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25-M: los agujeros negros del Partido Popular
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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25-M: los agujeros negros del Partido Popular

“Hemos perdido muchos votos y hay que darle una vuelta”, dijo ayer el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en el Comité Ejecutivo de

“Hemos perdido muchos votos y hay que darle una vuelta”, dijo ayer el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en el Comité Ejecutivo de su partido y sólo después de que algunas voces como las de Esperanza Aguirre, Ignacio González y Alberto Fabra llamaran a la reflexión. No sé si la vuelta es la manzana, pero me parece que lo que pasó el domingo merece algo más que eso. Confío en que con el paso de los días lo que Rajoy llama “una vuelta” dé paso, en efecto, a una reflexión más seria sobre los motivos por los que el PP ha tenido uno de los peores porcentajes de voto de su historia pese a haber ganado las elecciones y sobre las razones que han llevado al electorado a castigar de una manera tan contundente a los dos principales partidos políticos españoles.

En esto, al menos, creo que ha sido bastante más sincero y realista el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, al reconocer que PP y PSOE tienen un problema, y que ese problema es serio. No sé a quién le escuche ayer decir, y eso es cierto, que el resultado de las europeas ha sido bueno para Rajoy –se consolida como uno de los dirigentes de referencia en Europa– y malo para el PP, pero hace mal el presidente del Gobierno si no escucha el mensaje de las urnas, porque su victoria de hoy puede ser la derrota de mañana, y hay señales importantes si hacemos un recorrido por los resultados regionales, que indican que el PP empieza a tener serios problemas para conservar las elevadas cotas de poder que tiene ahora mismo.

Hace unas semanas me hacía eco de un informe de la consultora Freemarket sobre qué factores podrían poner en riesgo la recuperación económica, y el principal de todos ellos era el pronóstico de un país ingobernable. Ese pronóstico se ha cumplido en las elecciones del 25-M. Por mucho que Rajoy diga que no son extrapolables los resultados, lo cierto es que no hay mejor sondeo electoral que unas elecciones, y este sondeo lo que dice es que la fragmentación del Parlamento de repetirse estos resultados haría imposible la estabilidad, y sin duda alguna los mercados castigarán un escenario como ese… Veremos si no empiezan a hacerlo ya.

Los ‘problemas’ del PP

El primer gran problema que tiene el PP es a nivel nacional: ha perdido 2,5 millones de votos respecto de las europeas anteriores –no lo comparo con las generales, porque los índices de participación son distintos–, de los cuales medio millón se han ido a terceros partidos –UPyD, C’s y VOX– y los otros dos millones a la abstención. La noticia positiva es que el voto no contabilizado siempre es más fácil de recuperar que el voto traidor, pero lo cierto es que “nuestro electorado se ha quedado en casa porque lo hemos machacado a impuestos y recortes”, como me reconocía ayer una fuente del Comité Ejecutivo. “Hemos hundido a la clase media, y la clase media nos ha castigado”, insistía.

Y este es el primer elemento de reflexión que debe hacer el PP: si quiere recuperar a esa clase media, tiene que empezar a hacer gestos muy contundentes de cambio en su política, o en las siguientes elecciones en lugar de quedarse en casa ese voto acabará en otras manos. Se lo diré más claro: o bajan los impuestos y reducen la presión confiscatoria de la Agencia Tributaria sobre el contribuyente, o en las próximas elecciones les va a votar quien yo les diga.

Y eso no es suficiente. Si el PP tiene algún interés, si lo tiene, en conservar la estabilidad del sistema, va a tener que empezar a hacer reformas de verdad que afecten a la Constitución, a las leyes electorales, a la financiación de los partidos, a la Justicia… Hay que regenerar el sistema, y hay que empezar ya, porque mucha gente que ha perdido su puesto de trabajo y que ve cómo la corrupción anida en los partidos mayoritarios dejará de votarles y se echará en manos de esos que le ofrecen acabar con todo a cambio, realmente, de nada.

Las seis señales de la ‘derrota’

Las señales: la primera de todas es Andalucía, donde el PP ha pasado de ganar las elecciones generales y autonómicas a volver a situarse diez puntos por debajo del PSOE, lo cual deja en muy mal lugar a su nueva estrella en la región, Juan Manuel Moreno, que no ha podido estrenarse con peores resultados, y cuestiona el fondo y la forma en que se llevó a cabo la elección del nuevo líder. Los ERE ya no le hacen daño al PSOE, y el PP tendrá que buscarse nuevos argumentos para intentar arañar votos frente a una Susana Díaz que ha surgido como el único referente del socialismo moderado español.

