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¿Se pueden ganar elecciones bajando impuestos?
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¿Se pueden ganar elecciones bajando impuestos?

El Gobierno cree que si. De hecho, la reforma fiscal que entrará en vigor en enero de 2015 es la gran apuesta de Mariano Rajoy, junto

El Gobierno cree que si. De hecho, la reforma fiscal que entrará en vigor en enero de 2015 es la gran apuesta de Mariano Rajoy, junto a una economía que para entonces ya habrá dado síntomas claros de mejora y de creación de empleo según las previsiones del Ejecutivo y de la mayoría de los expertos y organismos nacionales e internacionales. La frase más repetida por el presidente es la de que “para esto nos han votado”, y suele añadir que “tuvimos que hacer lo que no queríamos hacer subiendo los impuestos, y ahora toca bajarlos”.

El problema es que sus deseos no coinciden en el tiempo con la necesidad. Me explico: a pesar de la dureza del ajuste, la economía española no ha conseguido embridar el déficit público y si no se va a cumplir con el objetivo de déficit de 2013 -aunque sólo sea por un par de décimas- difícilmente la Unión Europea va a bendecir una rebaja de impuestos que pueda poner en peligro la consecución futura de los compromisos sobre déficit público. Y aunque España ya no tiene abierto un expediente sancionador por déficit excesivo –eso ocurrió bajo Gobierno de Rodríguez Zapatero-, sigue estando bajo estrecha vigilancia de Bruselas.

El Gobierno tendrá, por lo tanto, un año y medio desde el anuncio definitivo de la reforma fiscal –no olvidemos que lo que estamos conociendo estos días es la propuesta de los expertos, pero no la reforma que finalmente lleve a cabo el Gobierno-, y las elecciones generales de 2015 para convencer a los españoles, y especialmente a sus votantes, de que ha vuelto a sus orígenes, es decir, a una política impositiva que devuelva a los bolsillos de los ciudadanos buena parte de lo que se les ha quitado, y a Bruselas de que tampoco piensa ir tan lejos como para poner en peligro el objetivo de reducción del déficit público.

El Gobierno tendrá un año y medio desde el anuncio definitivo de la reforma fiscal para convencer a los españoles, y especialmente a sus votantes, de que ha vuelto a sus orígenes, es decir, a una política impositiva que devuelva a los bolsillos buena parte de lo que se les ha quitado

¿Es posible combinar ambas cosas con el objetivo de volver a reeditar una victoria electoral que le de al PP cuatro años más de legislatura? Si nos atenemos a un estudio elaborado por el profesor Alberto Alesina, catedrático de Economía de la Universidad de Harward, sobre los ajustes fiscales, de los 19 países que entre 1995 y 2008 han llevado a cabo ese ajuste fiscal los Gobiernos que los protagonizaron fueron reelegidos en un porcentajes del 67%, mientras que el 33% restante perdieron las elecciones. ¿Qué diferenciaba a unos de otros? Los primeros hicieron descansar el ajuste fiscal sobre el control y la reducción del gasto público, mientras que los segundos apostaron por una subida de impuestos que evitara un mayor ajuste en el gasto.

El Gobierno insiste en que ese ajuste se ha hecho: más de 400.000 empleados públicos han ido a parar a las listas del paro en los últimos meses –de hecho si el paro ha aumentado en 2013 se ha debido especialmente al sector público- y el ajuste se cifra, según Hacienda, en más de 30.000 millones de euros. ¿Suficiente? Lo cierto es que desde el minuto uno el Gobierno optó por la política de subir impuestos: IRPF, Sociedades e IVA. Y tampoco ha conseguido aumentar la recaudación, aunque en su defensa el Ejecutivo señala que de no haberlo hecho, ésta habría caído más…

Va a ser difícil que los ciudadanos olviden que no sólo han tenido que sufrir un duro ajuste en términos de desempleo, adelgazamiento de servicios sociales básicos y merma de poder adquisitivo de sus salarios, sino que además han sufrido una presión fiscal especialmente dura

Parece que en el primer trimestre del año por fin se ha empezado a recuperar y eso se debe, sin duda, a una mejora de la actividad económica luego, ¿no habría sido más lógico ayudar antes a que llegara esa mejora de la actividad favoreciendo el consumo y la inversión con una política tributaria adecuada? Va a ser difícil que los ciudadanos olviden que no sólo han tenido que sufrir un duro ajuste en términos de desempleo, adelgazamiento de servicios sociales básicos y merma de poder adquisitivo de sus salarios, sino que además han sufrido una presión fiscal especialmente dura sobre todo en lo que a las clases medias se refiere.

Es bastante probable que el Gobierno caiga ahora en la tentación de buscar el voto haciendo descansar el grueso de la rebaja de impuestos en las capas de población con menos ingresos, y que, sin embargo, las clases medias sigan soportando una presión fiscal especialmente alta. Lo veremos cuando el Gobierno de a conocer los nuevos tramos. Tampoco parece muy sensato rebajar el Impuesto de Sociedades al 25% y eliminar las deducciones cuando el tipo real con esas deducciones suele estar en el 10-12%, porque habrá muchas PYMES que se verán abocadas a cerrar por no poder pagar casi el doble de lo que pagan actualmente.

Oficialmente la reforma tributaria se va a presentar en junio, es decir, que el Gobierno tiene tres meses para trabajar en una propuesta que le devuelva la credibilidad perdida en buena parte de sus votantes, y no sólo por una cuestión electoral, sino porque la experiencia demuestra que ese es el único camino para apuntalar la recuperación. Pero aunque solo fuera por lo primero, merecería la pena que el Gobierno hiciera el esfuerzo de ponerse del lado de aquellos a los que ha estado exprimiendo vía impuestos durante estos duros años de la crisis y devolverles al menos la sensación de que su esfuerzo ha servido para algo y ahora se les recompensa. 

El Gobierno cree que si. De hecho, la reforma fiscal que entrará en vigor en enero de 2015 es la gran apuesta de Mariano Rajoy, junto a una economía que para entonces ya habrá dado síntomas claros de mejora y de creación de empleo según las previsiones del Ejecutivo y de la mayoría de los expertos y organismos nacionales e internacionales. La frase más repetida por el presidente es la de que “para esto nos han votado”, y suele añadir que “tuvimos que hacer lo que no queríamos hacer subiendo los impuestos, y ahora toca bajarlos”.

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