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Las juventudes del PP-PSOE arrasadas por Podemos
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Las juventudes del PP-PSOE arrasadas por Podemos

Ha sido, sin duda, el fenómeno mediático de la semana, después de su sorprendente resultado electoral en los comicios europeos del pasado domingo. Pablo Iglesias y

Ha sido, sin duda, el fenómeno mediático de la semana, después de su sorprendente resultado electoral en los comicios europeos del pasado domingo. Pablo Iglesias y los suyos se han hecho un hueco en el panorama político nacional y, aunque todavía es pronto para saber si han venido a quedarse, lo cierto es que lo ocurrido el 25M reune todos los ingredientes para ser objeto de estudio: nunca un partido político surgido de la nadahabía conseguido tan meteóricamente situarse como la cuarta fuerza política del país.

Otros experimentos recientes se han quedado en el camino –véase VOX-, y los que llevaban más tiempo intentando romper el equilibrio bipartidista –UPyD, Ciudadanos- se han visto superados por la irrupción de este grupo de radicales bolivarianos. Se seguirá hablando y escribiendo mucho, supongo, sobre esto y sobre cómo puede influir la presencia de un partido de corte estalinista/fascista –absolutamente novedoso en un país acostumbrado a los arquetipos ideológicos- en la política nacional.

Pero hay un hecho que a mi me llama especialmente la atención, y es la poderosa atracción que este movimiento totalitario ejerce sobre los jóvenes que, probablemente, ven en Podemos una respuesta romántica y revolucionaria a sus inquietudes y problemas. La cuestión es que ese era, y digo era porque es evidente que ha dejado de serlo, el papel que de alguna manera en los partidos políticos se había asignado a sus juventudes. Cada año se incorporan al electorado miles de jóvenes que cumplen la edad de votar y a partir de ese momento necesitan tener referentes que les permitan encontrar respuestas a sus múltiples preguntas y no les pase como a esa joven que votaba en estas elecciones por primera vez y presumía en Twitter de no tener ni idea de política y de haber elegido la papeleta del nombre que le parecía más guay.

“Hace tiempo que los jóvenes de nuestro partido dejaron de sentir pasión por el debate, por la confrontación de ideas, por la necesidad de cambio, y parece que lo único que buscan es un cargo, un puesto en una lista que les garantice incorporarse a la política como profesión, y no como vocación”. Da lo mismo de quien sea la reflexión, porque vale por igual para el PP que para el PSOE: es un hecho que las juventudes de los grandes partidos, quizás por culpa de sus mayores que durante años han ninguneado las propuestas de sus organizaciones juveniles, se han acomodado y han dejado de ejercer ese papel catalizador de la juventud para despertar en ella el interés, cuando no la pasión, por la política.

Y llega Podemos e interactúa, se acerca en las redes sociales, plantea debates, pide propuestas y ofrece ideas y soluciones –que obviamente nos llevarían a los tiempos de las cavernas en muchos casos, pero ahí están-, y encuentra eco en una juventud desasistida y en una generación que sufre como ninguna las consecuencias dramáticas de la crisis. Dense una vuelta por las redes sociales… ¿Dónde están las Juventudes Socialistas? ¿Y las Nuevas Generaciones del PP? Los jóvenes del PSOE suman en Twitter tantos seguidores como un servidor… Y, hombre, no es por comparar, pero deberían ser unos cuantos miles más. Los de Nuevas Generaciones les ganan por 1.700, vamos, ¡un alud de followers!

¿No se supone que las redes sociales son el principal elemento de comunicación entre los jóvenes? Pues parece que para los de los partidos mayoritarios no. Debe ser más importante un puesto en una lista o un cargo en Telefónica que acercarse a los problemas y las inquietudes de quienes supuestamente son como ellos. Si la juventud es de por si contestataria y rebelde, desde luego ese axioma se incumple en las juventudes de los partidos mayoritarios, que normalmente se muestran sumisas y entregadas al poder. No digo que tenga que ejercer de oposición dentro de las siglas de sus partidos, pero si que al menos sean un referente crítico.

Yo no creo, como dijo una vez Ana Botella, que las juventudes de los partidos no sirvan para nada. En absoluto. Creo que tienen que volver a recuperar el sentido de su existencia, y la experiencia de Podemos debería servirles de acicate para encontrar de nuevo la conexión con su gente, para volver a las aulas de las universidades y encenderlas de debates y de ideas, para tomar impulso en las redes sociales y aprender a escuchar y a dar respuestas, y para volver a ser irritantes con sus mayores porque es de sus ganas de cambio de donde tienen que surgir las propuestas que mejoren esta sociedad.

Ha sido, sin duda, el fenómeno mediático de la semana, después de su sorprendente resultado electoral en los comicios europeos del pasado domingo. Pablo Iglesias y los suyos se han hecho un hueco en el panorama político nacional y, aunque todavía es pronto para saber si han venido a quedarse, lo cierto es que lo ocurrido el 25M reune todos los ingredientes para ser objeto de estudio: nunca un partido político surgido de la nadahabía conseguido tan meteóricamente situarse como la cuarta fuerza política del país.