desahucio del poder si no fuera porque entonces correríamos el riesgo de entregárselo a los populismos que esperan como aves de rapiña el hundimiento del sistema para alimentarse de sus restos.

De los sindicatos, al menos yo, no espero nada mientras no sean capaces de hacer una profunda autocrítica sobre su propia responsabilidad en esta crisis. A los partidos hay que exigirles que de una vez por todas abandonen su permanente estado de confrontación partidaria y hagan verdaderos esfuerzos por encontrar esos puntos de acuerdo necesarios para salir de la crisis. Más allá de los desahucios, que podrán ser un primer paso, aunque llegue casi 400.000 casos tarde, España necesita un cambio de actitud de su clase política en todos los sentidos. Eso es lo que demanda la sociedad, pero todavía no lo estamos viendo. Y si no son capaces de interiorizar ese mensaje, entonces sí que vendrá su desahucio, y sabe Dios para cuánto tiempo.

En un interesantísimo artículo publicado ayer en este periódico y cuya lectura recomiendo vivamente, se daba cuenta de un informe publicado por el investigador para Europa del Real Instituto Elcano, Ignacio Molina, en el que se advierte de la rápida erosión de los dos principales partidos políticos españoles, PP y PSOE, en similitud a lo que ha ocurrido en Grecia con Nueva Democracia y el PASOK. Basta fijarse en el porcentaje de apoyo popular que sumaban ambos partidos en 2008 -el 83,8%-, en 2011 -el 73,3%- y en el último sondeo de estimación de voto del CIS -el 64,5%-, para concluir que existe un tendencia clara de desconfianza en el bipartidismo y un evidente decantamiento del electorado hacia otras formaciones políticas o hacia el voto en blanco, nulo o la abstención. Ni siquiera el resultado reciente de las elecciones gallegas, a pesar de que el PP haya revalidado la mayoría absoluta con más escaños que hace cuatro años, permite una lectura distinta ya que lo cierto es que ambos partidos pierden apoyo popular –es verdad que más el PSOE que el PP- y que las huestes de Feijóo se han beneficiado de la dispersión del voto de izquierdas.

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