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Rajoy hace balance de una España en quiebra
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Rajoy hace balance de una España en quiebra

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, va a comparecer mañana ante los medios de comunicación en una esperada rueda de prensa en el Palacio de la

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, va a comparecer mañana ante los medios de comunicación en una esperada rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa. No lo va a hacer en el lugar habitual en el que se celebran las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, sino que lo hará en el Salón de Tapices del edificio, en el que cada viernes se celebran las reuniones de dicho Consejo, lo cual indica que el presidente quiere dotar al hecho en sí de una cierta solemnidad. Rajoy lleva un par de días preparando esa rueda de prensa, en la que va a hacer balance de un año de gobierno, un año extremadamente difícil para el país y también para un Ejecutivo que está sufriendo un desgaste colosal en muy poco tiempo. Me consta que el presidente está especialmente sereno y tranquilo, sin que por ello deje de preocuparle lo difícil que está resultando para muchos ciudadanos de este país salir adelante; por esa línea argumental va a discurrir la primera parte de su intervención ante los medios.

El Gobierno ha tomado medidas extremadamente impopulares que, unidas a la propia crisis, están provocando un elevado grado de exclusión social, incluso entre las clases que hasta hace relativamente poco considerábamos como favorecidas. El paro y los ajustes están haciendo estragos entre las clases medias -y no digamos ya entre las más bajas-, precisamente donde el Partido Popular tiene su principal granero de votos. Si lo pensamos bien, incluso desde un punto de vista exclusivamente partidario y egoísta, eso debería llevarnos a considerar que el Gobierno no está actuando priorizando su interés electoral, sino que hace lo que cree que es mejor para el país, aunque se equivoque algunas veces, como yo mismo he relatado y reconocido en otras ocasiones. El Ejecutivo sabe que muchas de las medidas que ha tomado y otras que tendrá que tomar son tremendamente impopulares, y aun así lo hace… ¿Por qué?

El Gobierno de Rajoy, que hereda la peor situación que cabía imaginarse con una pérdida de más de 70.000 millones de euros de ingresos, se vio obligado en contra de su voluntad a subir impuestos corrigiendo la tendencia, hasta el punto de que en 2012 los ingresos volvieron a recuperarse -gracias a la subida del IVA- y a sobrepasar el 36% del PIBLa razón fundamental está en una gráfica muy poco popularizada, pero extremadamente clarificadora, sobre la verdadera situación de nuestras cuentas públicas: en los últimos veinte años nunca se había producido un bache, un gap entre nuestros ingresos y nuestros gastos, tan brutal como el que se produjo en España entre los años 2008, 2009 y 2010. De hecho, a lo largo de nuestra historia más reciente ingresos y gastos han crecido y decrecido de manera acompasada. El mayor incremento del gasto se produjo en tiempos de Felipe González, allá por los años 92 y 93 coincidiendo con los grandes acontecimientos olímpicos y la Expo de Sevilla, hasta suponer casi un 49% del PIB. Los ingresos, sin embargo, crecían también a un ritmo importante hasta casi suponer el 42% del PIB.

A partir de ahí, ambas magnitudes se relajaron y durante la etapa de Aznar los gastos fluctuaron desde el 42% del PIB hasta situarse un poco por encima del 38% en 2004, mientras que los ingresos se mantuvieron constantes entre el 38 y el 39% del PIB. Es a partir de 2004 cuando se produce el gran cambio: empujada la economía española por el boom inmobiliario, los ingresos vuelven a dispararse hasta casi ‘tocar’ el techo del 42% del PIB; el Gobierno, en lugar de sujetar el gasto, permite a las comunidades autónomas que hagan de su capa un sayo -revoca la ley de estabilidad heredada del Ejecutivo anterior y suprime los ‘techos de gasto’- y en 2007, coincidiendo con el inicio de la crisis, el gasto alcanza ya casi el 40% del PIB. Es a partir de ese año cuando los ingresos se desploman y, en tan solo dos años, se sitúan por debajo del 35% del PIB, la tasa que todos los economistas señalan como la que marca una situación de quiebra, al tiempo que el gasto público llega a situarse en el 46% del PIB.

Ese bache de más de diez puntos porcentuales de PIB entre gastos e ingresos es lo que hace saltar todas las alarmas dentro y fuera de España: nuestro país es incapaz de financiar una situación así, y por eso el Gobierno anterior, que había provocado ese gap, reacciona y empieza a introducir medidas de ajuste muy duras -congelación de pensiones, bajada de sueldo de funcionarios…- pero insuficientes. Había que hacer algo más, y eso lo hace el Gobierno de Rajoy, que hereda la peor situación que cabía imaginarse, con una pérdida de más de 70.000 millones de euros de ingresos, y que se ve obligado en contra de su voluntad a subir impuestos corrigiendo la tendencia, hasta el punto de que en 2012 los ingresos vuelven a recuperarse -gracias, sobre todo, a la subida del IVA- y a sobrepasar el 36% del PIB mientras la brecha con el gasto se va estrechando nuevamente.

Todo ello a costa, es cierto, de sacrificios enormes y de que, muy probablemente, el grado de empobrecimiento que está sufriendo nuestro país va a lastrar nuestra capacidad de desarrollo de los próximos años. A costa, también, de haber perdido toda una generación de talentos que ahora se ve obligada a emigrar o a trabajar sin ninguna clase de incentivo. Pero la alternativa era, sin duda alguna, mucho peor: la alternativa fue, durante unas semanas de infarto entre la crisis de Bankia y el final del mes de julio, la intervención a la griega, porque nunca se habría atrevido el Gobierno a tomar la decisión más difícil, salir del euro, aunque ciertamente amenazara con ello. Hoy, y a pesar de que a España le quedan por delante meses muy difíciles, podemos decir que quizás lo peor ha pasado ya y que, si bien en el horizonte quedan muchos problemas económicos, políticos y sociales por resolver, aparentemente podemos tener la certeza de que lo vamos a hacer confiando en nosotros mismos, y no en las decisiones de un grupo de burócratas que no saben nada ni de este país ni de su gente.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, va a comparecer mañana ante los medios de comunicación en una esperada rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa. No lo va a hacer en el lugar habitual en el que se celebran las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, sino que lo hará en el Salón de Tapices del edificio, en el que cada viernes se celebran las reuniones de dicho Consejo, lo cual indica que el presidente quiere dotar al hecho en sí de una cierta solemnidad. Rajoy lleva un par de días preparando esa rueda de prensa, en la que va a hacer balance de un año de gobierno, un año extremadamente difícil para el país y también para un Ejecutivo que está sufriendo un desgaste colosal en muy poco tiempo. Me consta que el presidente está especialmente sereno y tranquilo, sin que por ello deje de preocuparle lo difícil que está resultando para muchos ciudadanos de este país salir adelante; por esa línea argumental va a discurrir la primera parte de su intervención ante los medios.

Mariano Rajoy