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Yo pido perdón
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Yo pido perdón

Ayer por la mañana, en el transcurso de un programa especial sobre el X Aniversario de los atentados del 11-M en 13TV, hice algo que ya

Ayer por la mañana, en el transcurso de un programa especial sobre el X Aniversario de los atentados del 11-M en 13TV, hice algo que ya había hecho hace mucho tiempo pero, evidentemente, sin tanta repercusión mediática y en las redes sociales –entre otras cosas porque no existían–: pedir perdón. Debe ser que estamos tan poco acostumbrados a que alguien lo haga que el simple hecho de tomar la iniciativa induce a una sorpresa generalizada. Pero era lo que tenía que hacer. No podía pasar un aniversario más de esos terribles atentados, y con más motivo en uno tan señalado por ser el décimo y porque por primera vez en esta década se producía un hecho sustancial: la unidad de las víctimas. Y como de alguna manera y desde mi particular atalaya periodística y pública, yo había contribuido a lo contrario, me sentía obligado a pedir perdón. Lo hice de todo corazón, desde lo más profundo de mi alma, quería pedir perdón y quiero volver a hacerlo en estas líneas para que no haya ninguna duda sobre la naturaleza de mis sentimientos ni sobre el alcance absolutamente honesto, sincero y al margen de cualquier otro interés, que no sea el del arrepentimiento, de mi gesto.

Yo pido perdón en primer lugar a las víctimas del 11-M, a las que no pueden escucharme ni leerme porque ya no están entre nosotros, porque sacrificaron su vida en un acto cruel y bárbaro y lo hicieron sin querer hacerlo en defensa de nuestro modo de vida, de nuestro sistema de convivencia brutalmente atacado por un grupo terrorista de origen islamista que golpeó en España como antes lo había hecho en Estados Unidos. Y les pido perdón porque si esa fue la naturaleza de su sacrificio, el hecho de haber puesto en duda el origen y el sentido de esos atentados, inevitablemente invalidaba el alcance heroico de su entrega y las convertía en un mero instrumento al servicio de una mentira cuya vileza todavía alcanza nuestros días.

placeholder Homenaje a las víctimas del 11-M en el Retiro (Efe)

Yo pido perdón a las fuerzas de seguridad que desde el primer momento se volcaron en la ayuda a las víctimas y en la búsqueda de los culpables, incluso a costa de la vida de alguno de ellos cuya tumba llegó a ser horriblemente profanada… Pido perdón a quienes se sintieron perseguidos un día tras otro por acusaciones terribles de manipulación y destrucción de pruebas, porque me consta que ha habido quien no se ha podido recuperar de ese acoso ni de la muerte por suicidio de una esposa que no pudo soportar la presión. Y a los jueces y fiscales que hicieron honradamente su trabajo y a los que sin embargo se puso en el punto de mira haciéndolos partícipes de una escandalosa conspiración para ocultar la verdad de lo que paso, cuando la verdad estaba ahí, tan cerca, tan al alcance de la mano que era imposible no verla.

placeholder Rajoy saluda a las representantes de las asociaciones de víctimas del terrorismo en el funeral del 11-M

Y ahora ¿qué? No lo sé. No puedo hacer más que lo que he hecho. Ojala pudiera volver atrás en el tiempo y no leer en Atocha aquel manifiesto endiablado dictado por los Peones Negros, y darle a la tecla de borrado de muchas de las cosas que he escrito. Pero no puedo. Eso está ahí, me guste o no. Déjenme sin embargo que añada dos cosas a este acto de contrición.

La primera, que este epílogo lleva implícita una crítica a toda la clase política, o casi toda, cuyo comportamiento esos días fue de una absoluta vergüenza, a un Gobierno que desde muy temprano sabía que el atentado tenía una origen islamista y que sin embargo se empeñó en mantener viva la tesis de ETA porque le convenía electoralmente, y a una oposición que instrumentalizó los atentados contra el Gobierno sacando a la gente a la calle en la jornada de reflexión, acosando las sedes del PP y llamando asesinos a sus dirigentes y militantes como si de ellos fuera la culpa del mayor crimen que se haya cometido jamás en nuestro país.

Y ojalá las lágrimas que ayer de nuevo volvieron a aparecer en los ojos de muchos españoles limpien definitivamente cualquier resto de revancha, de resentimiento, de odio entre nosotros, porque este país se merece volver a caminar todos juntos

La segunda, que yo ayer cuando hice este primer acto de petición de disculpas en 13TV sabía perfectamente donde lo hacía, en una televisión en la que siempre he gozado de la más absoluta libertad para decir lo que pensaba y lo que pienso sin que nunca nadie jamás me haya puesto una sola condición ni un solo pero a mis palabras. No puedo decir lo mismo de otros sitios, como Las Mañanas de Cuatro, donde su presentador –ex tertuliano de 13TV- me ha depurado precisamente por llevarle la contraria. A veces, tampoco estas cosas son como parecen.

Y una reflexión final: en un Estado de Derecho no vale todo. Las reglas del juego democrático no permiten cualquier cosa. Ayer por la noche de nuevo en 13TV dije que si yo fuera víctima de los atentados del 11-M a lo mejor me pensaría seriamente llevar a los tribunales a quienes han diseñado, levantado y expandido esa Teoría de la Conspiración que ha hecho tanto daño a nuestra democracia y a nuestro modelo de convivencia como los propios atentados del 11-M. No se si es posible, porque no soy jurista, pero si algo he aprendido de todo esto es que la democracia tiene tantos enemigos dentro como fuera, y que en cualquier caso las víctimas del terrorismo deben estar siempre al margen de las luchas partidarias, por duras y terribles que estas sean, porque solo se merecen de nosotros admiración y respeto. Y ojalá las lágrimas que ayer de nuevo volvieron a aparecer en los ojos de muchos españoles limpien definitivamente cualquier resto de revancha, de resentimiento, de odio entre nosotros, porque este país se merece volver a caminar todos juntos, desde nuestras diferencias, en la misma dirección en la que hemos venido caminando durante siglos buscando la libertad y la convivencia como verdaderos hermanos.

Ayer por la mañana, en el transcurso de un programa especial sobre el X Aniversario de los atentados del 11-M en 13TV, hice algo que ya había hecho hace mucho tiempo pero, evidentemente, sin tanta repercusión mediática y en las redes sociales –entre otras cosas porque no existían–: pedir perdón. Debe ser que estamos tan poco acostumbrados a que alguien lo haga que el simple hecho de tomar la iniciativa induce a una sorpresa generalizada. Pero era lo que tenía que hacer. No podía pasar un aniversario más de esos terribles atentados, y con más motivo en uno tan señalado por ser el décimo y porque por primera vez en esta década se producía un hecho sustancial: la unidad de las víctimas. Y como de alguna manera y desde mi particular atalaya periodística y pública, yo había contribuido a lo contrario, me sentía obligado a pedir perdón. Lo hice de todo corazón, desde lo más profundo de mi alma, quería pedir perdón y quiero volver a hacerlo en estas líneas para que no haya ninguna duda sobre la naturaleza de mis sentimientos ni sobre el alcance absolutamente honesto, sincero y al margen de cualquier otro interés, que no sea el del arrepentimiento, de mi gesto.

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