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El Gran Wyoming y la venda en los ojos de la inmigración
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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El Gran Wyoming y la venda en los ojos de la inmigración

Cuando mi tiempo me lo permite, que no suele ser muy a menudo, me gusta encender el televisor y poner El Intermedio. Con espíritu crítico, eso

Cuando mi tiempo me lo permite, que no suele ser muy a menudo, me gusta encender el televisor y poner El Intermedio. Con espíritu crítico, eso sí, pero me río. Me hace gracia. Me entretiene ese tono satírico y supongo que eso es lo que pretenden los productores del programa, aunque me duela a veces su falta de objetividad y el carácter tendencioso, pero yo no me rijo por criterios excluyentes a la hora de elegir lo que me gusta. Y el Gran Wyoming me hace gracia, para qué voy a negarlo, un poco histriónico el personaje que se ha creado de sí mismo, pero ciertamente ha conseguido ser inimitable y eso es un éxito en su profesión.

Creo que se equivoca esquivando la ecuanimidad, o una cierta ecuanimidad –el éxito de su programa radica evidentemente en atizarle al PP- y, sobre todo, en mostrar una animadversión tan evidente hacia todo lo que según el representa la derecha, pero eso puede tener que ver con un cierto resentimiento hacia un pasado marcado por la simpatía franquista y ultracatólica: los conversos suelen ser los más violentos enemigos de aquello de lo que huyen.

El caso es que el martes era uno de esos días en los que tenía puesto el televisor y estaba viendo tranquilamente El Intermedio cuando, ¡oh sorpresa!, ahí aparece este que suscribe en la tertulia del día anterior de El Cascabel en 13TV, y ahí estaba el Gran Wyoming atizándome un mandoble sin que, obviamente, yo tuviera oportunidad alguna de defenderme. ¿La razón? Los sucesos ocurridos hace un mes en las playas de Ceuta en uno de esos intentos de entrada de inmigrantes en el que murieron 15 de ellos ahogados en aguas marroquíes.

Los agentes tienen una orden, sí, la de evitar que entren, y esa orden no es de ahora, ni de hace dos años, sino que viene de mucho más atrás

Lo que yo decía y que tanto pareció molestar a Wyoming es que los agentes que dispararon al agua las pelotas de goma no lo hicieron cumpliendo una orden expresa y coyuntural salida de sus mandos políticos porque en esas circunstancias era imposible que ningún mando de la Guardia Civil tuviera tiempo para llamar al Ministerio y preguntar qué hacían. Parodiando al gran Gila incluso imaginé a la Guardia Civil diciéndoles a los subsaharianos que estaban en el agua que dejaran de nadar a la espera de recibir órdenes…

Pero claro, según Wyoming yo eso lo sabía porque estaba allí, porque debía de ser uno de los que iban nadando… No, no estaba allí, ni él tampoco para cuestionar mi razonamiento, que por otra parte es de sentido común. Ni tampoco estaba el Director de la Guardia Civil quien primero recibió un informe en el que nada se decía del uso de pelotas de goma y después se fue enterando de que, en efecto, si se habían utilizado. Basta preguntar a cualquier mando de la Guardia Civil para saber que los protocolos de actuación en los intentos de entrada en las fronteras de Ceuta y de Melilla, bien sea saltando las verjas o por vía marítima, son siempre los mismos, es decir, que los agentes tienen una orden, sí, la de evitar que entren, y esa orden no es de ahora, ni de hace dos años, sino que viene de mucho más atrás.

Una decisión unilateral

En los sucesos de hace un mes los agentes dispararon pelotas de goma al agua porque era lo que en ese momento y ante esa circunstancia consideraron que tenían que hacer para evitar que el grupo de más de veinte inmigrantes que intentaban alcanzar la playa en el lado español lo consiguieran. ¿Era la primera vez que ocurría? No. Yo de hecho he creído hasta hace poco que sí, que era la primera vez que se producía ese intento de entrada a nado, pero luego he sabido que la única diferencia con ocasiones anteriores es que el grupo venía nadando de manera compacta mientras que otras veces lo hacía de manera dispersa, pero la respuesta del lanzamiento de pelotas de goma no es nueva…

