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Dos años después, Rajoy no para en Pradillo
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Federico Quevedo

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Dos años después, Rajoy no para en Pradillo

Se quejaba amargamente el otro día Pedro José Ramírez porque ningún miembro del Gobierno había acudido a la entrega de premios

Se quejaba amargamente el otro día el diario El Mundo, o sea, su director Pedro José Ramírez, porque ningún miembro del Gobierno había acudido a la entrega de premios periodísticos en homenaje a Julio Fuentes, Julio Anguita Parrado y José Luis López de la Calle. Se quejaba amargamente y al mismo tiempo se envanecía porque en años anteriores el acto había atraído a gobiernos de distintos signos casi al completo.

En su día fue Zapatero, y eso que en la primera legislatura sufrió un acoso considerable por parte de El Mundo y de su director con la famosa 'Teoría de la Conspiración' del 11-M que, un día sí y otro también, pretendía responsabilizar al PSOE del atentado. Sin embargo, Zapatero acabó cayendo en las redes de Pedro Jota, que a mí en esto me recuerda a Kaa, la famosa serpiente de El libro de la selva, que con su mirada hipnotizaba a sus víctimas. En los últimos meses de su mandato el presidente del Gobierno hablaba casi todos los días con el director de El Mundo, y así le fue.

Un hueso duro de roer

El Mundo siempre ha querido ser a la derecha lo que El País ha sido a la izquierda, pero con Rajoy chocó con un hueso duro de roer. El presidente siempre ha presumido de independencia, y eso, lejos de ser un handicap, es un valor en alza. No deja de ser curioso que el mismo medio y el mismo director que se precian de su independencia y de no estar sometidos a ningún aparato político, se quejen de la no presencia de ese aparato político en el acto de entrega de unos premios periodísticos que, precisamente, pretenden alabar la independencia de quienes los reciben. A ver, aclarémonos.

En ese acto Mario Vargas Llosa, receptor de uno de los premios, afirmaba que “si el periodismo se encanalla, no solo desaparecerá la información libre sino que todas las instituciones de la democracia se verán afectadas”, y ese es precisamente el juego al que está jugando el director de El Mundo. Desde hace tiempo no se ejerce el periodismo, sino un encanallamiento del mismo contra un poder incontrolado para determinados medios de comunicación. Si es mala una democracia sin periódicos –nunca dudaremos de esa verdad–, tan mala es una democracia controlada por los periódicos, porque eso subvierte el principio básico de soberanía nacional.

Lejos de obtener ayuda, en estos 48 meses de Gobierno la prensa se ha cebado con la crítica a Rajoy y su Gobierno

Esto no significa que entre la prensa y el poder no deba existir cierto grado de entendimiento, que además pueda traducirse en la presencia de responsables políticos en determinados actos periodísticos. Es bueno que el poder reconozca el papel de la prensa, y que la prensa reconozca el papel del poder al que vigila. Pero eso es una cosa –Rajoy acudió con sus ministros a esta misma entrega de premios hace un año–, y otra muy distinta caer en las redes tejidas por determinados enemigos de la propia democracia para satisfacer sus ansias de control.

Rajoy ha pasado los dos primeros años de su primera legislatura, en el que probablemente haya sido el tiempo más complicado de su carrera política, y seguramente en este tiempo ha necesitado más ayudas que otra cosa, pero nunca las ha pedido, ni lo hará. Y eso le honra. Lejos de obtener ayuda, en estos cuarenta y ocho meses que han pasado desde las elecciones del 20-N de 2011 la prensa se ha cebado con la crítica a Rajoy y su Gobierno, pero ahora quedan por delante otros dos años en los que todo apunta a un cambio de tendencia, para desgracia de quienes han querido ver hundido al presidente del Gobierno.

Con sus aciertos y sus errores, Rajoy ha conseguido superar la fase más difícil de su gobierno y ahora probablemente le quede lo mejor, y puede presumir de haberlo conseguido sin la ayuda de nadie y casi contra todos, incluso contra aquellos que dentro de su propio partido y con la ayuda de determinados medios y determinados periodistas no han hecho otra cosa que poner palos en las ruedas para evitar el avance. Y encima se quejan de que el Gobierno no les haga caso… ¿Y que esperaban?

Se quejaba amargamente el otro día el diario El Mundo, o sea, su director Pedro José Ramírez, porque ningún miembro del Gobierno había acudido a la entrega de premios periodísticos en homenaje a Julio Fuentes, Julio Anguita Parrado y José Luis López de la Calle. Se quejaba amargamente y al mismo tiempo se envanecía porque en años anteriores el acto había atraído a gobiernos de distintos signos casi al completo.

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