La segunda, Cataluña, donde el PP ha pasado de ser la tercera fuerza política en 2009 a ser la quinta en estas elecciones y amenaza con seguir perdiendo apoyo electoral. Es evidente que, al igual que ocurre con el PSC, la deriva soberanista le está pasando factura al constitucionalismo porque incluso C’s ha perdido votos, pero si se mantiene esa tendencia Cataluña puede volver a ser la tumba del PP como ya lo fue en tiempos de Zapatero, aunque en este caso pueda ser la tumba de los dos partidos mayoritarios.

La tercera, País Vasco, donde el PP vuelve a ver de cerca el peligro de ser un partido testimonial. Especialmente preocupante es la caída de diez puntos en Álava, principal granero de votos populares en la región, mayor incluso que la registrada en Vizcaya y Guipúzcoa. Y lejos de los que podía pensarse, ese voto no ha ido a VOX, sino a UPyD y a la abstención. La caída del PP junto con la del PSE –igual de dramática– deja todo el espacio político al PNV y a los herederos de Batasuna, lo cual, junto con lo ocurrido en Cataluña, debe llevar a una reflexión a los dos grandes partidos sobre lo que hay que hacer para contener el auge del nacionalismo radical.

La cuarta, Madrid, principal granero de votos del PP y que con estos resultados entregaría el gobierno de la Comunidad a la suma de PSOE, IU y UPyD e, incluso, Podemos –tercera fuerza en la región–, así como el Ayuntamiento de la capital. Ni siquiera la debacle socialista salva al PP de perder el Gobierno, y eso debería hacer reflexionar a Génova sobre la necesidad de hacer profundos cambios en la Dirección del partido en la región, con un congreso extraordinario, y desde luego con nuevos candidatos de cara a las municipales y autonómicas del año que viene.

Lo mismo ocurre con el quinto agujero negro que tiene el PP, que no es otro que la Comunidad Valenciana, donde a pesar de ser el más votado, la suma de toda la izquierda le quitaría el poder, que no podría mantenerlo ni siquiera pactando con UPyD. Alberto Fabra, que ayer reclamaba una reflexión, debería tener ya manos libres para hacer y deshacer en el partido con otro congreso extraordinario que diera paso a una profunda renovación que entierre de una vez por todas las herencias del zaplanismo y del campismo, y aun así el actual presidente seguirá teniendo un camino muy cuesta arriba.

Y la sexta señal, Extremadura: algo deberá aprender José Antonio Monago de todo esto, porque no se puede pretender pasar por ser de izquierdas cuando no se es, y al final el electorado prefiere el original en lugar de la copia. Quizás Monago debería escuchar menos a asesores que sólo saben de marketing barato de todo a cien, como Iván Redondo, y volver a escuchar a quienes de verdad saben de política, porque no se puede ser un verso suelto que acabe por desmotivar a tu propio electorado, pero que tampoco motive al electorado contrario. Se las prometía muy felices, pero los extremeños le han dado una lección de la que debería extraer conclusiones porque con estos resultados no volvería a gobernar ni con el concurso de IU.

Son muchas las reflexiones que se pueden extraer de las elecciones del 25-M, y si el PP no entiende que los ciudadanos han escrito un mensaje muy claro de exigencia de cambios, de firmeza en la lucha contra la corrupción, de cumplimiento del programa, de sensibilidad hacia los problemas de los más desfavorecidos y los que peor lo están pasando en esta crisis, y de ayuda y cercanía hacia esas clases medias que son las que sostienen su porcentaje de votos, lo más probable es que en las próximas elecciones retroceda hasta refugiarse en los sótanos de Génova 13.

“Hemos perdido muchos votos y hay que darle una vuelta”, dijo ayer el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en el Comité Ejecutivo de su partido y sólo después de que algunas voces como las de Esperanza Aguirre, Ignacio González y Alberto Fabra llamaran a la reflexión. No sé si la vuelta es la manzana, pero me parece que lo que pasó el domingo merece algo más que eso. Confío en que con el paso de los días lo que Rajoy llama “una vuelta” dé paso, en efecto, a una reflexión más seria sobre los motivos por los que el PP ha tenido uno de los peores porcentajes de voto de su historia pese a haber ganado las elecciones y sobre las razones que han llevado al electorado a castigar de una manera tan contundente a los dos principales partidos políticos españoles.

Mariano Rajoy Alfredo Pérez Rubalcaba Esperanza Aguirre