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¡Con la mierda hasta el cuello!
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¡Con la mierda hasta el cuello!

Madrid da asco. Pocas veces la ciudad que nos representa a escala planetaria ha ofrecido un rostro tan asquerosamente sucio al mundo. Y no digo ninguna

Madrid da asco. Pocas veces la ciudad que nos representa a escala planetaria ha ofrecido un rostro tan asquerosamente sucio al mundo. Y no digo ninguna por temor a equivocarme, no sea que mi flaca memoria me juegue una mala pasada. Madrid da asco. Si esto llega a pasar en las horas amargas en las que Ana Botella todavía soñaba con el milagro de los Juegos Olímpicos para 2020, le habrían respondido que el relaxing cup with café con leche in Plaza Mayor se lo iba a tomar su santa madre sentada en una bolsa de basura.

Madrid da asco, pero a lo mejor era a esto a lo que se refería la regidora municipal cuando nos dijo aquello de que estábamos mal acostumbrados a tanta limpieza. Lo normal en el resto de las capitales de Europa es que cuando uno sale de su casa lo primero que hace al pisar la calle es sacar la pala para quitar la basura acumulada en la puerta, como el que quita nieve en pleno invierno en Helsinki. Madrid da asco y la alcaldesa, que vive en Pozuelo de Alarcón y no tiene que dormir con la nariz tapada toda la noche porque los efluvios a pescado podrido no interrumpen su sueño colándose por las rendijas de las ventanas, mira para otro lado como si la cosa no fuera con ella.

Yo no sé ni dónde está… ¿En Lisboa, quizás? Perdonen la comparación odiosa y, sin duda alguna, desafortunada, pero parece que a esta mujer los otoños le sientan fatal y le hunden el ánimo en el abismo. El año pasado, por estas fechas, demostró que el cargo le venía, no grande, ¡enorme!, con la tragedia del Madrid Arena. Y ahora que tiene que lidiar con un asunto que, oiga, evidentemente no tiene nada que ver, pero que está jodiendo al personal a base de bien, en lugar de dar la cara y poner a los huelguistas en su sitio e impedir que pase un día más acumulándose basura en las calles y plazas de nuestra hermosa Madrid, se fuma un puro. Bueno, supongo que se lo fuma su marido, pero al caso da igual.

De todos los alcaldes que ha tenido Madrid, al menos desde que yo tengo uso de razón, Botella se ha ganado el título de la peor, y además ha hecho verdaderos esfuerzos por dejar el pabellón tan bajo que será difícil que nadie la iguale

"Madrid, Madrid, Madrid…" Alguien tendrá que cambiar la letra del chotis porque, en lugar de alfombrar la Gran Vía de claveles, será con cáscaras de plátano y toda clase de porquería habida y por haber. Y más que bañarse en vinillo de jerez, los madrileños se van a dar un chapuzón de mierda. Y ni les cuento las visitas. Si es así como piensa la alcaldesa atraer turismo a la capital… lo que nos faltaba. Yo no sé si a estas alturas Ana Botella pensaba todavía que podía ser candidata a la Alcaldía en las próximas elecciones, pero me da a mí que su sueño ya ha quedado enterrado bajo toneladas de residuos domésticos.

De todos los alcaldes que ha tenido Madrid, al menos desde que yo tengo uso de razón, Botella se ha ganado el título de la peor, y además ha hecho verdaderos esfuerzos por dejar el pabellón tan bajo que será difícil que nadie la iguale en el futuro. ¡Qué pena! No por ella, que –comprendan– me da igual. Por Madrid. Pasear ahora por sus calles se ha convertido en un infierno y hasta las putas de Montera se han cogido unos días para asuntos personales porque con este olor no se le levanta la libido ni al más salido. Con este panorama, a cualquiera se le quitan las ganas de todo, de sexo, de cultura, de política…

Una ciudad invadida por la mierda sólo invita a escapar de ella lo más lejos posible, y desde luego no llama a que la visiten. Ni siquiera esos hooligans que se caracterizan por ser unos cerdos allá donde van se atreverían a pisar unas calles embarradas de huevos podridos y restos putrefactos. ¡Qué asco! A ver, ya sé que la culpa de este estercolero la tienen los sindicatos, pero ya está bien de que se tomen la justicia por su mano y se pasen por el arco del triunfo los servicios mínimos obligando a los madrileños a tragar con el tufo de sus reivindicaciones. Quien tiene la obligación de solucionarlo y garantizar a los ciudadanos un servicio de limpieza de calidad es Ana Botella, y si tiene que subcontratar a otra concesionaria, que lo haga. Y si tiene que llamar al ejército, que lo llame. Pero, por Dios, que haga algo en lugar de seguir mirándose al espejo.

Madrid da asco. Pocas veces la ciudad que nos representa a escala planetaria ha ofrecido un rostro tan asquerosamente sucio al mundo. Y no digo ninguna por temor a equivocarme, no sea que mi flaca memoria me juegue una mala pasada. Madrid da asco. Si esto llega a pasar en las horas amargas en las que Ana Botella todavía soñaba con el milagro de los Juegos Olímpicos para 2020, le habrían respondido que el relaxing cup with café con leche in Plaza Mayor se lo iba a tomar su santa madre sentada en una bolsa de basura.

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