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Pedro Sánchez nunca será el candidato de la derecha
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Pedro Sánchez nunca será el candidato de la derecha

Hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez presentaba su candidatura a la secretaría general del PSOE en un acto en la agrupación socialista de Alcorcón, yo estaba

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)

Hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez presentaba su candidatura a la secretaría general del PSOE en un acto en la agrupación socialista de Alcorcón, yo estaba allí. Estaba por invitación de su jefe de campaña y buen amigo, José Cepeda, y del propio Pedro Sánchez, con quien mantengo una relación cordial desde la discrepancia en muchas cosas. Aquel día, al terminar el acto, el hoy ya secretario general electo me pidió que le echara una mano y yo le contesté que no, “porque cualquier cosa que escriba o diga a favor tuyo te va a perjudicar más que a favorecer”.

No se escandalicen, entre políticos y periodistas siempre ha habido distintos grados de conectividad fruto de la necesidad mutua, y a quienes me digan que hay que acabar con eso les respondo que forma parte de nuestro trabajo, y que desde luego poco edificante es el ejemplo que puede ponerme un tipo como Pablo Iglesias, que utiliza a los medios a su antojo, quita y pone periodistas y se aprovecha de las televisiones a las que critica, pero de las que cobra puntualmente por sus apariciones.

Dicho esto, anteponiéndome a sus críticas, lo cierto es que a lo mejor en otros tiempos menos convulsos que estos yo podría haber manifestado mi preferencia por Pedro Sánchez frente a los otros dos candidatos sin que eso se antojara como un apoyo de la derecha a su persona, pero es evidente que hoy por hoy a un Pedro Sánchez que necesita volver a construir un partido de centro-izquierda fuerte no le convenía nada que se le calificara de ese modo.

En aquel acto un militante socialista se volvió hacia mí y me dijo: “¿Qué haces tu aquí? Ten cuidado no te vayas a contaminar”. Fue Cepeda quien intervino para decirle a aquel hombre que había que respetar a todo el mundo aunque no compartiéramos sus opiniones. Y eso es lo único que yo le pido a Pedro Sánchez, que sabiendo como sé que no le va a quedar más remedio que girar a la izquierda, sea capaz de establecer unos mínimos elementales que permitan mantener la convivencia que durante tantos años hemos conseguido tener en este país y queremos seguir teniendo.

Porque, sin duda alguna y a pesar de los esfuerzos de algunos medios de la derecha por intentar arrimar el ascua de Pedro Sánchez a su sardina, el nuevo líder del PSOE va a distar mucho de hacer nada, o casi nada, que pueda contentar a esos medios, y en el fondo es lo único que puede ofrecer si quiere que su partido recupere buena parte del terreno perdido por su izquierda. Es verdad, y yo lo he escrito muchas veces, que no es en los extremos donde se deciden las elecciones, sino en el centro, pero hoy por hoy el daño que ha sufrido el PSOE por su izquierda es mucho mayor que el sufrido en el centro y tiene mucha más necesidad de neutralizar los nuevos experimentos que crecen por esa banda que de recuperar un centro que en estos momentos está en tierra de nadie.

Tampoco el PP está consiguiendo aguantar ese voto; sin embargo, le va a resultar mucho más fácil recuperarlo en cuanto la reactivación económica le permita hacer gestos que convenzan a su electorado de que ha vuelto por la senda de sus promesas. Es mucho más complicado para el PSOE hacer frente ahora mismo al descontento de un electorado que se ha decantado por nuevas alternativas que para el PP hacer lo propio con un electorado que ha decidido quedarse en su casa. Y este país necesita que siga habiendo dos partidos fuertes capaces de ser alternativa de Gobierno, y no puede decirse en este momento que el PSOE lo sea.

¿Significa eso que Pedro Sánchez debe hacerle la competencia a Podemos? No, en absoluto. De hecho, lo primero que debería hacer el nuevo líder del PSOE es desmarcarse abiertamente de un partido que lo cuestiona todo y que, sin embargo, no tiene en su haber ningún elemento que le permita erigirse en garante de nada ni en referente para nadie. Lo peor que puede hacer la clase política es dudar de sí misma y darle a Pablo Iglesias la satisfacción de pensar que tiene razón al llamarla casta, y en ese ejercicio de dignificación de la política debe estar tan comprometido Pedro Sánchez como todos aquellos que durante estos casi cuarenta años han contribuido a hacer de la nuestra una democracia moderna y comprometida con las libertades y los derechos de las personas.

Pero al mismo tiempo Sánchez tiene el deber –así lo han manifestado los militantes socialistas– de construir una alternativa de izquierdas a las políticas del Partido Popular, y eso va a significar en adelante enfrentamientos muy duros con el Gobierno, con el mismo Gobierno con el que, sin embargo, debe mantener una mínima actitud de colaboración en aquellos temas que traspasan la confrontación política izquierda-derecha, como es el asunto catalán.

¿Significa esto que el PSOE debe abandonar el centro político? No exactamente: significa sólo que ahora en la balanza de las prioridades tiene más peso recuperar ese electorado que se está escapando a otras formaciones de corte más radical, y que se cuenta por cientos de miles. Pedro Sánchez no va a ser el candidato de la derecha, no puede serlo… No puede ser el Gallardón del PSOE porque eso sería su tumba política y sólo desde una clara alternativa de izquierdas puede afianzar un liderazgo que todavía está muy verde. Una alternativa con la que, obviamente, seré especialmente crítico… Es lo que toca.

Hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez presentaba su candidatura a la secretaría general del PSOE en un acto en la agrupación socialista de Alcorcón, yo estaba allí. Estaba por invitación de su jefe de campaña y buen amigo, José Cepeda, y del propio Pedro Sánchez, con quien mantengo una relación cordial desde la discrepancia en muchas cosas. Aquel día, al terminar el acto, el hoy ya secretario general electo me pidió que le echara una mano y yo le contesté que no, “porque cualquier cosa que escriba o diga a favor tuyo te va a perjudicar más que a favorecer”.

Pedro Sánchez