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La ‘era Aznar’, bajo sospecha
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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La ‘era Aznar’, bajo sospecha

En un interesante artículo publicado ayer en este diario, el exdirector del periódico ABC, José Antonio Zarzalejos, apuntaba a una conspiración -él no lo expresaba con

En un interesante artículo publicado ayer en este diario, el exdirector del periódico ABC, José Antonio Zarzalejos, apuntaba a una conspiración -él no lo expresaba con esas mismas palabras- interna en el Partido Popular como origen del calvario que la formación que lidera Mariano Rajoy está atravesando desde hace ya cerca de tres meses, y que ha tenido su último capítulo en el esperpento de las fotos de hace veinte años en las que Alberto Núñez Feijóo aparece en compañía del narcotraficante Marcial Dorado.

Yo discrepo con Zarzalejos en que todo esto acabe en la destrucción del PP, pero admito que el partido de Rajoy ha ido todo este tiempo dando palos de ciego por dos razones: la primera, porque cuando los ataques vienen desde dentro del partido es mucho más difícil enfrentarse a ellos; y, segundo, porque todo lo que está pasando tiene su origen en dos maneras muy diferentes de entender la política: una, la que protagonizó el PP de José María Aznar y, otra, la que protagoniza el PP de Mariano Rajoy, con el agravante de que de los polvos de la primera vienen estos lodos y, probablemente, la única manera de cortar de raíz todo lo que está pasando sea romper con cada uno de los puentes que todavía conectan una y otra.

Seré más claro. Ayer, Zarzalejos apuntaba también a la llamada vieja guardia, o a los supuestos enemigos de Rajoy (que todos -o casi- sabemos quiénes son), como los causantes de estos males, pero sin citar nombres. Sin embargo, esos nombres están en la mente de muchos. Verán, hoy se celebra la Junta Directiva Nacional del PP y, aunque aparentemente se presenta descafeinada por la ausencia de algunos barones importantes como el propio Feijóo, me da en la nariz que va a ser más tempestuosa de lo normal. Y eso tiene su razón de ser en el profundo malestar y la tremenda decepción que invade el estado de ánimo de buena parte de los dirigentes del partido, sobre todo de aquellos que se han venido incorporando a la Dirección en los últimos tiempos y que poco o nada han tenido que ver con todo lo que ha pasado en el PP desde tiempos ya casi inmemoriales.

Debe de ser muy duro para alguien que lleva años luchando por su partido y dejándose la piel en la tarea de servicio que implica la política ver cómo un tipo como el extesorero Bárcenas se llevaba más de 20.000 euros mensuales y ahora se permite el lujo de chantajear al PP con mentiras y medias verdades, cuando todo un ministro del Gobierno de España trabaja por menos de la mitad y tiene más del doble de responsabilidad. Faltan explicaciones, y no se han dado las suficientes porque, entre otras cosas, no las han facilitado las personas que tenían la obligación moral con su partido de hacerlo.

Es evidente que ese conglomerado de intereses particulares, a través del cual se ha expoliado al propio PP, se tejió durante muchos años, los años en los que Aznar era presidente del partido y Cascos su secretario general

Siempre he dicho que Bárcenas era el cabecilla de eso que se ha llamado trama Gürtel, y cada día que pasa esto es más evidente. Como lo es también que ese conglomerado de intereses particulares, a través del cual se ha expoliado al propio PP, se tejió durante muchos años, los años en los que Aznar era presidente del partido y Francisco Álvarez Cascos su secretario general. Se hizo, además, con el apoyo y la colaboración de otros políticos populares que, supongo, obtendrían también su cuota de los beneficios de la trama.

Ha sido tal la impunidad con la que han trabajado Bárcenas, Sanchís, Crespo y compañía que durante años han ido construyendo un entramado societario que trasciende las fronteras de nuestro país. ¿Alguien piensa que es casualidad que quien fuera su sucesor al frente de la Tesorería del PP, el hombre que le hizo el contrato de marras, aquel a quien Cospedal despidió sin miramientos, se encuentre también ahora viviendo y trabajando en Argentina, en la misma Argentina en la que vive y trabaja el socio de Bárcenas, Ángel Sanchís? Sí, hablo de Cristóbal Páez, alguien que tiene mucho que contar sobre los famosos papeles de su amigo.

Rajoy no puede dejar pasar la Junta Directiva de hoy sin plantear seriamente una revisión en profundidad de todo lo que ha pasado en el PP en los últimos tiempos. Se lo debe a su propia gente, a la que se está dejando la piel por sacar a este país de la crisis en medio de una profunda incomprensión ciudadana y de un calculado acoso político, social y mediático orquestado desde la izquierda y sus medios afines.

Si eso implica poner bajo sospecha la ‘era Aznar’, que se ponga. Y que se exija a quienes mandaron en aquellos tiempos una explicación de todo lo que está pasando, porque todavía no la han dado. Y que se corten de una vez por todas las amarras que unen todavía al PP con el aznarismo, porque sólo de esa manera podrá el partido quedar libre de toda sospecha ante la opinión pública. 

En un interesante artículo publicado ayer en este diario, el exdirector del periódico ABC, José Antonio Zarzalejos, apuntaba a una conspiración -él no lo expresaba con esas mismas palabras- interna en el Partido Popular como origen del calvario que la formación que lidera Mariano Rajoy está atravesando desde hace ya cerca de tres meses, y que ha tenido su último capítulo en el esperpento de las fotos de hace veinte años en las que Alberto Núñez Feijóo aparece en compañía del narcotraficante Marcial Dorado.

José María Aznar Botella