De hecho para eso dotó el Gobierno de Zapatero a la Guardia Civil que vigila las fronteras de Ceuta y Melilla con material antidisturbios. Lo nuevo, lo dramático, lo grave, lo triste y doloroso es que en esta ocasión han muerto quince personas. No quince inmigrantes, ni quince subsaharianos, ni quince negritos como quieren algunos hacer creer que de modo despectivo considera un Gobierno de derechas y la gente que le apoya ese drama. No, eran quince personas que huían de la miseria y que encontraron la muerte en aguas de Marruecos. Lo peor de todo esto es la cantidad ingente de demagogia que se puede llegar a hacer.

Si invirtiéramos todo ese esfuerzo por sacar rédito político y electoral a sucesos como este en buscar soluciones a un problema que se escapa de nuestras manos, a lo mejor podríamos estar haciendo algo mucho más provechosos que reírse de los argumentos del contrario porque tenemos una venda en los ojos que nos impide ver más allá de una oportunidad para la confrontación política. Si cualquiera de nosotros, blancos de piel, con un techo bajo el que cobijarnos, con comida diaria en nuestra mesa y ropa en nuestros armarios, con tiempo para el ocio, con sanidad y educación aseguradas, fuera un ciudadano de Mali o de cualquier otro de esos países en los que un plato de arroz es un lujo al alcance de unos pocos seguramente hoy seríamos unos de esos miles que aguardan la oportunidad de cruzar a este lado del paraíso aún a costa de perder la vida en el intento.

No es un problema de España

Ese es el problema, y ese no es un problema de España, o no solo de España. Nosotros tenemos la ¿mala? suerte de ser la frontera sur de Europa, pero para todos esos a los que las mafias han conducido hasta ahí el sueño no es España, el sueño es Francia, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda… Pero somos nosotros solos los encargados de evitar que pasen. Qué hacemos, ¿nos seguimos atizando en una confusa espiral de confrontación política a cuenta de un problema para el que no hay una respuesta diferente en función de la ideología? ¿Seguimos haciendo demagogia y utilizando los programas de televisión para reírnos del contrario mientras miles de seres humanos huyen de la esclavitud de la miseria? ¿Es que se cree Wyoming mejor que yo haciendo negocio a cuenta del drama de los más pobres de la tierra?

Si se diera el caso de que en efecto una actuación errónea de los agentes encargados de vigilar la frontera tuviera como consecuencia una tragedia, que se investigue por los cauces y conductos habituales pero sin que eso ponga en riesgo una política común

Este es un asunto que nos atañe a todos, sin distinción de siglas o creencias, y deberíamos caminar juntos con la convicción de que la responsabilidad también la tienen otros a los que habrá que exigir que empiecen a asumirla con todas sus consecuencias, empezando por esa Comisaria de Interior sueca que el mayor peligro de invasión fronteriza que conoce son los pingüinos o los renos de Papa Noel.

Esto no es una broma, ni deberíamos tomárnoslo a broma. Es más, tendría que estar fuera del debate político y convertirse en un asunto de estado en el que no hubiera fisura alguna. Y si se diera el caso de que en efecto una actuación errónea de los agentes encargados de vigilar la frontera tuviera como consecuencia una tragedia, que se investigue por los cauces y conductos habituales pero sin que eso ponga en riesgo una política común sobre la que no debería haber ni discrepancias, ni mucho menos una sátira vergonzosa.

Cuando mi tiempo me lo permite, que no suele ser muy a menudo, me gusta encender el televisor y poner El Intermedio. Con espíritu crítico, eso sí, pero me río. Me hace gracia. Me entretiene ese tono satírico y supongo que eso es lo que pretenden los productores del programa, aunque me duela a veces su falta de objetividad y el carácter tendencioso, pero yo no me rijo por criterios excluyentes a la hora de elegir lo que me gusta. Y el Gran Wyoming me hace gracia, para qué voy a negarlo, un poco histriónico el personaje que se ha creado de sí mismo, pero ciertamente ha conseguido ser inimitable y eso es un éxito en su profesión.

Guardia Civil Melilla Gran Wyoming